
Una de las claves del optimismo de Schramm-Fuchs es macroeconómica. La inflación ya no es la bestia por domesticar, y los bancos centrales han comenzado su giro. El BCE ha recortado tipos ocho veces. La Fed, también. Esto no es un ajuste técnico, es una señal clara de que la política monetaria vuelve a ser acomodaticia. Y eso tiene consecuencias. “Hay una desconexión total entre el potencial de mejora económica y lo que descuentan las valoraciones del mercado europeo.”
Y como guinda del pastel, la curva de tipos vuelve a tener pendiente positiva, lo que históricamente anticipa ciclos de crecimiento.
El cambio no es solo cíclico. Es estructural. Alemania, tras años de parálisis, ha sacado la artillería: gasto en infraestructuras, un fondo fiscal de 100.000 millones y reformas incipientes del mercado laboral.
Las valoraciones europeas están en mínimos históricos respecto a EE.UU. El posicionamiento de los inversores globales es mínimo. Y sin embargo, los fundamentales mejoran.
“El mercado europeo tiene hoy una capitalización inferior a la de Nvidia. Si cambia la narrativa, todo ese dinero que está fuera querrá entrar... por la misma puerta.”
Este desajuste crea un perfil riesgo-recompensa excepcional. Porque cuando el mercado está dormido pero los fundamentales despiertan, lo que viene es revalorización rápida. Como ocurrió, fugazmente, a comienzos de este mismo año.
En cuanto a estrategia, el gestor es claro: ni value ni growth, sino lo que él llama “rate of change investing”. ¿Qué significa esto? Buscar empresas que estén experimentando una transformación positiva y que el mercado todavía no ha descontado. Por ejemplo, compañías que han cambiado de CEO y están empezando a reestructurar su negocio, o empresas que estaban penalizadas por el ciclo y están saliendo de él con una estructura más eficiente.
No se trata de predecir qué sectores crecerán más, sino de identificar “activos infravalorados con un cambio positivo subestimado”. Con una condición: que estén liderados por directivos en los que se pueda confiar. “El análisis del equipo gestor es clave: no solo qué hacen, sino cómo lo hacen y con qué incentivos.”
El gestor identifica varios sectores con catalizadores muy claros:
- Defensa: Europa tiene menos de un día de inventario de munición. El estándar OTAN es 30 días. El mercado descuenta 3-4 años de crecimiento, pero la necesidad se alargará una década.
- Bancos: han limpiado sus balances y ofrecen ROEs atractivos. El desapalancamiento de familias y empresas mitiga el riesgo de impagos incluso en un entorno de bajada de tipos.
- Semiconductores: no los glamourosos, sino los “facilitadores de la revolución IA”: fabricantes de maquinaria de precisión para chips. Negocios con posición casi monopólica, saliendo de un ciclo bajista.
- Red eléctrica: las renovables han cambiado el perfil de la oferta energética. La red, diseñada en los 70, ya no da abasto. Con la IA, los centros de datos disparan la demanda. Es un cuello de botella con necesidad urgente de inversión.
España se cuela como protagonista positiva. “Es uno de los puntos brillantes en Europa”, señala Schramm-Fuchs. Su mercado bursátil está en máximos relativos respecto al resto del continente, y el crecimiento económico sigue sorprendiendo.
Hay quien ve en este cuarto trimestre una oportunidad estacional, el clásico “rally de Navidad”. Pero la verdadera oportunidad, según el gestor, no es estacional, sino estructural: “No se trata de hacer a Europa grande otra vez, sino de hacerla mejor otra vez”.

