La tiroides es una glándula pequeña, de unos 4 centímetros, con forma de mariposa que se encuentra en la zona anterior del cuello y es un órgano importante del sistema endocrino. Apenas es palpable pero, si por cualquier problema aumenta de tamaño, se nota un bulto característico en el cuello que se conoce como bocio. Esta glándula produce las hormonas tiroideas que se encargan de regular el metabolismo, la forma en que el cuerpo utiliza la energía para que funcione cada uno de los órganos. Estas hormonas afectan a prácticamente todos los órganos del cuerpo y controlan muchas de sus funciones como por ejemplo, la respiración, el ritmo cardiaco, la digestión, la temperatura corporal, el crecimiento, el estado de ánimo o el ciclo menstrual.
Existen diversos factores que pueden afectar a la glándula tiroidea y provocar enfermedades como el hipotiroidismo, cuando la tiroides produce menos hormonas o el hipertiroidismo, cuando la glándula trabaja demasiado. Uno de esos factores, es el autoinmune, es decir, cuando el sistema inmunológico, que protege el cuerpo y ayuda a combatir enfermedades, ataca por error a los órganos sanos como si fueran un agente invasor, un virus o una bacteria. La doctora Alessandra Luque, especialista del Servicio de Endocrinología y Nutrición del centro médico-quirúrgico Olympia Quirónsalud explica que “en ese caso, ataca a la glándula tiroidea produciendo anticuerpos dirigidos contra ella y provocando que trabaje mal. Si trabaja menos, se produce un hipotiroidismo primario autoinmune más conocido como Enfermedad de Hashimoto”.
En la enfermedad de Hashimoto, el sistema inmunitario provoca inflamación y destrucción de la tiroides y por lo tanto, esto conlleva a una reducción hormonal, afectando al funcionamiento de ciertos órganos. Los síntomas más comunes de esta enfermedad son la falta de energía, aumento inexplicable de peso, piel seca, tendencia al estreñimiento, sensación de frío o caída del pelo. Para su diagnóstico, basta con una analítica y, según la edad del paciente y el grado del hipotiroidismo, se pondrá el tratamiento adecuado. La enfermedad de Hashimoto puede presentarse en cualquier persona y edad, pero suele afectar especialmente a mujeres, personas de mediana edad y a individuos con antecedentes familiares de enfermedades de la tiroides o con otros trastornos autoinmunes. Los síntomas suelen presentarse muy lentamente y tardar tiempo en manifestarse, variando de una persona a otra.
Cuando la glándula tiroidea produce más hormonas de las necesarias, se produce hipertiroidismo o Enfermedad de Graves-Basedow si es que el factor desencadenante también es autoinmune, provocando palpitaciones, pérdida de peso sin motivo aparente, sensación de más calor del habitual, nerviosismo, temblores, insomnio, alteraciones menstruales, en algunos casos puede afectar a los ojos causando lo que se conoce como “ojos saltones”.
Otro factor que afecta a la glándula tiroidea es la falta de yodo. Cuando se tienen niveles bajos de yodo, fundamental para la producción de las hormonas tiroideas, puede provocar trastornos como el bocio o hipotiroidismo, por eso es muy importante tomar alimentos ricos en yodo como pescados y mariscos o huevos para prevenir este déficit, sin embargo no hay que exceder este consumo pues en grandes cantidades puede ser perjudicial y, por supuesto, está contraindicado para aquellas personas que tienen hipertiroidismo.
Otro factor que puede alterar el funcionamiento de la glándula tiroidea sucede cuando hay nódulos en la glándula, es decir pequeños tumores que algunas veces funcionan de forma autónoma produciendo más hormona tiroidea, lo que se conoce como “hipertiroidismo por nódulo tóxico”. Pero en la mayoría de las ocasiones, los nódulos no producen mayor producción hormonal y solo pueden causar molestias al tragar, pues comprimen la tráquea por su tamaño. “Por suerte, la mayoría de los nódulos son benignos, tan solo el 5 por ciento pueden ser malignos, de ahí la importancia de hacer una ecografía si hay sospecha de algún nódulo a la palpitación física, si existe algún antecedente familiar o personal, como la radioterapia cervical, por ejemplo” puntualiza la doctora Luque.
Ciertos medicamentos también influyen en la función tiroidea como alguno que se utiliza para controlar las arritmias (Amiodarona) o los contrastes yodados que se usan en radiología. Estos medicamentos contienen yodo y, en personas susceptibles, puede desencadenar problemas de tiroides. Asimismo, el litio, utilizado en el tratamiento del trastorno bipolar u otros tratamientos para el cáncer, también pueden modificar la producción de hormonas tiroideas.