Según los datos, los nacidos entre finales de la década de 1990 y principios de los 2000 supondrán el 30% de los profesionales en 2030 pero ya hoy sus hábitos, prioridades y formas de concebir el trabajo han calado en el resto de las generaciones. La demanda de organizaciones más éticas y sostenibles, de jornadas más flexibles, que permitan conciliar mejor la vida personal, el fin del “trabajo duro” tal y como lo entendíamos anteriormente y la apuesta por entornos laborales en los que el bienestar de las personas y el cuidado de la salud mental sean las prioridades, serán la tónica dominante de un nuevo tipo de profesionales.

Profesionales que no quieren retroceder en los avances conquistados. Por eso, aunque 2023 no vaya a ser un año fácil, estoy convencida de que los cambios son irreversibles porque ya no sólo se trata de nuevas formas de trabajar sino de nuevas formas de vivir. 

Esta es una de las principales conclusiones que recogemos en el informe “Tendencias de talento 2023” elaborado por LLYC en colaboración con DCH, Organización Internacional de Directivos de Capital Humano. En él repasamos, además, otras ocho tendencias que marcarán la relación entre los profesionales y compañías el próximo año.

Una de las más relevantes es la que tiene que ver con la rotación. Pese a los quebraderos de cabeza que está dando a los equipos de RRHH, ésta no parece que vaya a ir a menos en 2023. Según un estudio de Gartner, en Estados Unidos la rotación voluntaria se mantendrá casi un 20% más alta que antes de la pandemia. Es, por tanto, el momento de hacer de la necesidad virtud y empezar a aprovechar las ventajas que este fenómeno puede tener. La rotación es la oportunidad de dotar de mayor diversidad a las plantillas e incorporar perfiles más senior, de reformular planes de carrera obsoletos y apostar por la movilidad interna para hacer frente al job hopping o la búsqueda permanente de nuevos desafíos y de transformar, de una vez por todas, las políticas de selección. Abrazar la rotación supone pasar de una relación con los candidatos basada en una vacante puntual, a una relación permanente a través de un proceso continuo.

A este contexto se siguen sumando tendencias propias de la progresiva digitalización que viven todos los ámbitos. Recursos Humanos no es ajeno a este fenómeno y empezaremos a ver, por ejemplo, como las experiencias inmersivas o el metaverso llegará con fuerza a la relación con el talento. Si 2022 fue el año de la explosión en el mundo del marketing, 2023 lo será en el ámbito laboral. La tecnología no sólo servirá para agilizar procesos o simplificar la vida del empleado sino que será parte fundamental para mostrar uno de los aspectos más demandados por los candidatos: experimentar el trabajo en una organización sin necesidad de pertenecer a ella. La experiencia se democratiza. Sin límites espaciotemporales, el metaverso facilita no sólo una nueva forma de acercamiento a los candidatos, sino que incluso puede llegar a modificar la experiencia dentro de la compañía. Desde el onboarding hasta la formación, el metaverso ofrece posibilidades infinitas para los equipos de talento.

En el fondo, todas estas tendencias responden a un camino imparable que se inició hace algunos años. Cada vez nos comportaremos como empleados de forma más similar a como lo hacemos como consumidores. Vivimos un cambio de paradigma en el que ya no son las empresas las que eligen personas sino las personas las que eligen empresa. 2023 volverá a ser entonces un año en el que Recursos Humanos seguirá adaptándose a un momento diferente en la relación talento- empresa. Son, por tanto, tiempos de innovación, de reformular lo que hacemos e incorporar nuevas capacidades, similares a las del marketing,  para poder abordar los desafíos que nos depara el futuro. Son, en definitiva, nuevos tiempos para Recursos Humanos.