Sebastián Velasco, director general de Fidelity  en España y Portugal, daba la bienvenida explicando que “el evento que estamos celebrando aquí en Madrid es muy diferente al de los últimos años por dos razones. La primera es que los representantes de nuestro equipo de inversión que nos acompañan hoy no son directores de inversión o gestores, son miembros de nuestro equipo de análisis”. En su opinión, son ellos los que se merecen el reconocimiento del buen comportamiento de nuestros fondos. “En segundo lugar, no vamos a hablar de inversión geográfica, sino sectorial, o temática”, explicó el directivo durante la presentación.

Velasco hizo hincapié en que en los últimos años, en Europa, alrededor de un 25% del dinero que entró en fondos de inversión lo hizo en vehículos sectoriales o temáticos. En este sentido Ned Salter, director de análisis para Europa, explicó que en los últimos 15 años el análisis de compañías se ha vuelto cada vez más complicado. “Antes de ocupar mi puesto fui analista del sector de automoción y cuando empecé, hacer una buena inversión era tan solo cuestión de ajustar una ecuación en la que entraban el precio y el volumen, lo que se traducía en ventas. Hoy el mundo se ha convertido en algo cada vez más complejo. Estamos en un mundo global y conectado. Ahora un análisis no se puede hacer por una sola persona. En Fidelity tenemos una organización global con toda la gente y recursos necesarios para hacer esos análisis e identificar las tendencias disruptivas”, señaló Salter.

El director de análisis en Europa de Fidelity señaló dos ejemplos de compañías disruptivas como son Uber y Airb&b, aunque puntualizó que este tipo de empresa está extendida por muchas otras en otros sectores. En su opinión, la firma es capaz de identificarlas porque “nosotros como equipo de inversión podemos unir un análisis y así es como generamos alfa”.

Para explicar cómo trabaja el equipo de inversión en este proceso, Salter tomó como ejemplo el contexto actual en el que se mueve el sector de la automoción. Una industria abocada a cambiar más en la próxima década de lo que lo ha hecho en los últimos cincuenta años. El sector, explicó el experto, ha enumerado los cuatro retos a los que se enfrenta con un acrónimo, CASE, que en español hace referencia a la conectividad, el coche autónomo, el vehículo compartido y el respeto al medioamebiente.

Como apuntó Salter, “cuando yo comencé era solo cuestión de saber si el nuevo Volkswagen Golf era un buen coche y si se iba a vender más que el año anterior. Y si lo era, nosotros comprábamos acciones”.

Ahora la situación es mucho más complicada “y ni un solo inversor está lo suficientemente capacitado para desenlazar todo lo que ocurre en la industria por él mismo”.  El experto señaló que su obligación en este complicado contexto es econtrar dónde invertir el capital de sus clientes.

Con datos del Reino Unido, Salter apuntó algunos cambios: la gente cada vez usa menos el coche, se saca el carné de conducir más tarde. O en países como en Japón, donde hay cada vez más gente que prefiere no tener el carné de conducir y optan por invertir su dinero en tecnología, moda…. “Ya no es un deseo aspiracional conducir un buen coche para muchas generaciones y sí lo es, por ejemplo, tener el iphone X”, comentó Salter.

“Lo interesante, si se mira a la industria del automóvil a nivel global, es que el coche solo se usa un 5% del tiempo. Imaginen si invertimos en compañías donde su producto solo se utiliza un 5% del tiempo.  Lo que es interesante es que el coche es la segunda compra más importante de las familias después de la vivienda”, apuntó Salter. Y por eso afirma que “como inversores, intentamos encontrar fórmulas para maximizar los beneficios para nuestros inversores gracias a este cambio de tendencia en las preferencias de los consumidores”.

Las compañías se están adaptando también a la nueva tendencia de la movilidad compartida, por ejemplo. “Como inversores, tenemos que encontrar bolsas de beneficios en estas nuevas tendencias”, afirmó el experto de Fidelity durante su intervención.

Para Salter, otra de las características que hace muy difícil la inversión temática si no se cuenta con un gran equipo global es que “es muy complicado predecir disrupciones”. Y pone el ejemplo de las previsiones que se hacen en la industria sobre el vehículo eléctrico, donde ya se han producido estimaciones erróneas sobre la penetración de este tipo de coche en las últimas décadas.

“En Fidelity tenemos unas estimaciones diferentes con respecto al resto del mercado, lo que implica que es muy difícil hacer una predicción correcta, y menos una sola persona”, señala el analista. Y pone un ejemplo: hoy necesitamos saber sobre tecnología y la diferencia entre una batería de litio y una de cobalto, sobre por dónde se van a mover los tipos de interés, sobre el impacto en los créditos para la compra de un autómovil a través del leasing, sobre la capacidad de las compañías de transporte de electricidad, petróleo, energías renovables… “Es un difícil ecosistema en el que se han de mover los analistas”, señalçp el experto.

Para Salter, una plataforma como la de Fidelity, con 135 analistas de renta variable y 70 expertos de renta fija, da una gran ventaja a esta gestora sobre otras firmas de inversión.

Tampoco olvidan en la entidad el uso de herramientas tecnológicas como la inteligencia artificial, que les permiten complentar su análisis.

Sector tecnológico

Pero si hay un sector impactado por la disrupción, ese no es otro que la tecnología, en la que cada vez gana más fuerza la fuerte evolución de la inteligencia artificial.

El experto que explicó la visión de Fidelity al respecto fue Jonathan Tseng, analista senior de tecnología de la entidad, que apuntó que parte de su trabajo es identificar cuál será la próxima tendencia en la industria.

Tseng define la inteligencia artificial como “robots comportándose como lo haría una persona inteligente”.  Esto es algo que haría, por ejemplo, la aplicación de Google Photos, que agrupa las fotos por categorías, tan solo identificando imágenes. La cuestión es “como inversores, dónde podemos invertir”, explica el analista de tecnología de Fidelity.

En la prensentación se fijó en una tecnología específica, el “Deep learning”, que está generando mucha disrupción en una gran variedad de industrias. Se trata de una tecnología que implica que las máquinas se hacen más inteligentes cuantos más datos procesan. Para que esto funcione se necesitan datos, por eso Tseng explicó que “cuando alguien se te acerca diciendo que tiene una inversión en una compañía que hace Deep learning, la pregunta a hacerle sería de dónde proceden sus datos y si los posee, porque si no tiene datos es imposible tener un negocio duradero”.

Con la tecnología y el Deep learning, por primera vez en décadas “los ordenadores ya se han convertido en más inteligentes que los humanos”, explicó el experto. Son, incluso, capaces de crear arte, de diseñar, de crear estructuras más eficientes de lo que lo hubieran hecho los humanos. Y eso, comentó Tseng, va a tener efectos en la economia, por ejemplo el empleo en call centers, conductores de taxis, diseñadores….

¿Cómo invertir en esta tendencia? Hace años en Fidelity, explicó el experto, durante sus reuniones con empresas “vimos que la inteligencia artificial era un tema realmente importante. Como en otros sectores, para tener una comprensión profunda es importante contar con un equipo global que sea capaz de profundizar en la importancia de esta tecnología en todos los sectores”, comentó el analista de tecnología de Fidelity.

Bancos

Pero si hay una industria que se está viendo afectada por la disrupción tecnológica, esa no es otra que la financiera. Diez años después del inicio de la crisis de las subprime el sector no ha dejado de enfrentarse a retos, y este tampoco parece ser especialmente sencillo de superar. Los bancos se encuentran también inmersos en una etapa de cambios radicales.

Lee Sotos, analista del sector financiero de Fidelity, lo dejó claro durante su intervención en esta jornada: “dos de las cosas en las que estamos trabajando como equipo global son la desregulación y la tecnología”.

Explicó el experto que la desregulación que quiere poner en marcha la administración Trump tiene que ver con relajar las normas impuestas en los últimos años para la banca. “Gran parte de la regulación que se puso en marcha tras la crisis financiera fue bastante positiva para el sistema bancario, pero también algo exagerada”, explicó Sotos.

Para la industria financiera una menor regulación, por ejemplo en las exigencias de capital, terminaría relajando los costes de los créditos y el tipo de interés que pagan los americanos. Y eso es positivo para los beneficios de la industria.

La desregulación es importante –explicó Sotos- por su impacto en la rentabilidad de los bancos. Suelen subir en bolsa cuando sus ROE (rentabilidad sobre activos propios) mejoran durante un periodo largo, y eso no sucede en un entorno como el actual.

También esperan que la desregulación se relaje en términos de exigencias de capital, que en opinión de Sotos “podrían rebajarse un poco, no volver a mínimos”.

Según los análisis del experto, la rentabilidad de los bancos americanos podría subir hasta un 35% si se lleva a cabo esa desregulación, “hacia unos niveles que podrían llevar al sector a potencialmente subir en bolsa”, señaló. Él considera que esto ocurrirá antes en la banca estadounidense que en la europea, que lleva “un par de años de retraso”, indicó.

En cuanto a la tecnología, “es importante señalar que los bancos están invirtiendo muchísimo, y no solo en la parte de consumo o la digitalización”, reconoció el experto. Por áreas, la que más invierte en este sentido es Estados Unidos, seguida de Europa.

Para Sotos, la tecnología también es importante para ayudar a los bancos a recortar costes. El experto calcula que normalmente una transacción tradicional puede costar al banco hasta 65 centavos, mientras que una a través de una plataforma digital móvil tiene un coste de apenas tres centavos, con todo lo que eso implica en ahorro para los bancos. 

“Uno de los gastos en los que el sector financiero puede recortar con fuerza es el del número de oficinas, que en opinión de Sotos podría reducirse alrededor de un 25% en Estados Unidos en los próximos diez años. Eso le ahorraría hasta 30.000 millones de dólares al año”.

Como conclusión, el experto aseguró:“Soy muy optimista con la banca. Desde un punto de vista de rentabilidad, estamos en un proceso de mejora gracias tanto a la desregulación como a la tecnología”.