Un crash define, generalmente, “a una caída rápida y repentina que pocos ven venir y deja a muchos atrapados en él”, explica Michael A. Gayed de Pension Partners. “No hay un porcentaje mágico de descenso. Por ejemplo, un valor altamente vólatil que retrocede posiciones con fuerza no está sufriendo un crash simplemente debido a su volatilidad inherente”, señala, pues en su opinión, “más bien, uno necesita considerar” el tiempo que dura la corrección.

Así, destaca “mientras que los índices de grandes compañías se mantienen cerca de máximos, se está produciendo un crash del que nadie habla en los valores de las pymes estadounidenses”. Y es que, añade, en las últimas semanas las pequeñas y medianas empresas han “borrado” prácticamente la totalidad de la rentabilidad extraordinaria con la que superaron al S&P 500 en 2013.

¿Es esta una señal del “mal agüero”? Se pregunta Gayed. “Quizá. Tenga en cuenta que las pymes son más sensibles a las expectativas de crecimiento y de inflación interna. Este descenso no tiene nada que ver con el clima o Rusia. Más bien, parece que está en marcha un severo cambio de mentalidad. Esto, combinado con el comportamiento de los bonos del Tesoro y de los sectores defensivos, como las utilities, nos debe llevar a todos a hacer una pausa y a cuestionarnos ¿son las cosas tan resistentes cuando miramos dentro de los mercados?”.

S.C.