Los economistas de la CASS, una institución adscrita al Ejecutivo chino, creen que la inversión en activos fijos, clave para lograr el objetivo de crecimiento que se ha impuesto Pekín, del 8%, podría alcanzar este año los 23 billones de yuanes (3,3 billones de dólares, 2,6 billones de euros).
Sin embargo, el crecimiento de las exportaciones e importaciones se mantendrá negativo este año.
Las exportaciones, que junto con la inversión fueron el motor de crecimiento durante las tres últimas décadas, bajaran el 2,4%, mientras que las importaciones mermarán el tres%.
El informe de la academia indica que el superávit comercial puede alcanzar los 280.000 millones de dólares (216.000 millones de euros).
El índice de precios al consumo (IPC) subirá sólo 0,8%, según este pronóstico, una caída considerable con respecto a la previsión anterior, del 4,3.
Las ventas minoristas, indicador del consumo, aumentarán 14% interanual hasta los 1,8 billones de dólares, superior en 1,6 puntos porcentuales al pronóstico anterior de la CASS, que sugiere que China mejore el consumo doméstico en tres ámbitos: rural, inmobiliario e infraestructuras.
Para ello propone una política impositiva favorable al incremento del consumo.
Las previsiones de la institución se desvían de las que otras internacionales prevén para el país asiático, como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o, recientemente, el banco Standard Chartered, que sitúan el crecimiento chino para este año entre el 6,5 y el 6,8%.
El Ejecutivo chino prevé que el país crecerá en torno al ocho% para crear empleo, después de que en los últimos meses hayan aumentado en más de 20 millones los desempleados por la crisis, que la tercera potencia económica afronta con un paquete de estímulo de medio billón de dólares.

