Mientras las tensiones geopolíticas en Oriente Medio continúan, sin saber ni cuándo ni cómo será el desenlace, el precio del crudo sigue presionando a los mercados a ambos lados del Atlántico, temiendo que la repercusión de esta subida pueda tener un impacto sin precedentes para las economías tanto desarrolladas como emergentes.
 
Recordemos como a finales de año las previsiones acerca de la subida de precios de las materias primas eran consecuencia de unas positivas expectativas de crecimiento para el 2011. Sin embargo, el escenario actual es bastante diferente al que nos imaginábamos y es la falta de oferta la que está acelerando la subida.
 
La UE declaraba esta semana que un petróleo 10 dólares más caro puede destruir un 0,2% de PIB, además de un aumento en el desempleo.

Por lo tanto, no es lo mismo un crecimiento de los precios por un aumento de la demanda que por una disminución de la oferta, ya que en el primer caso es el crecimiento económico lo que provoca el aumento de la demanda y, por tanto, de los precios, mientras en el segundo caso el aumento de precios puede repercutir de forma negativa en el propio crecimiento.
 
Ante un escenario de débiles expectativas de recuperación económica como el actual, la subida del precio del petróleo puede llevar a las empresas a alterar sus planes de inversión, es decir, a cancelar algunos proyectos de inversión y/o optar por un equipo menos intensivo en energía. Pero esto no sucede de un día para otro, sino que se produce en el medio plazo debido a que la reducción en la demanda no es inmediata.
 
Además, en el corto plazo a las empresas les resulta imposible trasladar esa subida a costes (de materias primas), perdiendo margen de explotación. En resumen, las empresas de servicios petroleros con exposición a estas zonas en conflicto pueden verse perjudicadas en los próximos meses si la situación en Líbia continúa agravándose y, más aún, ante la posibildad de contagio a Arabia Saudí.
 
La recomedación de inversión iría más por el camino de apostar por las empresas de ahorro energético y energías renovables con clara exposición a Asia. Y fuera del sector energético, en sectores defensivos como salud y telecomunicaciones.