
Uno se imagina fábricas de coches con robots o compañías tecnológicas usando IA. Pero no es del todo así… la película completa es interesante y te lo cuento con dos gráficos.
En primer lugar, quiero destacar el sector de la agricultura. El sector agroalimentario es el más robotizado de todos. No es el de automoción, ni la aeronáutica, ni la electrónica.

Fuente: Carlos Arenas Laorga, con datos de Fidelity International
Desde la fabricación de maquinaria agrícola hasta tractores guiados con GPS que monitorizan los cultivos. Ya es una realidad. En industrias como esta de márgenes muy bajos, la imaginación se agudiza para sobrevivir. Estamos cambiando y ya se ha hecho en buena medida, al tradicional campesino de la azada por redes neuronales y un sinfín de sensores automatizados.
De hecho, me acuerdo de un gestor de un fondo de agribussines que me decía que la última plantación que había visto en EE.UU., los trabajadores le decían en tono de broma que menos mal que podían ver pelis en su Tablet, porque los tractores con mapeo de terreno hacían todo.
En el extremo opuesto tenemos la inteligencia artificial generativa, que avanza sobre todo en servicios financieros y seguros. Aquí no nos encontramos tanto robots, como algoritmos conversacionales. Por ejemplo, el machine learning, detectar fraudes, recomendaciones de productos personalizadas, y un largo etcétera que cada uno ve en su banco. Con la IA se filtran perfiles de riesgo, se hacen reportings, informes personalizados, campañas de marketing ad hoc… No es un humano, pero te conoce mejor que el asesor.
Otro sector interesante es el de la salud. Aquí el rango de exposición a la IA y a la robótica es totalmente transversal. Hablamos de máquinas de conversación que sirven para pedir cita y mandártela para que la agregues al calendario, de herramientas de diagnóstico (la de Google se ha demostrado un 80% mejor en los casos de detección temprana de cáncer de mama que los propios médicos), sistemas que predicen recaídas, operaciones quirúrgicas con robots desde la distancia. Y mucho más. En este caso, no se trata tanto de sustitución de los médicos como de hacerles súper médicos. Mejoras, márgenes de error menores, eficiencia…

Fuente: Carlos Arenas Laorga, con datos de Fidelity International
Curiosamente, el sector tecnológico no es quien más utiliza soluciones de IA generativa. Por eso resulta importante cuando queremos invertir en fondos de IA, que no se trate solo de empresas que la desarrollan, sino de las que se benefician de su implementación.
Por supuesto, no es que sea un sector ajeno a la IA, solo faltaba. Pero es que es un sector más centrado en la producción que en su operativa diaria. Nos podemos encontrar con algunas compañías de seguros que utilizan más estos instrumentos que las propias tecnológicas. Por ejemplo, ¿cuánto tiempo crees que pasará antes de que las aseguradoras te calculen el precio del seguro en función de la velocidad media, las horas a las que coges el coche, el historial completo de todo tipo de sanciones, etc.? Todos esos datos ya los van teniendo. Sí, tu coche inteligente comparte mucha información.
La gran diferencia es cómo los sectores tradicionales digitalizan su estructura productiva.
Estos datos nos ayudan a comprender mejor cómo evoluciona esta tendencia de crecimiento, y nos sirve para orientar las inversiones a sectores que quizá no pensábamos que eran los que más se aprovechaban de esto. Es decir, agricultura o seguros pueden ser más interesantes en términos de IA o robótica, que el propio sector tecnológico. Esto con pinzas, claro, pero la idea se entiende.
Me refiero a que el inversor debiera mirar no solo las big tech, sino los próximos movimientos en Smart agriculture, o la IA for health.
La inteligencia artificial y la robótica no son juguetes de laboratorio ni, desde luego, una moda que viene y se va. Está cambiando sectores enteros y no solo se va a quedar, sino que va a ir a más. Desde el campo, hasta el hospital, pasando por la elaboración de alimentos y tu banco.
Es una revolución en toda regla. Y no hay que pecar de ingenuos y perseguir solo las tecnológicas. Un algoritmo médico o un sistema antifraude del banco son ejemplos pequeños de usos en industrias que quizá no habíamos pensado.
Cuando quieras invertir en esta temática, fíjate también en lo que hace el súper de la esquina, en el pago automático de los cajeros de Decathlon, o en el contestador de IA de la solicitud de citas de tu seguro. Porque ahí es donde se implementan las mejoras tecnológicas que van a derivar en unos beneficios muy superiores.

