Los vaivenes y la volatilidad siguen marcando el pulso de los mercados. En Europa, la atención ha estado puesta en Francia, donde el intento de formar un nuevo gobierno terminó con la dimisión del primer ministro tras las críticas a su gabinete, plagado de ministros del círculo de Macron. El trasfondo del problema sigue siendo económico: Francia arrastra un déficit cercano al 6% del PIB y una deuda pública que roza el 120%, lo que ha deteriorado la confianza de los inversores hasta el punto de que sus bonos pagan ya más rentabilidad que los italianos, reflejo de un mayor riesgo percibido. En paralelo, se observa un fenómeno global: la devaluación progresiva de las divisas fiduciarias desde el fin del patrón oro en 1971. Con gobiernos y bancos centrales emitiendo más deuda y aumentando la oferta monetaria, la confianza en las divisas se erosiona. De ahí que el oro, la plata y el bitcoin hayan alcanzado máximos históricos. El oro, de hecho, ya es el segundo activo de reserva mundial, solo por detrás del dólar, superando al euro y a la deuda estadounidense.
En Wall Street, el foco pasa ahora a los resultados empresariales, especialmente de bancos y grandes tecnológicas. Las previsiones apuntan a un crecimiento del 8% en beneficios, algo más moderado que en el trimestre anterior, pero suficiente para sostener la expectativa de un posible rally de fin de año. El interés estará en comprobar el grado de inversión en inteligencia artificial, cómo se monetizan esas apuestas y, sobre todo, el guidance de las compañías para 2026.
En cuanto a asignación de activos de cara a la última parte del año, vemos varias oportunidades claras. Los mercados emergentes siguen siendo atractivos porque lideran el crecimiento económico global, se benefician de la debilidad del dólar y cotizan con descuento frente a Estados Unidos, con un PER cercano a 14 veces frente a las 23 veces del S&P500. Dentro de emergentes, India destaca por su favorable demografía y su potencial de consumo, mientras que China busca estabilizar el yuan respaldándolo con mayores reservas de oro. La banca estadounidense también ofrece un perfil interesante: entidades como JPMorgan, Bank of America o Goldman Sachs pueden capitalizar el auge de fusiones y adquisiciones, el repunte de dividendos y los programas de recompras impulsados por la desregulación. Más allá del sector financiero, destacar nombres como NRG Energy, que se sitúa en el centro del crecimiento de la demanda energética para alimentar los centros de datos, y Alibaba, que empieza a recuperar dinamismo en China y cotiza a múltiplos atractivos respecto a las big tech estadounidenses.
En el Viejo Continente, las tecnológicas europeas cotizan con un fuerte descuento frente a sus equivalentes estadounidenses y resultan esenciales en la cadena de valor de la inteligencia artificial; empresas como ASML y Asm Int están bien posicionadas para captar contratos derivados de las grandes inversiones globales en semiconductores. También sobresalen nombres como Novo Nordisk, que podría beneficiarse de la aprobación de un nuevo fármaco contra la diabetes y la obesidad.
En España, el IBEX 35 ha sorprendido al alza en 2025 gracias al flujo de capital extranjero y a la solidez del PIB, aunque los bancos parecen cotizar con cierta sobrevaloración tras las fuertes subidas. Dentro del índice, destacamos a Solaria, ACS e Inditex, esta última con perspectivas de resultados superiores a lo esperado, con un crecimiento previsto de entre el 7% y el 10% en el segundo semestre.
El Oro sigue siendo un activo clave, no solo como refugio en tiempos de incertidumbre, sino también como el activo con mejor comportamiento de los últimos años, reforzado por el interés de los bancos centrales de Estados Unidos y China.

