Esta evolución alentadora se debe a las sensibles subidas observadas en Alemania (+0,7% después del 0,0% del trimestre) y en Francia (+0,5% después de un -0,2%), sumadas a bajadas menos pronunciadas en Italia (-0,2%, después del -0,6%) y en España (-0,1% después del -0,5%), y avala un poco más la idea de que el nadir de la recesión se alcanzó al final del año 2012.


Esta reciente mejora cíclica no puede ocultar sin embargo las disparidades surgidas durante los cuatro últimos años tanto entre países de la zona euro, como entre la propia zona euro y Estados Unidos
. Aunque en el 2º trimestre de 2013, el PIB alemán ha alcanzado un nuevo máximo y borrado el momento de debilidad del final de 2012, el PIB francés solo ha regresado a su nivel de comienzos de 2012, todavía por debajo del pico de comienzos de 2008. En Italia y España disminuye la intensidad de la recesión, pero aún así su PIB se sigue desplomando a sus niveles más bajos desde 2000 y 2005 respectivamente, un 9% a un 7% por debajo del pico de 2008 y un 2% por debajo del valle registrado en 2009. El PIB del conjunto de la zona euro permanece por debajo de su pico de 2008, y durante los dos últimos años se ha rezagado más de un 6% con respecto al americano.

Por lo tanto, la mejora coyuntural observada estos últimos años queda muy relativizada a la luz de los resultados de los cuatro años anteriores. Es fruto de la mejora de los componentes más cíclicos de la economía, que recobran un poco de tono gracias a la demanda exterior. Pero la demanda interna sigue bajo presión en el grueso de la unión monetaria, debido a unas tasas de desempleo récord y a la austeridad presupuestaria adoptada por la mayoría de las economías europeas. La recuperación de la confianza de los hogares observada desde principios de año solo traduce la detención del desplome del consumo, y aún no permite entrever un verdadero retorno al crecimiento del componente principal del PIB en la eurozona.

Los primeros indicadores de actividad del mes de agosto han dado una prueba de la actual dinámica positiva (muy real) pero también de la debilidad absoluta de la actividad en la zona euro: los índices PMI de la industria y los servicios han vuelto a avanzar y a situarse por encima de 50, es decir en terreno de expansión, a niveles que no se veían desde hacía dos años.

Lógicamente, Alemania disfruta de un dinamismo superior al promedio de la unión monetaria, mientras los indicadores franceses se estancan y permanecen en zona de contracción. Más en general, sin embargo, los niveles descritos por estos índices siguen siendo flojos, y sugieren más una estabilización que una verdadera reactivación de la actividad en Europa.

Esta situación tiene implicaciones en la política monetaria: la reciente dinámica alentadora reduce la probabilidad de una nueva rebaja del tipo de referencia, que actualmente se sitúa en el 0,50%. Pero la ausencia de una verdadera perspectiva de reactivación del crecimiento, el estrangulamiento que sigue produciendo la austeridad presupuestaria, y la crisis del crédito que continúa afectando a Italia y España exigen que se sigan manteniendo unas condiciones monetarias muy acomodaticias. Así lo ha confirmado el BCE después de su última reunión: ha reiterado su intención de mantener un tipo de referencia “al nivel actual o más bajo aún durante un periodo de tiempo prolongado”, anunciado en julio para contener las presiones alcistas sobre los tipos. Esperemos simplemente que durante los próximos meses, la zona euro no sufra otro acceso de debilidad que exija un nuevo gesto del banco central.