Los números no engañan: los credit default swaps
(CDS) de Grecia, nombre en inglés de los seguros contra default, se han disparado a 701 puntos básicos hasta cerrar en 3.727 puntos este viernes negro. Ese nivel de precio para los CDS equivale a decir que existe un 94% de probabilidades de que Grecia se declare en suspensión de pagos. Si bien, las autoridades helenas se han apresurado a desmentir que esto vaya a pasar, algunas potencias ya están curándose en salud.

Angela Merkel ya ha puesto en marcha acciones preventivas y está preparando planes para recapitalizar a los bancos alemanes en el caso de que Grecia no cumpla con las condiciones del rescate y suspenda pagos. El plan de emergencia incluye medidas para ayudar a los bancos y aseguradoras a hacer frente a una posible pérdida del 50% del valor de sus bonos griegos.

De hecho, a lo largo de la semana varios políticos se han pronunciado a favor de castigar seriamente a los países que no cumplieran con los objetivos de déficit. "Si un país no puede cumplir con las exigencias de la zona euro, entonces no le queda otra opción que abandonarla", dijo el ministro de Economía holandés, Jan Kees de Jager.

La maltrecha salud de la economía griega fue puesta de manifiesto con la publicación de su PIB este jueves. En concreto, la economía helena experimentó una contracción del 7,3% en el segundo trimestre respecto al mismo periodo de 2010. Esta cifra de PIB supone un empeoramiento de cuatro décimas respeto a las estimaciones iniciales, según informó la agencia griega de estadística, Elstat.

Con un miembro menos en el BCE tras la dimisión sorpresiva de su economista jefe, Juergen Stark, las miradas se centran ahora en el G7 que se reúne este fin de semana y que, entre canapé y canapé, podría llegar a algún acuerdo para espantar al fantasma de la recesión.