Muchos economistas están advirtiendo que en Estados Unidos se empezará a notar un repunte de precios a partir de junio. ¿Cuál es tu opinión? ¿Estamos ya viendo señales de esa subida y crees que será significativa?
Es una cuestión difícil de prever con certeza. Como sabes, acaba de concluir la temporada de resultados del primer trimestre y las señales son mixtas. Por ejemplo, Walmart -una de las mayores cadenas minoristas del país- ha señalado que podría trasladar parte del aumento de costes a los consumidores. Sin embargo, Home Depot, otra empresa relevante en el ámbito del bricolaje y mejoras del hogar, comentó que no prevé tener que aplicar subidas de precios por el momento. Esto refleja una realidad ambigua. Hay sectores donde se plantea repercutir las subidas, y otros donde no se considera necesario. Además, los economistas coinciden en que este tipo de ajustes suelen ser eventos puntuales: una vez aplicada la tarifa o el incremento, no se repite continuamente. Por otro lado, algunos clientes con los que hablamos en Winston nos contaban que están negociando con sus proveedores internacionales para compartir el impacto. Es decir, una parte del coste adicional lo asume el proveedor, otra parte la empresa, y así se minimiza el efecto sobre el consumidor final. También hay que tener en cuenta que en muchos casos hablamos de componentes: algunos tienen tarifas, otros no. Esto complica aún más la evaluación del impacto general. En definitiva, hay mucha incertidumbre y probablemente habrá que esperar un poco más para ver cómo evoluciona realmente la situación.
Quizá empecemos a ver señales más claras en los próximos datos económicos. Por ejemplo, ya se ha publicado que los precios mayoristas cayeron un 0,5% en abril, mientras que los precios al consumidor subieron un 2,3% interanual, el menor avance en más de cuatro años. En pocos días conoceremos también el PIB del primer trimestre. ¿Crees que ya se reflejarán en ese dato las tarifas impuestas por Trump?
Es complicado afirmarlo con claridad, porque hay mucho "ruido" en los datos. La inflación sorprendió a la baja, lo que indica que, al menos por ahora, no se ha producido un efecto inflacionario claro derivado de las tarifas. Además, hay un factor importante que distorsiona las cifras del primer trimestre: muchas empresas adelantaron sus importaciones para evitar el impacto de las tarifas anunciadas por el presidente Trump. Esto significa que hubo un pico de importaciones, sobre todo en enero y febrero, que afecta directamente al PIB, ya que las importaciones se restan del cálculo. De hecho, la primera lectura del PIB trimestral arrojó una contracción del 0,2%. Ahora esperamos la revisión final, pero muchos analistas advierten que esa fuerte entrada de bienes antes de la aplicación de las tarifas podría estar desvirtuando los datos reales de actividad económica. Por eso, la mayoría de economistas coinciden en que habrá que esperar algunos meses más para poder detectar una tendencia clara. También hay cierta preocupación por el impacto en la confianza de los consumidores e inversores. Si esta incertidumbre genera una desaceleración del consumo, entonces sí podríamos ver un efecto más marcado en la economía en el segundo trimestre. Por ahora, estamos en una etapa de observación y análisis.
¿Y cómo están reaccionando los mercados ante esta situación? Porque seguimos en un contexto de gran incertidumbre, sin saber qué decisión puede tomar Trump de un día para otro…
Efectivamente, la incertidumbre es alta. Como recordamos, el mercado había tenido un buen arranque de año, pero el pasado 2 de abril se produjo una corrección importante. Desde entonces, a medida que comenzaron las negociaciones y se percibió cierta flexibilidad por ambas partes, los mercados lograron recuperarse con bastante rapidez. Desde Winston, nuestra visión es moderadamente optimista. Creemos que hay luz al final del túnel, porque vemos disposición real de ambas partes -Estados Unidos y sus socios comerciales- a sentarse a negociar. No obstante, esa salida aún no se ha concretado del todo, y el camino va a estar marcado por episodios de volatilidad, como ya hemos visto en otras negociaciones, por ejemplo, con Europa. El caso de China es ilustrativo: tras un periodo de tensión con medidas y contramedidas (el típico tit for tat), ambas partes acabaron sentándose a dialogar en Suiza. Eso permitió desescalar el conflicto, retroceder con algunas tarifas y generar una atmósfera más constructiva. Ese tipo de comportamiento es lo que el mercado observa con atención, y cuando detecta voluntad de acuerdo, lo interpreta positivamente. Dicho esto, aún no estamos fuera de peligro. El proceso sigue abierto, y cualquier retroceso o malentendido podría volver a generar turbulencias. La volatilidad, por tanto, seguirá siendo un factor clave en el corto plazo.
En cuanto a los tipos de interés, desde la Reserva Federal se ha empezado a hablar de que probablemente solo veremos un recorte de tasas este año. ¿Cuál es vuestra visión al respecto? ¿Creéis que se avecina una recesión o incluso un escenario de estanflación?
En mi opinión, todavía es demasiado pronto para afirmarlo con certeza. Personalmente, comparto el enfoque del presidente de la Fed, Jerome Powell, quien ha sido muy claro: hay que mirar los datos. Y eso es precisamente lo que estamos haciendo todos. Por el momento, los indicadores clave —como el empleo— siguen mostrando una economía sólida. Cada mes estamos viendo cifras de creación de empleo que oscilan entre 130.000 y 200.000 puestos nuevos, lo cual no es compatible con una recesión inminente. Al mismo tiempo, la inflación continúa bajando gradualmente, lo que da cierto margen de maniobra. Algunos analistas en el mercado creen que veremos solo un recorte puntual de tasas, y sinceramente, eso parece coherente con el panorama actual. Para que Powell y la Fed consideren una reducción más agresiva, tendríamos que ver una desaceleración clara del empleo —por ejemplo, dos o tres meses con cifras muy por debajo de lo habitual, o incluso negativas. En resumen, la Fed está adoptando una actitud prudente y dependiente de los datos. Y nosotros también. Mientras la inflación siga retrocediendo y el empleo se mantenga fuerte, no parece necesario cambiar de rumbo. Por ahora, este nivel de tipos parece estar funcionando razonablemente bien.
Ante tanta incertidumbre en los mercados, ¿nos recomendarías algún sector o región en particular donde invertir, algo que pueda ofrecer mayor seguridad en este contexto?
Si hablamos de seguridad, la renta fija sigue siendo el refugio tradicional. Pero mirando al mundo con una perspectiva algo más amplia, hay regiones y sectores que nos resultan especialmente interesantes. Uno de los mercados en los que empezamos a invertir hace más de un año es Japón, y nos ha ido muy bien. La bolsa japonesa llevaba mucho tiempo olvidada, con valoraciones muy atractivas. Tras décadas de deflación, Japón empieza a mostrar signos de crecimiento e inflación, lo que ha reactivado el interés de los inversores. De hecho, hace unas semanas estuvimos en Omaha y Warren Buffett habló muy positivamente de Japón, lo cual reforzó nuestra convicción.
Otro mercado que nos sigue gustando es Europa. A pesar de las críticas, la región está creciendo, con España a la cabeza. Además, las valoraciones siguen siendo razonables y Europa cuenta con sectores donde es claramente líder a nivel mundial: el lujo, los bienes industriales de alto valor añadido —como Airbus o las automotrices Porsche y Mercedes— y, por supuesto, la industria farmacéutica, con gigantes como Novo Nordisk, Sanofi o Roche.
Estados Unidos, por supuesto, continúa siendo una parte fundamental de las carteras. Pero hay que reconocer que está caro. Las grandes tecnológicas —las famosas "7 Magníficas"— han impulsado mucho el crecimiento, aunque las valoraciones ya son exigentes. Por último, un sector que ha ganado fuerza en EEUU es el financiero. Con la administración Trump se ha prometido más desregulación y mayor libertad en el uso del capital, tras años de restricciones impuestas tras la crisis de 2008. Eso ha dado impulso al sector, y podría seguir generando oportunidades si se concreta esa agenda de flexibilización regulatoria.
¿Qué opinión te merecen las criptomonedas? Hemos conocido recientemente que Coinbase se ha convertido en la primera y única plataforma cripto en entrar en el S&P 500. ¿Significa esto que las criptomonedas han llegado para quedarse en Wall Street?
Desde Winston, por ahora no estamos recomendando invertir en criptomonedas. La razón es sencilla: creemos que aún es muy difícil entenderlas en profundidad. Y si no las comprendemos bien, preferimos no incorporarlas a nuestras carteras. Dicho esto, hay un aspecto que sí consideramos positivo, y es el impulso que se está dando a nivel regulatorio. El presidente Trump ha prometido establecer un marco normativo claro para las criptomonedas. Desde nuestra perspectiva, eso es una señal muy favorable. La lectura que hacemos es que se busca atraer al ecosistema cripto —que hoy sigue siendo mayoritariamente offshore y con bajos estándares de transparencia y seguridad— hacia una regulación sólida dentro de Estados Unidos. El objetivo sería dotarlo de reglas claras, confiables, como las que ya existen en los mercados de acciones. Cuando uno compra una acción de Apple o General Motors, sabe exactamente qué está comprando y que está protegido como inversor. Esta misma semana, de hecho, se está debatiendo en el Congreso una propuesta legislativa para establecer ese marco regulador. Si se aprueba, creemos que podría ser un paso muy importante para profesionalizar y estabilizar el universo cripto.

