Las principales economías occidentales han retornado a la senda del crecimiento y los países que causaron muchas noches sin dormir hace tan solo un par de años, como España o Irlanda, son “mimados” de nuevo por los inversores. La volatilidad, por su parte, ha vuelto a niveles previos a la crisis. En gran parte, explica CNBC, esto se debe al Banco Central Europeo (BCE), al Banco de Inglaterra (BoE por sus siglas en inglés) y a la Reserva Federal (Fed).
Entonces, ¿por qué hay rumores en ciertos sectores que hablan de círculos viciosos o de “confusión”, en palabras de los estrategas de Lloyds? En primer lugar, cuando los mercados están “divorciados” de los fundamentales, el escepticismo es normal.
Por ejemplo, los bonos periféricos están de moda, en parte, por la salida de fondos de los mercados emergentes y la búsqueda de rentabilidad. Pero aún así, es difícil justificar que el bono a diez años de Irlanda esté por debajo del de Estados Unidos.
Asimismo, parece que muchas compañías siguen guardándose su dinero en lugar de gastarlo en crear empleos o invertirlo en otras partes de la economía real. El euro, por su parte, sigue siendo más fuerte que el dólar; y el crédito a las pequeñas y medianas empresas aún no fluye como debiera...
El compromiso del presidente del presidente del BCE, Mario Draghi, de hacer todo lo que sea necesario para salvar al euro ayudó a calmar a los mercados, pero en última instancia puede haber sido contraproducente, pues muchos esperan ahora que lleve a cabo medidas de flexibilización cuantitativa, o QE, al estilo de la Fed.
En cualquier caso, por las graves consecuencias que ello tendría, el mercado tendría graves problemas para apostar con el BCE. Y, de momento, no parece haber apetito para hacerlo.
S.C.