No obstante, advierte de que para preservar esta ganancia, tras finalizar la recesión, será necesario acometer las reformar necesarias para aumentar la competencia de algunos mercados.
El Banco de España recuerda que la inflación en España se ha desacelerado de forma "sustancial" desde el pasado verano cuando, en julio, alcanzó un máximo del 5,3%, tasa que ha ido descendiendo hasta el -0,1% registrado el pasado marzo, el menor porcentaje desde 1952.
Además, desde diciembre de 2008 la tasa de inflación española se ha situado "apreciablemente" por debajo de la de la zona del euro.
Añade que la mayoría de los analistas consideran que, de manera transitoria, los próximos meses continuarán registrando tasas negativas.
En este sentido, la institución que dirige Miguel Ángel Fernández Ordóñez explica que, "aunque es una confusión extendida", la deflación no debe confundirse con el mero hecho de que el ritmo de variación de un índice de precios sea "transitoriamente" negativo.
Así, califica de "habitual" que se reduzcan los precios de algunos bienes y servicios, especialmente en un entorno de inflación moderada, y agrega que los ajustes de precios vinculados a la oferta y la demanda "son necesarios para una asignación eficiente" de los recursos económicos y "no suponen un proceso de deflación".
El concepto de deflación, insiste, sólo se aplica al fenómeno de una caída generalizada y prolongada de los precios de una economía.
Además, considera que debe tenerse en cuenta que la caída de precios puede estar provocada por perturbaciones de distinta naturaleza.
Así, perturbaciones positivas de oferta que mejoren la productividad pueden conllevar caídas generalizadas de precios y están acompañadas de un mayor crecimiento económico y de incrementos de los salarios y de los beneficios de las empresas.
Por el contrario, el proceso puede ser pernicioso si responde a una "intensa contracción" de la demanda, ya que puede desencadenar expectativas de caídas sostenidas de precios que frenen las decisiones de consumo e inversión.
La severidad de esta situación, añade, se agrava por el aumento de las deudas y por los mayores pagos, que suponen mayores dificultades para los hogares y las empresas.
Todo ello, añade, en un marco, en el que como los tipos de interés no pueden ser negativos, la eficacia de la política monetaria "es sustancialmente limitada".
El Banco de España subraya que los procesos de espiral deflacionista son de naturaleza monetaria, por lo que, en una unión monetaria, no pueden darse aisladamente en algunos países.
"Los riesgos de deflación en España son, por tanto, sólo aquellos que puedan existir para el conjunto de la zona del euro", reitera.
En una unión monetaria, concluye, pueden existir divergencias de precios, pero cuando esas diferencias rebasan ciertos límites "tienden a corregirse".
Así, recuerda que el diferencial de inflación de España respecto a la zona del euro entre 1999 y 2008 ha supuesto una erosión de la competitividad-precio, con consecuencias negativas sobre la producción y el empleo.
La corrección de esta situación, explica, se está manifestando actualmente en la contracción de la demanda y en la existencia, por primera vez, de un diferencial de precios negativo.
Por último, augura que el IPC español volverá a registrar tasas positivas en los últimos meses del año.

