Quirónsalud advierte de la importancia de las revisiones en el cáncer de ovario

En esta ocasión, se recoge la historia de superación de Concha Navarro. Su vida dio un giro repentino en febrero de 2020 cuando acudió a urgencias con molestias abdominales y un sangrado genital. Fue el inicio de un proceso que no esperaba, de una enfermedad que a menudo aparece de forma silenciosa.  

El cáncer de ovario es un tumor con síntomas muy inespecíficos, lo que provoca que el 70% de los casos se diagnostiquen en fases avanzadas, como le ocurrió a esta zaragozana de 67 años. Sin embargo, tanto ella como el doctor Alberto Lanzón, ginecólogo especialista en tumores ginecológicos de la Unidad de la Mujer de Quirónsalud Zaragoza, remarcan que hoy hay más motivos para mirar al futuro con optimismo gracias a los nuevos tratamientos y equipos técnicos. Asimismo, aseveran que las revisiones periódicas son un buen aliado para ayudar a su detección temprana.  

Cada año se registran en Aragón un centenar de casos. La gran mayoría de las mujeres que lo padecen superan los 45 años, siendo la edad media entre los 61 y los 63 años. En cuanto a los factores de riesgo, un 11-15% de estos tumores tienen un componente genético, por lo que la historia familiar es posiblemente el más desfavorable. Asimismo, destacan la endometriosis, el síndrome del ovario poliquístico, la infertilidad y el tabaco. Por contra, como factores protectores, figuran la lactancia materna, el uso de anticonceptivos, los DIU hormonales o la ligadura tubárica. En mujeres con una mutación genética confirmada, se recomienda una cirugía reductora a partir de los 40 o 45 años, intentando siempre que la paciente haya cumplido sus deseos reproductivos. 

Señales que pasan desapercibidas 

La sintomatología del cáncer de ovario es muy anodina y larvada. El Dr. Lanzón explica que “a veces se confunde con síntomas que pueden parecer una patología benigna de tipo digestivo, como sensación de plenitud, molestias abdominales inespecíficas, hinchazón abdominal en estadios avanzados y, excepcionalmente, como le sucedió a Concha, sangrado genital”.   

Ante esta problemática, el control periódico es recomendable. “La detección precoz es la clave del éxito terapéutico y del pronóstico de estas pacientes”, apunta el especialista. “En el cáncer de ovario -añade-, es difícil obtener un diagnóstico temprano y no tenemos medidas de eficacia demostrada, pero sí que es verdad que hacer revisiones periódicas puede ayudar a que, si tenemos un tumor de este tipo, lo cojamos en una etapa más precoz”.  

Para hacer frente a esta patología, el doctor hace hincapié en los últimos adelantos tecnológicos. “Ahora disponemos de equipos técnicos más modernos y precisos, capaces de detectar y tipificar estas tumoraciones anexiales y también posibles metástasis a distancia que hace unos años se nos podían escapar. Igualmente, en el campo de la cirugía, el instrumental es mucho más preciso y seguro para las pacientes”, señala. A su vez, afirma que “en la quimioterapia es donde más se está avanzando y de forma más rápida. Sobre todo, con las terapias diana, entre las que la inmunoterapia se ha posicionado como un tratamiento importante que complementa la quimioterapia tradicional”

En el Instituto Oncológico Quirónsalud Zaragoza se aborda el cáncer desde un punto de vista multidisciplinar a través de los ‘comités de tumores’. “Es tan importante el especialista que lo diagnostica como el que estudia el tumor en el laboratorio y el que lo va a tratar posteriormente. Al final, hay que hacer un ‘traje a medida’ y este lo tiene que realizar un equipo multidisciplinar”, sostiene el doctor. 

“Deposité una confianza total en los médicos” 

Este equipo transversal fue el encargado de tratar a Concha, quien tuvo que someterse a dos intervenciones quirúrgicas. En la primera, le extrajeron los ovarios y las trompas de Falopio y, en la segunda, se llevó a cabo una cirugía oncológica completa. Tras ello, su diagnóstico fue un carcinoma tubo-ovárico seroso de alto grado con una adenopatía paraaórtica positiva, con lo cual implicaba un estadio III. Recibió seis ciclos de quimioterapia y un tratamiento durante varios años con terapias diana. “Hoy puedo decir la palabra cáncer sin morirme del susto. No obstante, cuando me lo comunicaron, fue como si una nube negra se hubiese posado sobre mi entorno, ya que tenía dos familiares cercanos con un tumor. Me quedé bloqueada. Estaba más preocupada por su reacción, que por lo que me pudiera pasar”, recuerda. “Así que -continúa-, decidí quitarle hierro a la situación, afrontar la enfermedad y confiar en los médicos”.  

Concha se aferró a la vida; a su familia, a sus amigos, a todo aquello que le proporcionaba bienestar como leer, pasear… y también escuchar música, que, como ella cuenta, “fue su otra medicina”. “Deposité una confianza total en los médicos y seguí el tratamiento a rajatabla para ser corresponsable con mi curación”, subraya. Asegura que, a pesar de alguna pequeña molestia y de la caída del cabello, su recuperación fue mejor de lo que esperaba y pudo llevar una vida prácticamente normal. Ahora, totalmente recuperada, mantiene sus controles médicos, disfruta aún más de las pequeñas cosas que le rodean y siente una enorme gratitud por la atención y el cariño recibidos.  

Optimismo, entereza y ganas de vivir. Valores que identifican a Concha y que el Dr. Lanzón ensalza porque, sin duda, le han ayudado en su recuperación.