El mecanismo de los bonos ligados a la inflación protege frente a un riesgo de subida de los precios, que afecta tanto al capital como a los tipos de interés. Al contrario de los bonos tradicionales, donde la inflación afecta negativamente a la rentabilidad, su precio se revisa y se ajusta cada año en función de la evolución de los precios para obtener un rendimiento real constante. En concreto, el rendimiento procede de dos factores. Por un lado, e igual que sucede en los bonos tradicionales, u
na caída de los tipos de interés impulsa el precio de los bonos y, por otra parte, el precio de los bonos ligados a la inflación se ve directamente afectado de forma positiva por un aumento de la inflación, y viceversa.
Teniendo en cuenta el funcionamiento de este tipo de bonos y en un contexto marcado por el QE implementado por el Banco Central Europeo, en el que los bonos son una parte fundamental con una oferta marcadamente inferior a la de los bonos clásicos, el precio debería beneficiarse del desequilibrio entre la oferta y la potencial demanda. Además, las expectativas de inflación se encuentran en niveles históricamente bajos y si el QE funciona las previsiones se elevarán, lo que tendrán un impacto positivo en el precio de los bonos ligados a la inflación.
Además, en comparación con la renta variable, la volatilidad es históricamente baja (4,2%). Asimismo, constituyen una buena cobertura frente a un posible rebote técnico de los precios del petróleo. Y en el caso de que persistan las presiones deflacionistas, los bonos tienen capacidad de absorber la caída de las expectativas de inflación a través de su sensibilidad a la caída de los tipos de interés, aunque en este caso el vencimiento constituye un elemento importante.
Por todas estas razones, hemos decidido añadir bonos ligados a la inflación con vencimiento a largo plazo en nuestras carteras patrimoniales y diversificadas, con el fin de complementar nuestras fuentes de rendimiento, además de mantener la exposición a los activos de riesgo. Esto nos ofrece la posibilidad de obtener una buena rentabilidad en el caso de que se produzca un escenario de reactivación de la economía, mientras nos beneficiamos en el corto plazo de la caída de los tipos.