Ben Shalom Bernanke. Ben Bernanke, Augusta (Georgia, Estados Unidos), 13 de diciembre de 1953; graduado en Economía en Harvard en 1975 con summa cum laude y doctor en Economía por el Instituto Tecnológico de Massachusettes en 1979; profesor de la Universidad de Princeton; republicano; y presidente de la Fed desde 2006, nombrado por el entonces presidente del país George W. Bush, hasta este 31 de enero, previa renovación por el demócrata y actual presidente Barack Obama en 2009.

Hasta aquí, una brevísima biografía del sucesor de Alan Greenspan, que es desde luego interesante, pero nada comparado con lo que significa al echar un vistazo al devenir de la historia económica estos años: en el verano de 2007, Bernanke habló por primera vez de las hipotecas subprime; durante el último trimestre de ese año, los gigantes financieros de Wall Street, JP Morgan, Citigroup y entonces los independientes Bank of America y Merrill Lynch ya advertían sobre las pérdidas que se avecinaban. Después se harían famosos nombres como Wachovia, AIG, Bear Stearns, Washington Mutual (WaMu), Fannie Mae y Freddie Mac y, sobre todo, Lehman Brothers, al que el 15 de septiembre de 2008 Bernanke se negó a rescatar.

Fue aquel día cuando empezó la trepidante historia de un hombre que, desde la hermética Fed saltó a la portada de la influyente revista Time, que le nombró personaje del año en 2009. Durante los últimos 15 años, Bernanke ha interpretado, enseñado e implementado medidas de política monetaria y, ahora que se marcha, de él se puede decir que las ha llevado hasta sus máximas consecuencias. Estudioso del crack del 29, quién le iba a decir que su nombre pasará a la historia como el banquero central que capitaneó una debacle financiera que fue la causa de lo que se ha llegado a conocer como la Gran Recesión.

A lo largo de estos nueve años, todas a sus acciones se las enmarca en un “la primera vez desde la Gran Depresión”, esa que tanto él analizó durante su época como estudiante. Bernanke deja la Fed con su mayor balance en la historia: 4,1 billones de dólares, fruto de una multimillonaria e insólita impresión de dinero para incentivar a una economía que en 2007 empezó a derrumbarse como no se había visto “desde la Gran Depresión” pero que, en esta ocasión, se llevaba por delante a la economía mundial.

Él ha sido el primer presidente de la Fed “desde la Gran Depresión” en hacer uso de medidas de emergencia para rescatar firmas privadas en cada esquina del sistema financiero, es decir, bancos, aseguradoras, prestamistas hipotecarios... y podría ser el último, porque el Congreso de Estados Unidos eliminó los amplios poderes de la Fed en relación a su capacidad para prestar a individuales o empresas.

“Ha sido increíblemente creativo a la hora de evitar la caída libre de la economía global”, opina en Bloomberg Kristin Forbes, profesor del Massachusettes Institute of Technology de la Sloan School of Management en Cambridge, que también subraya que Bernanke ha estado dispuesto a tomar decisiones con la información imperfecta que ofrece una crisis.

De Bernanke destacan hoy los medios en sus despedidas que ha hecho de la Fed un organismo más democrático y transparente, puesto que también son insólitas las publicaciones sobre las previsiones económicas y pronósticos sobre los tipos de interés, así como las cuatro ruedas de prensa anuales del presidente.

Pero tan insólitas han sido sus medidas, como imprevisible la vuelta a la normalidad en un país que es el ejemplo de capitalismo pero donde Bernanke ha lanzado programas públicos de adquisición de deuda hipotecaria por 1,5 billones de dólares, creado reservas para los bancos por 2,4 billones, o lanzado compras de activos por hasta 85.000 millones mensuales. Algunos le acusan de medidas excesivas: “Ha sido muy intrusivo”, define Tad Rivelle, de TCW. Ya en 2008, cuando apenas la Fed había rescatado a Bear Stearn, Paul Volcker, expresidente de la Fed, advirtió de que el banco central estaba “muy cerca del límite de sus poderes legales”. El Congreso de Washington actuaba en 2010 con la aprobación de la Ley Dodd-Frank, la mayor reformulación de las reglas financieras “desde la Gran Depresión”, y que contenía el famoso ”too big to fail”, para impedir que ninguna entidad fuera lo suficientemente grande como para poner en riesgo el sistema en caso de quiebra y, por tanto, obligara a un rescate público.

Surgen ahora muchas preguntas que tendrá que resolver la sucesora de Bernanke, Janet Yellen: ¿Podrá la economía de Estados Unidos funcionar cuando se acaben los estímulos de la Fed? ¿Podrá la Fed gestionar un balance de tal dimensión? ¿Funcionará un sistema financiero mucho más regulado que antes de la llegada de Bernanke? “Su legado está aún por definir”, declara Vincent Reinhart, economista jefe en Estados Unidos de Morgan Stanley, y Julia Coronado, economista jefe de BNP Paribas en Norteamérica, decora la idea: “El libro seguirá abierto, porque el último capítulo aún no se ha escrito”. Quizá se refiera en concreto al libro de las memorias de Bernanke, aunque si el final no le gusta a su protagonista, siempre puede omitirlo y terminar su biografía en este 29 de enero de 2014.

María Gómez