Se refería así a los efectos de las políticas de bajos tipos de interés puestas en marcha por la mayor parte de los grandes bancos centrales del mundo y que han dibujado un entorno de bajas rentabilidades.  Gross decía que “sea como sea su portfolio de grande, no le va a rentar tanto como usted esperaba en el corto plazo”.  
Quizá por eso merece la pena preguntarse hasta cuánto estamos dispuestos a elevar el riesgo de nuestras carteras.

Hace tan sólo unos días Motley Fool publicaba un artículo sobre la necesidad de examinar nuestra tolerancia al riesgo. Su autor explicaba que “me encantaría que hubiese una respuesta simple para esta pregunta, pero la tolerancia depende de una gran variedad de factores, incluidos la edad, la personalidad y la razón por la cual invertimos”, afirmaba.

Este experto define riesgo como la cantidad de acciones, de renta variable, que somos capaces de mantener en nuestra cartera, teniendo en cuenta que tradicionalmente se ha considerado el activo menos seguro. “Un inversor tolerante al riesgo podría tener una cartera compuesta en un 90% por acciones mientras que otro menos arriesgado querría sólo tener un 40%”, o menos, claro.

¿Cómo determinar nuestra tolerancia al riesgo?

Para ello habrá que tener en cuentas factores como la edad. Es uno de los más importantes a la hora de establecer nuestro nivel de tolerancia. “La gente más joven, que tienen por delante varias décadas antes de retirarse pueden permitirse más riesgo para conseguir el objetivo a largo plazo”, apuntan.

Por el contrario, los que vayan a necesitar el dinero más a corto plazo no pueden permitirse el riesgo de afrontar recesiones y crashes.

La personalidad. Algunas personas son de naturaleza arriesgada y por eso pueden aceptar mayores riesgos en sus carteras.

¿Cuál es el objetivo de su inversión?
Explican que “si tienes 30 años e inviertes para tu jubilación tienes más de 30 años por delante, así que no debes preocuparte mucho por las posibles subidas y bajadas de la bolsa.

El experto propone una variación a una tradicional fórmula que apuesta por restarle su edad a 110 y dedicar la cifra que salga a renta variable. En su opinión habría que ajustarlo al alza o a la baja dependiendo de nuestra personalidad y nuestros objetivos de inversión.

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