Este indicador, que tiene como fin conocer el comportamiento y las motivaciones de los inversores y ahorradores españoles, así como su nivel de confianza en los mercados, se sitúa en el -2,07 durante el segundo trimestre del año.

La crisis sociosanitaria provocada por la COVID-19 es el principal motivo desencadenante de la preocupación de los inversores, desplazando por completo a las causas recurrentemente mencionadas en anteriores oleadas, como la inestabilidad política, la guerra comercial o la desaceleración económica.

El impacto de la crisis de la Covid-19 ha impregnado por completo las intenciones de inversión de los hogares españoles en el pasado trimestre, así como sus expectativas en cuanto al desempeño de los mercados bursátiles: tanto los encuestados más optimistas como los más pesimistas aluden a la pandemia para justificar sus previsiones.

También ha polarizado mucho su opinión. Así, un 36% de los encuestados cree que las bolsas repuntarán en los próximos seis meses (lo que en otras circunstancias habría impulsado al índice a niveles positivos altos). Pero ese optimismo se contrarresta con un porcentaje de pesimistas también en niveles récord: casi la mitad de los consultados (49%) cree que se producirá una bajada de las bolsas. Las opiniones de aquellos que creen que estas “se mantendrán igual” solo representan el 15% del total, el porcentaje más bajo en este tramo en la historia del índice de JP Morgan AM.

Analizando en mayor detalle los últimos meses, el estudio de JP Morgan Asset Management permite ver cómo el impacto de la Covid-19 se dejó sentir de forma intensa en marzo y continuó en abril y mayo. El inicio de la desescalada y la finalización del estado de alarma en junio han permitido recuperar parte de la confianza de cara al futuro; y el último mes presenta un tímido movimiento al alza, llegando hasta el +0,3, a la espera del próximo desarrollo de la pandemia y la apertura de la economía.

Otro aspecto que se puede vincular directamente a la influencia de la COVID-19 es el enorme ascenso de la confianza depositada en los mercados asiáticos (un tercio de los encuestados opinan que serán los que experimentarán los mejores comportamientos). Una opinión probablemente relacionada con la percepción de que esta región parece haber superado antes la crisis y comienza a estabilizarse. Este 33% supone un hito en la serie histórica del Índice, siendo el mayor porcentaje registrado en la comparativa histórica.

La otra cara de la moneda la representa la bolsa española, con unas caídas en las expectativas de los inversores de 7 y 6 puntos con respecto a los dos últimos trimestres; pero, sobre todo, su homóloga estadounidense, que ha experimentado un derrumbe de 9 y 10 puntos. El pequeño inversor parece no confiar en este mercado (a pesar de que este cerró su mejor trimestre en veinte años). De nuevo las noticias sobre el aumento de casos de contagio y la vuelta atrás en la apertura de algunos estados parece influir en esta opinión negativa.

Estabilidad en las preferencias de productos

En un trimestre de grandes cambios de tendencias como este, no se observan, por el contrario, grandes variaciones en cuanto al tipo de productos financieros que los españoles contratan, produciéndose mínimos movimientos con respecto al trimestre anterior. Los depósitos, libretas o cuentas de ahorro permanecen en el mismo porcentaje (88%), mientras que los planes de pensiones descienden tres enteros, situándose en un 39%. Las inversiones en bolsa o acciones reducen un punto, hasta el 25%, y los fondos de inversión retroceden del 25 al 23%.

Tampoco se perciben cambios significativos en las fuentes de asesoramiento de los encuestados, aunque destaca el descenso de tres puntos en cuanto a las consultas con sus bancos (39%); y la subida de dos puntos de los encuestados que siguen las recomendaciones de la prensa económica (8,4%) y de un entero entre aquellos que se informan por su cuenta a través de Webs y páginas/foros/RRSS de bolsa (8%).