Al reciente rebote de las bolsas mundiales, que ha permitido recuperar buena parte de las pérdidas registradas desde diciembre (el indicador MSCI World y el Ibex 35 se sitúan un 4,4% y un 7,7% por debajo del nivel de diciembre y y un 11,1% y un 11,2% por encima del nivel registrado el 11 de febrero, respectivamente).



Además del reciente rebote, otro motivo que lleva al departamento de análisis de Renta 4 a recomendar reducir el riesgo es el posible riesgo a que las medidas tomadas por el BCE en su reunión de este jueves defrauden a los inversores, por considerarlas insuficientes.En ese sentido, se baraja la posibilidad de que la entidad presidida por Mario Draghi aumente el programa de compra de deuda pública (QE) hasta los 70.000 millones desde los 60.000 millones actuales, que extienda el plazo de aplicación del plan hasta marzo de 2017, ampliar el tipo de activos a adquirir hasta los bonos corporativos o rebajar la facilidad marginal de depósito desde el 0,3% actual hasta el 0,4% o 0,5% con tramos para no perjudicar en exceso al sector financiero. Teniendo en cuenta que los mercados ya descuentan la aplicación de alguna de estas medidas, Renta 4 señala que la acogida por los mercados puede no ser positiva.



Pese a que Renta 4 reitera que no se puede hablar todavía de recesión, sino de desaceleración en el crecimiento de las principales economías del mundo (especialmente en China y Estados Unidos), aconseja mantenerse al margen de la renta variable durante esta semana, ya que estiman que los inversores descuentan que la reunión del Banco Central Europeo del próximo jueves deparará medidas adicionales.

En lo relativo escenario macroeconómico a medio plazo, la entidad advierte de que el crecimiento global se mantendrá en niveles bajos y resalta que los Bancos Centrales disponen de cada vez menos munición para hacer frente a futuros desequilibrios, ya que los tipos de interés se encuentran cercanos a ceros y los programas de compra de deuda han llevado a que las letras, bonos y obligaciones del Tesoro de los países más avanzados se encuentren en terreno negativo.



Los posibles factores de riesgo que podrían desencadenar una mayor desaceleración se encuentran establecidos en tres puntos geográficos concretos: China, Estados Unidos y Gran Bretaña.

Por un lado, la desaceleración de la economía China y una posible devaluación del yuan como consecuencia de la fuga de capitales, que en el mes de febrero se redujo a los 30.000 millones de dólares (durante el desplome de la bolsa en enero ascendía a los 100.000 millones de dólares).



Por otro, el posible endurecimiento de la política monetaria de la Reserva Federal (FED), en el caso de que los datos de inflación se acerquen a niveles que obliguen a la entidad presidida por Yanet Jellen a actuar para mantener estabilidad de precios. La reducción de los inventarios de las empresas estadounidenses anticipa una posible recuperación de la demanda, lo que podría llevar a que la Reserva Federal decida subir los tipos de interés hasta el 1% en 2016 y el 3% en 2017.

Esta medida, además de poder provocar una ralentización de la economía estadounidense a corto plazo, podría apreciar el dólar, con los riesgos que ello podría suponer a las compañías exportadoras y a los países emergentes.

Por último, el temor a una posible salida de Gran Bretaña de la Unión Europea y quedarse fuera del Mercado Común Europeo. Pese a que las encuestas de Yougov otorgan una ligera ventaja a los partidarios de permanecer en la Unión Europea (40% sobre el 37% que defiende la salida), los posibles efectos del Brexit ya se han hecho notar sobre la cotización de la libra, que se ha depreciado un 7% respecto al dólar en los últimos tres meses.