En la actual crisis financiera, en la cual ya nadie se atreve a hablar de brotes verdes, todos conocen lo que está pasando y al mismo tiempo tienen más o menos claro cuáles son las soluciones pero el problema es que están, o estamos, atrapados en las redes del propio sistema y desenmarañarlo es complicado sin echar por tierra estructuras que lo sostienen. Aunque como decía Concepción Arenal: “todas las cosas son imposibles mientras lo parecen “.


Percibimos una realidad impuesta que trata de hacernos ver que el único camino posible es el que se está tomando. Pero como en todas las cosas, hay diferentes formas de atajar un problema porque de lo contrario este se enquista y hace fuerte. A veces decimos que cuanto más grande es el caos, más cerca estamos de la solución.

Hemos comentado muchas veces que sin crédito no hay recuperación y por muchas vueltas que le demos, eso es una verdad como un templo, y uno de los principales activos para que las cosas empiecen a cambiar. Si las personas, empresas, autónomos no tienen crédito, la recuperación no existirá, eso es de perogrullo. Se puede implantar la barra libre en el BCE y los bancos irán en masa y encabezando la procesión, los españoles. A por el dinero barato, porque es negocio para estas entidades, sirve en primer lugar para recolocarlo en depósitos en el propio BCE a un tipo superior al 1% prestado. En segundo lugar, para poder pagar sus propios plazos de pago en sus pptos. Y en tercer lugar, para la compra de deuda pública del país. Pero donde nunca va es al crédito que es para lo que se presta, pero ¿quién le pone el cascabel al gato?

Con este sistema montado, en el cual los gobiernos no pueden legislar contra las entidades financieras porque dependen de ellas para la compra de deuda y para financiar sus proyectos, cualquiera que sean ¿cómo se puede cambiar este estado de cosas? No se puede si no cambiamos el sistema y obligamos a que el fin para el que se da el dinero sea el fin para el cual se utilice principalmente, sin más.

Lo legislado es una manera de lavarse la cara frente a un estado de opinión que cada vez es más consciente de esta situación, más consciente de que el sistema está roto o quebrado y únicamente se mantiene para perpetuar una situación de privilegio frente al resto del sistema por la presión que ejerce el verdadero poder.

Es lógico y de sentido común que la dación en pago termine con la deuda con la entidad, como se estipula en el mundo anglosajón, y además es reclamado por toda la sociedad de una manera unánime, pero ¿qué ocurre? Los gobiernos de ningún signo se atreven, porque ello provocaría la quiebra masiva de las entidades, al tener contabilizado el valor de las viviendas o inmuebles por mucho mayor importe que el real (el 80% de los inmuebles están en esta situación según el informe del BdE), lo que todo el mundo conoce y nadie se atreve explicar. Por ello, y por otras muchas cuestiones, la confianza en nuestro país es débil, el sistema bancario esta muchísimo peor de lo que todos explican, los balances son papel mojado que no dice la verdad y el BdE que debe velar porque se cumplan las reglas, es el primero que las incumple, al hacer dejación de sus funciones en este y otros aspectos. Casi nunca decimos la verdad, la enmascaramos y el primer paso para solucionar un problema es explicarlo claramente, costará remontar la confianza en nuestro país por ese camino.

Nadie explica o dice la verdad de las cosas, únicamente en nuestro país políticos de partidos sin posibilidad de gobierno hablan un poco más claro, porque conocen que nunca llegaran a poner en práctica lo que predican, de ahí que cuando son necesarios sus votos para coaligarse se tiene un problema, qué me dicen del ---banco de la tierra---.
Mientras no cambie este estado de cosas, no habrá crédito y por consiguiente recuperación.

RAFAEL MONTAVA MOLINA
CONSULTOR EMPRESAIAL