El "tsunami" de deuda de enero de 2019 ha sido la expansión crediticia más grande experimentaada en China durante la crisis financiera mundial y el "Acuerdo de Shanghai".
La expansión ha corrido fundamentalmente a cargo de la denominada "banca en la sombra". Las autoridades financieras chinas están enfocadas ahora en proporcionar crédito precisamente a través de los canales que durante los dos últimos años han estado intentando bloquear
Por lo tanto, podemos decir que China ha perdido la lucha contra el apalancamiento y ha decidido implementar lo que se denominará el "Acuerdo de Shangai 2.0", y de este modo impulsar su propia economía y la del resto del mundo.
Ahora bien, la enorme cantidad de dinero inyectada no será destinada en su totalidad a financiar inversiones porque una gran parte será utilizada por los prestatarios para renovar deudas anteriores.
El propio primer ministro chino advirtió en una nota publicada el pasado miércoles sobre los riesgos del diluvio crediticio de enero: "El aumento en la financiación social total parece bastante grande en la superficie, pero si se analiza en detalle, una gran parte de este aumento se destinó a la financiación de facturas y a la concesión de préstamos a corto plazo. Esto no solo crea potencialmente un" arbitraje "y un" ciclo vacío " de fondos, pero también puede traer nuevos riesgos potenciales ".
Y agregó que el "camino fundamental para resolver los problemas de desarrollo a largo plazo de China" era una reforma estructural y un enfoque en el crecimiento de alta calidad. Sin embargo, la reforma estructural lleva mucho tiempo y ni el mundo ni Pekín tienen la paciencia necesaria para esperar a que esa reforma se lleve a cabo.
Es indudable que Li tiene razón. Y prueba de ello es que, tras realizar esas declaraciones, un miembro del banco central de China manifestó que China no se estaba embarcando en un estímulo crediticio "por inundación", y que los datos de enero se han visto afectados por factores estacionales que favorecen el aumento de la concesión de créditos.
Ahora bien, es un hecho que se ha producido un fuerte incremento de los préstamos a corto plazo y que indudablemente provocarán un efecto positivo sobre la marcha de la economía china y del mundo.
La cuestión es sencilla: tras la expansión crediticia de enero, el banco central de China hará caso a las sensatas palalabras de Li o, por el contrario, hará lo que ha hecho siempre que la economía del mundo ha estado a punto de caer en recesión. Es indudable que si opta por la inundación crediticia, el banco central de China dará una patada a seguir y al final las consecuencias serán más graves, pero también es cierto que si no lo hace la economía del mundo caerá en recesión.
Si el banco central de China optase por la expansión alocada del crédito, se produciría un incremento de los niveles de actividad y de los beneficios empresariales y, en consecuencia, el S&P 500 podría aproximarse a los 3.000.
Este es el escenario que considero más probable.
El viernes pasado el S&P 500 cerró cerca de los 2.800, su tendencia alcista de corto plazo se encuentra intacta. Vamos a tomar como primer soporte significativo la zona de los 2.750-2.760, máximos logrados el 13 y el 14 de febrero de 2019.
Por lo que hace referencia al DAX, mientras se mantenga por encima del soporte de la zona 11.320-11.350 (que se corresponde con los máximos alcanzados desde el 25 de enero al 15 de febrero.
El IBEX se encuentra en la zona de resistencia de los 9.200, mientras se mantenga por encima de la zona de soporte existente en torno a 9.090, consideraremos como escenario más probable que intente superar el 9.200.