El sábado se aprobó una ayuda financiera al Estado español con una finalidad única: dar apoyo financiero a las entidades bancarias que estuviesen atravesando dificultades. Al final nuestro estado se va a endeudar hasta en un 9,1% de su PIB con la sola finalidad de ayudar a sus bancos. Recuerden ustedes que la Unión Europea considera un déficit excesivo aquel que supera el 3% del PIB en un año. Así, de golpe, España se va a endeudar en tres déficit excesivos. Casi ná que diría el castizo.


Los fondos recibidos van a ir a financiar en forma de préstamo algunas entidades y en forma de capital a otras. Las primeras, aunque se les cobre un tipo más alto que el que pague el Estado a su vez, disfrutarán de una subvención encubierta pues nadie está dispuesto a prestarles a las tasas que lo va a hacer el Estado español.
Esta financiación, ya metidos en la lógica perversa de las subvenciones, sólo puede tener sentido si las instituciones beneficiarias van a poder rentabilizar los fondos recibidos. Sin embargo, tengo la sensación que eso va a ser difícil, porque con esta ayuda lo que se pretende es que las entidades no tengan que liquidar sus activos inmobiliarios de manera precipitada en la actual situación de mercado y puedan aguantarlos para tiempos mejores y esa operación no me parece, aunque los precios se recuperen, suficientemente rentable.

Otras entidades recibirán la ayuda en forma de capital. En este caso, el Estado sólo podrá recuperar su inversión mediante la privatización de las entidades capitalizadas ahora más tarde. Durante muchos años el Estado no recibirá dividendo alguno, por lo que los intereses que tiene por su parte que pagar aumentarán su déficit. La privatización posterior puede ser un gran negocio, pero más bien me inclino porque será una venta con la que quitarse un problema en el futuro. Los bancos participados por el Estado pueden conformarse en el futuro como las nuevas cajas. De hecho, los bancos que van a recibir ayudas en formas de capital van a ser los que provienen de la transformación de las antiguas cajas. Ahora reconvertidos en bancos necesitan capital, que como será público va a generar la situación ya conocida de que su control va a ser político. Las entidades financieras bajo control político ya sabemos cómo acaban.

Las crisis financieras han afectado a todas las entidades pero, salvo las cajas de ahorros, con más o menos dificultades, no nos han dado sustos graves o que no pudieran solucionarse con las soluciones propias de la economía de mercado: venta de activos, absorción por otras entidades, etc… Sólo las cajas de ahorros han sido incapaces de salir adelante por sí solas. Esperemos que estas últimas ayudas en forma de capital no sean sólo una prórroga.

@rubenmansolivar