Santos tiene una participación del 51% en Pikka, donde es el operador, mientras que el 49% restante es propiedad de Repsol. El coste total de la construcción del yacimiento es de 2.600 millones de dólares, por lo que la parte de Santos en los costes de desarrollo de Pikka será de 1.300 millones de dólares. Santos calcula que los costes de explotación serán de 150 millones de dólares al año.
El proyecto se basa en la hipótesis de un precio de equilibrio del petróleo de 40 dólares por barril durante la vida del proyecto Pikka, ha explicado Santos.
La empresa también ha apuntado que está en conversaciones avanzadas con potenciales compradores para vender una participación del 5% en su preciado activo de gas natural licuado PNG LNG, en Papúa Nueva Guinea, con el que podría obtener unos 1.500 millones de dólares, que los analistas esperan que se utilicen para financiar el proyecto de Alaska.
Kevin Gallagher, consejero delegado de Santos, ha afirmado que Pikka es “el proyecto adecuado en el momento adecuado y en el lugar adecuado”. “Los proyectos petrolíferos de bajas emisiones de carbono como Pikka Phase 1 responden a la nueva demanda de suministro de la OCDE y son fundamentales para la seguridad energética mundial y de EEUU, que se ha puesto de relieve desde la invasión rusa de Ucrania”, ha señalado en un comunicado.