Los mercados asiáticos son el trampolín de la desescalada para los negocios internacionales

Es decir, que las ventas hispanas a Asia habían emprendido una velocidad de crucero, cuando hace apenas veinte años, durante los ejercicios previos al credit-crunch de 2008, eran prácticamente parajes inhóspitos para las empresas españolas. La Gran Pandemia ha empujado al espacio emergente a su primera recesión sincronizada de la historia. Pero Asia -coinciden instituciones multilaterales, organismos de comercio exterior españoles, firmas de seguro de crédito a la exportación y analistas económicos- comandará el despegue post-Covid y será el hábitat más estable para la reactivación del comercio global de las firmas españolas.

La reanimación económica asiática también es un acicate para la reanudación de la producción de las empresas españolas. No en vano, y tal y como se señala desde la Secretaría de Estado de Comercio en su análisis de la balanza comercial en 2019, las importaciones procedentes de Asia totalizaron 58.428,8 millones de euros, el 18,1% de las compras exteriores, tras registrar un alza interanual del 5,5%, lo que acarreó un saldo negativo de 39.128,5 con el conjunto de mercados del mayor continente del planeta, pese a experimentar una corrección del 4,6%. Es decir, que la capacidad de abastecimiento de bienes made in Asia son cruciales para el suministro diario de las compañías domésticas. Cada vez más, la trascendencia del Gran Bazar mundial sobre las tasas de dinamismo español -y de la productividad y competitividad de sus empresas- se ha convertido en estratégica. Javier Montalvo, director de Internacional de Cámara España, destaca el positivo tránsito de la actividad asiática en el horizonte post-Covid. Los pronósticos tanto del mercado como de las instituciones multilaterales -dice- “son los más favorables, con alguna excepción significativa que no alteran, en absoluto, la predicción más que probable de que Asia se va a convertir, si no en el motor, al menos en el eje de la recuperación económica global en 2021”. En este sentido, incide en que, al sondear los negocios en Asia, “deberemos poner el foco en la cooperación empresarial en sectores clave”, por lo que resulta importante que “el acceso de las empresas hispanas a estos mercados no se vea obstaculizado por nuevas barreras”. Motivo por el que apela a la Administración Comercial española, a que “contribuya eficazmente a una tarea” esencial para fortalecer el libre tránsito de mercancías, puesto en cuestión por las hostilidades arancelarias vividas en los dos últimos ejercicios que antecedieron a la declaración del Covid-19 como pandemia global. Montalvo también resalta las perspectivas de que Asia absorberá el 60% de la economía global en 2030. “Las estadísticas están ahí y apuntan en esa dirección, pero es cierto que más allá de las cifras de crecimiento agregadas, la situación y las oportunidades van a diferir por países y sectores”. En su opinión, “indudablemente, Corea, Japón y sobre todo China deben seguir en nuestro foco, como mercados; también como inversores, en particular en los segmentos vinculados a la tecnología, a los bienes de consumo o servicios”.

El director de Internacional de Cámara España hace hincapié en que los “países de Asia Central, como India o algunos del Sudeste Asiático van a ofrecer también muy buenas oportunidades, en ámbitos como las infraestructuras o el sector industrial”. En ese sentido, “no vemos que el Covid-19 vaya a alterar sustancialmente nuestra hoja de ruta, si bien hay que estar atentos a la defensa de nuestros intereses comerciales”, porque “será muy importante la preservación de nuestra autonomía estratégica en sectores como la salud, al igual que las cadenas globales de valor en las que tanto estos países como España estamos inmersos, pues la deslocalización de actividades no siempre será la mejor opción”. Obviamente -explica- “las empresas de mayor tamaño, las de carácter más tecnológico e innovador y las ya internacionalizadas parten en una situación de ventaja”. En Asia y en otras latitudes. “También sectores exportadores tradicionales como el de automoción, agroalimentario, bienes de consumo, ingeniería y los servicios, que son ya muy competitivas”. Pero también “veremos consolidarse a aquellas que sepan aprovechar las nuevas vías que abre la digitalización, los nichos que van a surgir en desarrollo sostenible o que estén activas en sectores relacionados con los nuevos patrones de vida, independientemente del tamaño de estas”. Abordar uno u otro mercado “dependerá, sobre todo, de las características, la posición y las oportunidades que tenga cada empresa”, aunque hay un denominador común que merece la pena abordar en busca del éxito: “la vía de la internacionalización siempre será una buena apuesta”.

Una climatología económica cambiante

Desde el servicio de estudios de Bankia recuerda que la Gran Pandemia es la recesión más dura de las catorce que ha padecido la economía mundial desde 1870 y la más global, porque afecta, en términos de caída de PIB per cápita, a más del 90% del planeta, frente al 85% de países que entraron en números rojos durante la Gran Depresión del 29. Además, ha provocado la revisión en las previsiones más rápida e intensa desde que tenemos registros de consenso y también la respuesta de la política económica, fiscal y monetaria de mayor calado. Por tanto, la recesión es única en múltiples aspectos y se necesita una respuesta cooperativa. Los mercados emergentes y en desarrollo, en su primera contracción sincronizada, han puesto en liza el 5,4% de su PIB en programas de estímulo. Aunque en naciones como India, Polonia, Malasia, Qatar o Sudáfrica los han elevado hasta el 10%. Con el 170% del PIB de deuda, 20 puntos por encima de sus niveles en la crisis de 2008, con un 25% de ella vinculada a sus corporaciones y denominada en divisas internacionales. En China, el catalizador del despegue en Asia y del mundo, “la reactivación está siendo gradual y el apoyo fiscal relativamente tímido”, lo que deja una recuperación diferencial, según sectores. Por el lado de la oferta, “la producción industrial ha retomado un crecimiento positivo (4,4% interanual en mayo), con perspectivas de mejora al ritmo de la normalización de sus cadenas de producción empresarial. El talón de Aquiles está siendo la demanda, en parte afectada por el continuo riesgo de nuevos contagios. En el ámbito interno, las ventas minoristas (-2,8% interanual) y, en especial, la inversión (-6,3%) siguen sin recuperarse a niveles normales, lastrados por la lenta reanimación del mercado laboral y por la incertidumbre. En el externo, las exportaciones retrocedieron un 3% en mayo, si bien los datos de indicadores de alta frecuencia sugieren un mayor dinamismo a inicios de junio, por el proceso de reapertura económica en los países avanzados. En suma, “esperamos una modesta contracción del PIB en 2020, lo que sería la primera caída anual desde 1976”, explica el equipo que dirige José Ramón Díez Guijarro.

Flujos comerciales en China

Sobre India, el segundo gran mercado emergente continental, la crisis del Covid-19 se encuentra en pleno brote, con ritmos de contagio ascendentes. A pesar de esta evolución desfavorable de la epidemia, el Gobierno nacionalista de Narendra Modi inició el proceso de levantamiento de las medidas de restricción a la movilidad, lo que facilitó el traslado de millones de trabajadores que habían emigrado de otras regiones a las principales ciudades. Pero los impactos mensuales de la pandemia han sido notables. Con una caída de la producción de acero del 65% en abril y del tráfico aéreo del 99,8% que anticipa una contracción del 3,3% como prevé el Banco Mundial, a lo largo de 2020, la primera recesión desde 1979. 

Indicadores India

El fuerte deterioro en el crecimiento y sus efectos negativos en la debilitada posición fiscal y de solvencia en el sector bancario fue resaltado por Moody’s el pasado mes de junio como el gran factor de su rebaja de su rating, que cae hasta la nota Baa3. Bajo perspectiva negativa, debido al riesgo de que la deuda soberana del gigante asiático pueda perder el estatus de inversión a medio plazo. Por si fuera poco, la rupia refleja uno de los peores comportamientos de entre las principales emergentes: hasta junio, perdió más de un 20% de su valor frente al dólar, desplome que ha obligado al banco central a intervenir en el mercado y a hacer uso de sus reservas de divisas, que se han reducido hasta niveles de 2011. Pese a lo cual, aún se mantienen en estadios confortables, en torno a los 350.000 millones de dólares en mayo, un 22% del PIB y más de 2,5 veces el servicio estimado para su deuda externa en 2020.

Los riesgos de impagos corporativos aumentan

Desde Crédito y Caución se asegura que “cualquier análisis actual” sobre la esfera emergente “debe tener en consideración la profunda perturbación provocada por el Covid-19, que afecta también a las potencias industrializadas”. Asia -dicen fuentes de esta aseguradora de crédito a la exportación- fue la primera región que soportó los daños de la pandemia” y, en el caso de su principal economía, China, obligó a la total paralización de su producción manufacturera y de su actividad industrial. Sin embargo, “en los últimos meses experimenta un despegue cauteloso”. India, por el contrario, “impuso muy pronto confinamientos sociales que se van suavizando de manera paulatina”. Su servicio de estudios prevé un retroceso del crecimiento en toda la región continental de entre el 0,1% y el 9,7% este ejercicio, en función de cómo se desencadenen tanto las desescaladas como los posibles rebrotes de contagios.

Los riesgos de impagos corporativos en Japón, explican fuentes de Crédito y Caución, se atisban en sectores como el acero, automoción y transporte, bienes de consumo duradero, metalurgia, construcción, servicios o textil. Sobre el acero, “se prevé que la debilidad de la tercera economía global recorte su valor añadido en más del 12% este año. Esta industria “está experimentando una fuerte caída en la demanda debido a la disminución de los pedidos de los fabricantes de automóviles y las empresas de construcción, que son los principales clientes de los fabricantes de acero japoneses”. En el segmento de la automoción y transporte, “los márgenes ya estaban bajo presión antes del brote de coronavirus”; productores y proveedores de vehículos nipones ya sufrían un deterioro global de las ventas de turismos y comerciales, lo que propició una fuerte disminución de la producción, tensiones de liquidez y déficit de efectivo en muchas empresas. Aunque el número de impagos y casos de insolvencia fue bajo entre 2018 y 2019, “se espera un aumento sustancial en 2020”. Y el riesgo crediticio “ha aumentado” por el deterioro financiero de sus firmas. El consumo privado de bienes de consumo no alimentarios se deterioró ya en el último trimestre de 2019, debido al alza del IVA en octubre. La Gran Pandemia ha acelerado este descenso y la continua disminución del sentimiento de los consumidores y el repunte del paro podrían dañar cualquier recuperación a corto plazo. Se prevé que el valor añadido de las ventas al por menor se contraiga más del 7% en 2020. Respecto a la construcción, los pedidos sufrirán un grave frenazo, con repunte de impagos, espacialmente de sus pymes. Al igual que las firmas metalúrgicas, por el descenso de la fabricación de metales en más de un 11% este año. En gran medida, por el aminoramiento productivo del segmento automovilístico. O el textil, donde tanto mayoristas como minoristas “se están viendo afectados negativamente por los cambios en el comportamiento de los clientes y la mayor competencia de las plataformas online”.

Las amenazas de morosidad empresarial más importantes en China guardan bastante relación con las de su rival nipón. Se concentran en las industrias de automoción y transporte, bienes de consumo duradero, construcción, metalurgia, papel, servicios y textil, afirman en la aseguradora española. A lo que hay que unir el recrudecimiento de la beligerancia arancelaria entre EEUU y China, aparcada semanas antes de la declaración de epidemia global del Covid-19, en un incierto principio de acuerdo entre Washington y Pekín. El analista de eToro Adam Vettese asegura que la tensión ha retomado la escalada, “tras el rechazo de Pekín rechazando a las peticiones de las aerolíneas estadounidenses de reactivar los vuelos y el anuncio de EEUU de prohibir la entrada de pasajeros procedentes de China”. Esty Dwek, responsable de Global Market Strategy en el banco de inversión Natixis, menciona las tensiones comerciales entre EEUU y China como uno de los elementos que han deteriorado el sentimiento inversor y bursátil en el tramo final del segundo trimestre y que se trasladará, con fases de volatilidad, durante el verano a los parqués. “Hay que elegir ser prudentes”, explica en una nota a sus clientes. Un nuevo distanciamiento de las relaciones entre las dos grandes superpotencias económicas que Dwek achaca a la nueva Ley de Seguridad Nacional para Hong Kong. Desde entonces, “la retórica de Trump se ha endurecido contra China”. Pero es una reacción más superficial que una fuerte marejada de fondo. Porque el presidente americano “necesita trasladar firmeza contra el régimen de Pekín por su campaña de reelección, pero sin ser excesivamente contundente para no empeorar las condiciones económicas y un descenso de los mercados, que podrían costarle el segundo mandato”.