¿Ha notado este verano que el hotel en el que se solía alojar otros años ha sido más caro? ¿El ticket de la compra ha aumentado a pesar de que está adquiriendo lo mismo? Está siendo testigo directo de la última oleada inflacionista. Y es que, a medida que las economías se recuperan del colapso de la pandemia, las subidas de precios son la tónica común, y el temor a una inflación más elevada se torna en una certeza a corto plazo que no sabemos cuánto durará exactamente, digan lo que digan.

“Los diferentes organismos económicos no paran de revisar al alza sus previsiones de IPC, pues los cuellos de botella en las cadenas de producción y la subida de las materias primas van a más. De esta manera, lo que hace unos pocos meses se definía como un fenómeno transitorio corre el riesgo de hacerse persistente”, señala el director de análisis de Ei, Luis Francisco Ruiz.

Y, ante un repunte de la inflación aún más intenso y/o duradero de lo que se esperaba, ¿cuál será la reacción de los mercados? Más importante aún, ¿cómo deberíamos reaccionar financieramente nosotros? Para el consumidor diario, la solución más rápida podría pasar por limitar todo gasto “extra” que impacte de forma importante en su cartera. Pero para aquellos que invierten la preocupación es mayor.

En estos casos, para muchos expertos, lo más lógico es reducir posiciones en renta variable, ya que no es la clase de activo más segura si se avecina una inflación disruptiva, pero también es cierto que algunas áreas del mercado podrían hacerlo más o menos bien este escenario. “Los sectores cíclicos y el value deberían hacerlo mejor que el growth y quality en el primer semestre de 2022”, apunta José Lizán, gestor de Retro Magnum Sicav en Quadriga Asset Managers. Dos sectores concretos que no sufrirán tanto con la inflación son el tecnológico -principalmente la parte de software- y el lujo, ya que “pueden trasladar las subidas de precios a los clientes finales, por un lado, y, además, no son intensivos en capital, por otro”, cuenta Julián Pascual, presidente de Buy and Hold, que añade que, por el contrario, “sectores como la construcción o industriales son peligrosos con inflación alta”. Otra área que podría sobrevivir bien son los bienes raíces; en este sentido, Araceli de Frutos, consejera y socia fundadora de Araceli de Frutos EAFI, explica que, “aunque para el año próximo sigo viendo a la renta variable como la principal clase de activo en la construcción de las carteras, habría que complementarla con activos como el inmobiliario, no sólo con inversión directa, sino también a través de SOCIMIs”.

Araceli de Frutos también apuesta, en un contexto de inflación que venga acompañado de crecimiento económico, por la inversión en capital riesgo como otra opción a considerar. “Fondos de capital riesgo; incluso existe la opción de fondos que invierten en distintos negocios de capital riesgo (un fondo de fondos de capital riesgo), con lo que también se tiene diversidad a diferentes sectores económicos” cuenta de Frutos, que también hace un guiño directo a los “activos de renta fija ligados a la inflación” y a “los ETFS de oro”.

Y es que, sin duda, algo en lo que coinciden la gran mayoría de los analistas es que, más allá de la renta variable, vale la pena poseer oro, petróleo y, posiblemente, también un bitcoin si la inflación muerde. “En un entorno de inflación, materias primas, commodities y recursos básicos deberían tener un mejor comportamiento y eso nos da garantías al menos durante dos trimestres que se subsanen esos cuellos de botella y problemas de oferta que hay”, explica José Lizán, que hace referencia también a “la gran dependencia que tienen los emergentes de las materias primas”. El gestor incide además en el importe potencial del oro y los metales preciosos: “ha estado prácticamente ocho o nueve meses de caídas o contracción en precios, y estamos empezando a ver después de muchos meses de debilidad las primeras señales de entradas de flujos de capital, no sólo en oro sino también en las mineras de oro. Por ello, si la inflación al final va más allá de lo que se esperaba, el oro debería empezar a funcionar un poco mejor y probablemente intente atacar los 2.000 dólares por onza a lo largo de 2022 y revertir ese movimiento bajista que ha tenido a lo largo del último año”.

Una apuesta, la de las materias primas, que comparte David Ardura Moyano, director de inversiones de Finaccess Value, pero con matices. “Hay que apostar por las materias primas, pero especialmente las materias primas industriales, que son las que tienen potencial. Es decir, por el cobre o el petróleo, que creemos que son las que lo van a hacer bien”, asegura.

Precisamente, el petróleo es, sin dudas, el activo que ha brillado por encima de todos en el último mes. El oro negro ha vivido este pasado octubre una escalada sin precedentes que ha llevado al Brent y al West Texas a máximos de tres y siete años, respectivamente. Pero el recorrido al alza de aquí a final de año podría seguir… ¿Veremos el barril de Brent en los 100 dólares? "Muy posiblemente", afirmaba el mismísimo Vladimir Putin durante la Semana de la Energía de Rusia. No es el único que lo ve cerca de esos niveles. Goldman Sachs cree que el precio del oro negro seguirá muy alto durante mucho tiempo y espera que para final de año llegue a los 90 dólares. Con este panorama, la estrategia de muchos analistas es clara: alcista a medio y largo plazo. “A pesar de que EEUU puede que añada más petróleo de sus reservas o incluso que Rusia pueda ofertar más gas natural, si la OPEP no amplía la producción de petróleo es difícil que su precio pueda caer viendo la demanda mundial que hay. A nivel técnico ha tenido una ligera corrección, pero la tendencia sigue siendo claramente positiva, con lo que no queda otra que pensar en comprar en correcciones”, detalla el analista de IG, Sergio Ávila.

Finalmente, otro oro, en este caso el que muchos denominan “oro digital”, y que son las criptomonedas, en general, y el Bitcoin en particular, también puede ejercer de valor refugio y proteger contra la inflación debido a la oferta limitada. Otros, sin embargo, no creen que sea una buena opción en tiempos de incertidumbre porque, probablemente, añade más volatilidad y su valor es más un activo especulativo que de refugio. Los que se muestran a favor como la analista de trading de Ei Monica Triana aseguran que “en el mercado de las criptomonedas, el Bitcoin y el Ethereum son activos para vigilar de cerca porque pueden ofrecer oportunidades muy interesantes”. Para otros, como Araceli de Frutos, mientras el Bitcoin no esté regulado, “es un activo muy de riesgo”.