El miedo al desempleo, la débil demanda interna y la caída de la cartera de pedidos, entre otros, nos anticipan que a pesar de la relativa estabilización vivida este verano, gracias sobre todo al BCE, el clima de recesión se está agravando y cabe esperar un empeoramiento generalizado y significativo de la situación económica durante el último trimestre del año.
En cuanto a la confianza del consumidor
en la Eurozona, que había vuelto a su nivel promedio entre mediados de 2010 y mediados de 2011, antes de sufrir dos períodos de recaída en los últimos 18 meses (la primera, en 2011, se vinculó a las turbulencias financieras, mientras que la segunda, que se ha extendido durante varios meses, refleja el debilitamiento de la economía real), el último dato publicado solamente es comparable a una situación compatible con una grave recesión, sin que de momento haya signos de mejora. Los temores de los consumidores son atribuibles fundamentalmente dos causas: la precaria situación del mercado de trabajo y el efecto de la presión fiscal sobre el poder adquisitivo de las familias.
En cuanto al clima empresarial, el índice compuesto de PMI nos sugiere que el PIB de la Eurozona podría caer este trimestre hasta un 0,5%, situación que todavía podría empeorar a medida que llegamos a fin de año, de acuerdo a los datos conocidos hoy.
Especialmente débil es la situación en Francia, que se enfrenta a una previsible entrada en recesión y cada día que pasa es más periférica y menos central... La situación es resultado de una contracción muy fuerte de la inversión durante los próximos trimestres, una caída de la demanda interna y externa, y el impacto fiscal de las políticas en curso. Alemania tampoco queda a salvo de las dificultades y la industria alemana sufre una caída importante de sus pedidos tanto al sur de Europa como a Asia. Aunque todavía no hay datos publicados para España e Italia, cabe esperar un comportamiento especialmente negativo en los dos países.
En esta ocasión, ante la gravedad del resultado, no se trata solamente de la lectura de encuestas de confianza a las que restar importancia, en tanto que en ocasiones no son reflejo de una realidad económica sino que la exageran o matizan. Parece indiscutible que la situación económica europea ha tomado una deriva negativa en lo que resta de año.