Mientras la Zona Euro lucha por alcanzar una recuperación sostenible en su lenta salida de la crisis financiera que ha hecho mella en su crecimiento y ha disparado sus niveles de desempleo, la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, y el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, han mostrado opiniones distintas sobre qué organismo debería responsabilizarse de asegurar el futuro de la región de la “moneda única”.

En un discurso en el Comité Económico y Social Europeo en Bruselas, Lagarde ha afirmado que el BCE debería actuar para apoyar a la débil recuperación, ya que los estímulos fiscales no son una opción debido al estado de las finanzas públicas. En concreto, ha instado a la autoridad monetaria a “actuar de forma preventiva para frenar descensos adicionales en la inflación”. Lagarde también ha insistido en que el BCE debería mantener los tipos en niveles bajos y convencer a los inversores que así se quedarán “mientras sea preciso”.

No obstante, en una conferencia organizado por el Banco de Italia en Roma, Draghi ha vuelto a insistir en el papel que deben hacer los Gobiernos: “Se ha ganado tiempo para que los demás actores contribuyan con su parte en las políticas cruciales que no se incluyen en la competencia del BCE como se define en su mandato”, ha declarado. Para Draghi, las prioridades de reformas clave son completar la unión bancaria, implementar la consolidación fiscal que contribuya al crecimiento y las reformas estructurales en los mercados laborales y de producción. “Se ha realizado un gran progreso, pero hace falta más”, ha concluido Draghi.

Aunque ambos dirigentes han hablado por separado, sus recomendaciones parecen ser contradictorias. Lagarde, además, ha insistido en que los Gobiernos individuales de la Zona Euro no pueden implementar estímulos fiscales debido a los altos niveles de deuda, aunque ha admitido que, en el caso de crecimiento decepcionante, “se podrían relajar los objetivos de déficit”.

J.M.