Además, del mismo modo, comenzará a cotizar en el mercado de valores de Estados Unidos.
La intención es proteger y facilitar la expansión internacional y el crecimiento de la compañía mediante un entorno más estable desde el punto de vista legal, mayores oportunidades para obtener financiación y un ambiente fiscal más favorable.
El último día de febrero, Ferrovial abrió la caja de los truenos. El mismo día en que presentó sus resultados anuales, la compañía anunció el pasado martes sus planes de trasladar su sede a Países Bajos. La polémica saltó de inmediato, poniendo el foco en la política agresiva del Gobierno contra las empresas, tanto a nivel declarativo como en el ámbito fiscal. Sin embargo, la decisión de Ferrovial va mucho más allá de ahorrarse el pago de impuestos.
Ferrovial se fundó en 1952. Rafael del Pino y Moreno creó la empresa para realizar obras ferroviarias, pero amplió el negocio primero hacia las carreteras y luego a otras obras de ingeniería. Debutó en bolsa en 1999 con una capitalización de 3.125 millones de euros, y en este cuarto de siglo ha crecido hasta los 20.000 millones. Pero el Ibex 35 se le ha quedado pequeño a la compañía, que ahora aspira a conquistar la bolsa americana.
Esa es precisamente la motivación principal de la propuesta de marcharse a Países Bajos: la bolsa española -como la mayoría de europeas- no tiene un acuerdo con su homóloga estadounidense que le permita a Ferrovial cotizar en ambas a la vez. La excepción es Euronext, la bolsa neerlandesa, que sí abriría la puerta a Wall Street a la firma de infraestructuras española. De esa forma, podría captar la inversión de minoristas americanos, logrando un mayor acceso a la financiación y reduciendo el coste de emisiones futuras.