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1. La posible puesta en marcha de una ‘economía estancada’: hace unos días el ministro de finanzas Sajid Javid renunció después de una disputa con el primer ministro Boris Johnson. Los mercados interpretaron la disputa como una señal de que el gobierno podría estar preparando un programa más ambicioso desde el punto de vista fiscal para poner en marcha una "economía estancada". La medida se produce cuando el país inicia un proyecto de infraestructura ferroviaria de alta velocidad que une Londres con el norte de Inglaterra, con un coste estimado de más de 100.000 millones de libras.

2. La necesidad de un catalizador: las perspectivas del Banco de Inglaterra, publicadas en enero, prevén un crecimiento del producto interior bruto del 0,2% para el primer trimestre de 2020. La previsión anualizada de Lombard Odier, es de un crecimiento del PIB del 1,4% y una inflación del 1,8%. El banco central dijo que sus previsiones asumen "que hay un movimiento inmediato pero ordenado hacia un profundo acuerdo de libre comercio con la UE el 1 de enero de 2021", aunque los inversores no deberían darlo por sentado dadas las complejidades de la negociación que se avecina y el plazo de fin de año para las conversaciones comerciales con la UE.

3. Las negociaciones sobre las futuras relaciones comerciales: la UE y el Reino Unido se preparan para iniciar estas negociaciones en marzo. El Primer Ministro ha dicho que el Reino Unido no planea seguir las reglas de la UE sobre subsidios, competencia, estándares sociales o el medio ambiente, y ya ha descartado solicitar una extensión del plazo del 31 de diciembre. La prisa del Reino Unido por firmar un acuerdo con la UE sugiere que quiere pasar rápidamente a asegurar acuerdos con otros socios comerciales, que traerán sus propios desafíos. El peligro es que, en lugar del "profundo" acuerdo comercial asumido por el Banco de Inglaterra, el corto plazo significa que es probable un acuerdo poco ambicioso. 

4. La posición de la industria financiera: un calendario corto no es compatible con la necesidad de negociar temas económicamente significativos, o políticamente sensibles, según la Comisión Europea. Cualquier acuerdo entre la UE y el Reino Unido debe abarcar el sector de los servicios financieros de importancia. La declaración política conjunta del Reino Unido y la UE ya reconoce que los servicios financieros deben incluir el reconocimiento mutuo o la "equivalencia" en las reglamentaciones. En este sentido, cualquier acuerdo de “equivalencia” no irá tan lejos como las normas existentes que permiten a las empresas de la UE y del Reino Unido operar en toda la región utilizando un sistema de "pasaporte". Eso permite a una empresa del Reino Unido operar en toda la UE, incluido el registro de un fondo mutuo o un fondo de cobertura en un Estado miembro y su posterior venta en otros.

5. El valor de la libra esterlina: la probabilidad de que la UE y el Reino Unido no lleguen a algún tipo de acuerdo parece ahora menor que antes de las elecciones generales de diciembre. Aun así, la posibilidad de otro escenario de fin de año sin acuerdo mantendrá la suficiente presión sobre la libra esterlina como para limitar cualquier repunte de la moneda británica. El Banco de Inglaterra tomó en enero la decisión de dejar las tasas sin cambios en un entorno económico estabilizador tanto en el país como en el extranjero. Aunque la gestora no prevé ningún cambio en la política de tasas este año, cualquier nuevo brote de incertidumbre relacionada con el Brexit probablemente empujará al BoE hacia la relajación.

6. Los rendimientos de los bonos: los rendimientos de los bonos soberanos a diez años del Reino Unido se negociaron recientemente cerca de mínimos históricos, en un 0,63%, lo que refleja las preocupaciones de los inversores sobre el crecimiento de la economía y la cautela sobre las negociaciones de Brexit. Esto hace que el diferencial de rendimiento entre los vencimientos a 2 y 10 años se aproxime a un nivel plano. Es altamente probable que el impacto general de cualquier estímulo fiscal en la curva de rendimiento sea marginal, pues los factores globales y los relacionados con el Brexit seguirán dominando el mercado de bonos del Reino Unido.

7. La renta variable del Reino Unido, al alza: este tipo de activo se ha beneficiado de una cierta reducción de la incertidumbre desde las elecciones y Lombard Odier cree que el crecimiento de las ganancias alcanzará un alto nivel de un solo dígito en 2020. El FTSE 100 ha disminuido un 1,4% este año, en parte debido a su exposición a las acciones cíclicas y al impacto del coronavirus. Sin embargo, se espera que a lo largo del año las empresas nacionales británicas ganen, en particular si el presupuesto del Reino Unido da un impulso fiscal en marzo.

8. Las estrechas relaciones entre la pesca y las finanzas: en la futura discusión sobre las relaciones post-Brexit, la pesca y las finanzas se están uniendo. Si bien el sector pesquero es económicamente mucho más pequeño que el financiero, es altamente político. La industria pesquera del Reino Unido contribuyó sólo con el 0,12% de la producción económica del Reino Unido en 2016, según un informe del gobierno británico. Los defensores del Brexit hicieron campaña con promesas de que la secesión de la UE daría a los pescadores británicos el control de las aguas costeras de Gran Bretaña, pero, a medida que las conversaciones progresen este año, debería quedar claro dónde están las prioridades del gobierno británico.