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Los últimos datos sobre M&A muestran que las operaciones se están reduciendo pero, por otro lado, su valor está aumentando. En el primer trimestre de 2025, el volumen de operaciones en España y Portugal cayó un 52,7% respecto al año anterior según el último informe de Datasite y Mergermarket. Sin embargo, el valor total de las transacciones aumentó un 13,2%. Estos datos marcan un cambio claro de tendencia: menos operaciones, pero más grandes y estratégicas. El sector de la tecnología sigue siendo el que más operaciones registra y el de la energía es el que más valor alcanza en sus M&A. Pero además de estos sectores, consumo e industria siguen manteniendo una actividad constante.

Esto hace inevitable que haya más interés por las operaciones que se realizan y que ese posicionamiento sea aún más necesario.  A mayor valor, más opiniones sobre la operación, tanto internas como externas de las empresas: buenas y malas. Por eso, es importante contemplar esta situación desde el inicio. Ir más allá de un buen “equity story”. Y llegar a ámbitos donde normalmente no se tiene en cuenta que puede afectar: desde el institucional a las comunidades locales, etc. 

Es fundamental trabajar el posicionamiento de la nueva entidad, eliminar las posibles dudas sobre los beneficios de esa unión, aumentar el reconocimiento de la marca en nuevos mercados, proveedores, inversores, socios, empleados, etc,. Puede reforzar las sinergias meramente financieras de la integración, e incluso, cambiar la percepción de la entidad que adquiere otra.  

El anuncio y la ejecución exitosa de una operación envían una señal clara de fortaleza, ambición y dinamismo a inversores, clientes, proveedores y reguladores. Desde el ámbito financiero, a menudo se traduce en una valoración más positiva por parte de los analistas y un incremento del atractivo para potenciales socios e inversores institucionales. Pero también es clave que esa valoración financiera se refleje en otros entornos y grupos de interés.

Tras la operación, la capacidad que se demuestre para gestionar una integración compleja refuerza la imagen de liderazgo y solvencia, atributos especialmente valorados en un entorno como el actual. Desde la óptica reputacional, la transparencia, la comunicación efectiva y la gobernanza durante todo el proceso de integración son claves para mantener y ampliar la confianza de los grupos de interés.

Si la operación finalmente es un éxito será por una buena planificación de todos los retos a los que se enfrenta la nueva empresa: la suma de diferentes culturas, especialmente en el caso de M&A de empresas presentes en diferentes países, la integración de sistemas y gestión, o la retención de talento clave. Para conseguirlo es fundamental la transparencia y la comunicación para eliminar incertidumbre, informaciones erróneas o falsas expectativas, y crear un proyecto nuevo basado en la confianza de todos los públicos implicados de forma directa, desde empleados, accionistas, inversores o proveedores, o indirecta, que es fundamental analizar en cada caso para no dejar a nadie atrás.

Porque una empresa, sobre todo tras una operación, no es sólo lo que ocurre de puertas hacia dentro, sino fundamentalmente es lo que sucede o se percibe desde fuera.  ¿Se puede medir el retorno de este esfuerzo no contable? Sí. Pero esa es otra historia.