Los  bancos centrales, contra el enfriamiento económico y la baja inflación

El crecimiento mundial ha caído por debajo del 3%, y los indicadores de confianza siguen señalando la ralentización de la actividad económica, especialmente en el sector manufacturero. Mientras tanto, el crecimiento del volumen del comercio mundial ha caído en terreno negativo y los riesgos siguen estando sesgados a la baja. Además, los principales indicadores sugieren que las perspectivas de inversión se han deteriorado considerablemente.

No obstante, al mismo tiempo, hay algunos atisbos de esperanza, como las señales positivas en torno a las conversaciones comerciales entre EE.UU. y China, la voluntad de los bancos centrales de seguir siendo flexibles, los modestos precios de la energía y la aplicación de medidas de estímulo para detener la actual ralentización económica china.

Con este telón de fondo, analizamos las claves de los principales mercados y bancos centrales mundiales:

EE.UU.: el crecimiento se ralentiza y la Fed entra en modo "dovish”

La economía estadounidense se ha acelerado en los últimos dos años y, a pesar de la caída del PIB del primer trimestre hasta el 2,6% (con respecto al cuarto trimestre de 2018), los datos de las encuestas siguen siendo bastante sólidos en general. Sólo se crearon 20.000 puestos de trabajo en febrero, una decepción. Pero esto debe ser visto en perspectiva: el promedio de seis meses sigue siendo de 190.000 puestos, el desempleo de los U6 (porcentaje de mano de obra que está desempleada y buscando empleo activamente) cayó al 7,3% (desde el 8,1%) y los ingresos medios por hora subieron casi un 3,5% interanual, el nivel más alto en una década.

Dicho esto, es probable que el crecimiento en el primer trimestre sea decepcionante. De hecho, el PIB adelantado de la Reserva Federal de Atlanta sólo apunta al 0,5%. Además, el debilitamiento de los estímulos fiscales, los efectos retardados de las subidas de tipos pasadas y un entorno externo más débil, junto con un dólar fuerte, sugieren que el crecimiento se debilitará a partir de ahora.

Además, la inflación disminuirá sustancialmente en el primer semestre del año, mientras que las presiones inflacionistas subyacentes siguen rondando el objetivo de la Reserva Federal del 2%. La combinación de la menor actividad futura prevista, la modesta inflación y la volatilidad de los mercados financieros ha hecho que la Reserva Federal sea más cautelosa. De hecho, en los últimos meses la Fed ha dado un giro de 180 grados hacia una política más “dovish”. Entre tanto, el organismo también proporcionó más información sobre el estado de su balance, que parece que se detendrá en un futuro próximo.

Eurozona: la economía sigue decepcionando y el BCE lanza más estímulos

La economía de la eurozona ha experimentado una sólida mejora en los últimos años. Sin embargo, la actividad se ha debilitado significativamente en los dos últimos trimestres y las perspectivas son bastante negativas, según los recientes indicadores de confianza. En este sentido, la desaceleración se debe tanto a factores externos como internos. El crecimiento de la producción industrial ha caído en terreno negativo como consecuencia de la caída de la fabricación de automóviles, la menor demanda de China y la continua incertidumbre política. Mientras tanto, las perspectivas tanto para la inversión como para las exportaciones se han deteriorado rápidamente. La confianza de los consumidores también ha disminuido, aunque a partir de niveles elevados y, en general, el consumo de los hogares debería mantenerse, ya que la subida de los salarios reales debería contribuir a sostener el gasto. Además, el repunte del crecimiento de los salarios también implica que las presiones subyacentes sobre los precios deberían ser algo mayores a partir de ahora. Dicho esto, el objetivo de inflación del 2% sigue pareciendo inalcanzable. Y las expectativas de inflación han disminuido significativamente en los últimos tiempos (también debido a los efectos de base vinculados a la evolución de los precios de la energía).

Lógicamente, la combinación de unas perspectivas de crecimiento pesimistas y de unas cifras de inflación por debajo de lo esperado han llevado al BCE a ser mucho más cauteloso en los últimos meses. Así pues, en su última reunión redujo las previsiones de crecimiento, aplazó la primera subida de tipos hasta 2020 (como muy pronto) y, al mismo tiempo, anunció un nuevo programa de TLTRO para los bancos comerciales.

Además, algunos países siguen dando motivos de preocupación, como Italia. La confianza en el país transalpino ha disminuido significativamente tras las elecciones de este año y el conflicto con la Comisión Europea por los presupuestos generales. Su crecimiento económico sigue siendo muy decepcionante y, sin un mayor progreso estructural e institucional, tanto en Italia como en la Eurozona, el país sigue siendo vulnerable a períodos de pánico de los mercados.

Japón: el BoJ se mantiene en alerta mientras que el crecimiento económico se reduce

Las perspectivas para la actividad económica siguen siendo bastante optimistas. Sin embargo, los responsables políticos tienen la intención de seguir adelante con el impuesto sobre las ventas, a pesar de reconocer que la demanda podría verse perjudicada, y parecen dispuestos a ofrecer una cierta relajación presupuestaria a cambio.

A pesar de las difíciles condiciones del mercado laboral, el crecimiento salarial y la inflación siguen siendo modestos. En consecuencia, aunque el Banco de Japón hace hincapié en el riesgo de los efectos secundarios no deseados de su política, continúa con la relajación monetaria.

China intenta frenar su desaceleración, pero no se vislumbra un repunte económico significativo

Los responsables de la política presupuestaria y monetaria china están intensificando sus esfuerzos para detener la actual desaceleración, estimulada por la disminución del crecimiento del crédito y las tensiones comerciales internacionales. El crecimiento oficial del PIB, que actualmente es del 6,5%, sobreestima el crecimiento real de la actividad económica (una estimación más realista se situaría en torno al 5%). Por lo tanto, la ligera reducción del objetivo de crecimiento del PIB a 6,0%-6,5% (desde “alrededor del 6,5%”), tal como se anunció durante el Congreso Nacional Popular, merece matices y es, en gran medida, simbólica.

La reducción de las tasas de interés interbancarias, los recortes de impuestos (principalmente dirigidos a las familias y las PYMEs) y algunos gastos de inversión adicionales deberían producir, en algún momento, resultados estabilizadores. Esperamos que esto suceda a mediados de año. El amplio crecimiento del crédito, aunque sigue sugiriendo que la actividad económica continúa bajo presión, está mostrando signos tempranos de estabilización. En general, si bien los políticos en China siguen tratando de detener la desaceleración del crecimiento, es poco probable que las medidas de estímulo relativamente modestas adoptadas hasta la fecha (en comparación con las adoptadas en la desaceleración de 2015/16) den lugar a un aumento significativo de la demanda.

Hans Bevers, Chief Economist, Bank Degroof Petercam