En Europa no podemos dormir tranquilos. Eso al menos es lo que piensa el reputado economista Nouriel Roubini. En su último artículo “The Eurozone’s Calm Before the Storm”, el también llamado “doctor Muerte” ha asegurado que “hoy día el riesgo de que la unión monetaria pueda desintegrarse ha disminuido de manera significativa, pero los factores que alimentaron la idea continúan sin tener solución”.

Roubini reconoce que la intervención de Draghi y del Banco Central Europeo (BCE) en los mercados, la creación del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), los progresos en cuanto a unión bancaria, el hecho de que la recesión en la Zona Euro haya terminado, las reformas estructurales iniciadas en los periféricos y la predisposición de Alemania y otros países de la región a seguir proporcionando financiación han despejado algunas dudas con respecto a la “quiebra” de Europa.

No obstante, el economista turco advierte de que “tras esta imagen de calma que muestran los diferenciales más bajos y unos riesgos extremos menores, los problemas fundamentales de la Zona Euro siguen sin resolverse”. Para empezar, Roubini señala que el potencial de crecimiento es aún muy bajo en la mayor parte de la periferia, considerando las poblaciones envejecidas y el bajo crecimiento de la productividad, mientras que el crecimiento real, incluso cuando la periferia salga de la recesión en 2014, se mantendrá por debajo del 1% en los próximos años, lo que implicará que la tasa de desempleo seguirá siendo muy alta.

Mientra tanto, los niveles de deuda privada y pública, sostiene Roubini, seguirán siendo demasiados altos y seguirán aumentando con respecto al PIB, debido al crecimiento de la producción bajo o negativo. Algo que este experto achaca a que “la cuestión de la sostenibilidad a medio plazo sigue sin resolverse”.

Al mismo tiempo, preocupa al reputado inversor que la pérdida de competitividad ha pasado parcialmente desinadvertida. “La severa recesión en la periferia ha causado que las importaciones colapsen allí, pero el menor coste unitario de la mano de obra no ha impulsado lo suficiente a las exportaciones. El euro sigue siendo muy fuerte, lo que limita gravemente la mejora de la competitividad necesaria para impulsar las exportaciones netas frente a la debilidad de la demanda interna”, asegura.

Por último, se refiere Roubini a que “si bien el negativo efecto fiscal sobre el crecimiento es ahora más bajo, sigue siendo un negativo”. Y sus efectos se amplifican en la periferia a causa de restricción crediticia, a medida que los bancos insuficientemente capitalizados se desapalancan mediante la venta de activos y la reducción de sus carteras.

Pero por si esto fuera poco, para el economista turco el problema más grande al que se enfrenta Europa es que los avances hacia una unión bancaria, fiscal, económica y política, algo que el cataloga como “esencial en todos sus aspectos para la viabilidad de la Zona Euro en el largo plazo”, han sido demasiado lentos. De hecho, destaca Roubini: “no ha habido progreso alguno en las últimas tres (fiscal, económica y política) y el progreso en la unión bancaria ha sido limitado”.

Dice este experto que hasta ahora, el gran acuerdo entre el núcleo y la periferia se ha mantenido: la periferia continúa con la austeridad y las reformas, mientras que el núcleo sigue siendo paciente y proporciona financiación. Pero advierte Roubini: “las tensiones políticas en la Zona Euro pueden pronto llegar a un punto de ruptura, cuando los partidos populistas anti-austeridad en la periferia y los partidos en contra del Euro y del rescate en el núcleo logren victorias en las elecciones al Parlamento Europeo del próximo año”.

Si esto sucede, un renovado episodio de turbulencias financieras podría debilitar la frágil recuperación económica de la Zona Euro. Por tanto, sugiere Roubini: “La calma que ha reinado en los mercados financieros de la Zona Euro durante la mayor parte del año pasado podría ser tan sólo un respiro temporal entre tormentas”.

María Díaz