La guerra entre Microsofty
Sony, o entre Xbox One y Play Station 4, se traslada a todos los ámbitos. Durante los últimos tiempos se ha producido un cambio de tendencia en un escenario que tenía absolutamente dominado la compañía japonesa. Y es que la consola de la firma estadounidense ha conseguido situarse como la número uno en ventas en Estados Unidos durante varios trimestres consecutivos.
¿Esto ha provocado algún cambio de fondo? Yendo a las cifras de base lo que se observa es que el grupo nipón es absoluto dominador del mercado de las videoconsolas a día de hoy al acaparar el 56,5% del nicho de mercado. Esto asciende, en términos numéricos, hasta los 54,8 millones de unidades de PS4.
Por su parte, Microsoft aún está lejos, pese a ser ya el número uno en su territorio. La compañía fundada por Bill Gates ha vendido desde su lanzamiento 28,3 millones de unidades de Xbox One, lo cual supone hasta el 29,2% del total del mercado de las videoconsolas. Todavía se encuentra lejos, aunque es verdad que se ha reducido el diferencial en los últimos tiempos.
Esto en términos bursátiles también se traduce en un claro ganador durante el último año: Sony. La empresa japonesa se ha revalorizado en estos doce meses hasta más de un 37%. Microsoft, en su caso, también ha tenido un comportamiento positivo aunque se ha quedado ligeramente por detrás, con alzas durante este periodo de algo más del 26%. Levemente rezagada.
Además, esto es extrapolable si ampliamos el marco temporal a los últimos cinco años de cotización. Y es que en el último lustro la firma norteamericana casi ha doblado el precio de sus acciones con subidas de más del 98%, mientras que Sony sí que ha llegado a duplicar su valor en bolsa: con un incremento de más del 105%.
Por otra parte, si observamos lo filtros técnicos de la zona Premium de Estrategias de Inversión vemos que Microsoft en estos momentos se encuentra en fase alcista, mientras que recibe una puntuación de 8 puntos en una escala que se mueve entre el cero y el diez. Estos indicadores solo muestran como aspecto negativo que el volumen de contratación es decreciente en todos los marcos temporales.
