Los dividendos se hacen un hueco en el debate financiero de 2020

Sólo en Wall Street, los cinco últimos días lectivos de febrero, el temor al coronavirus se llevó de sus parqués más de 6 billones de dólares. Un efecto contagio que afectó a otros mercados como el Dow Jones Industrial o el Nasdaq, que descendieron casi un 10% desde sus últimos registros alcistas, mientras el Dow retrocedía más de 3.000 puntos esa semana. En la primera semana de junio, hasta la corrección por el mal presagio de la Reserva Federal sobre la profundidad de la recesión en EEUU este ejercicio -del 6,5%-, el Nasdaq 100, su índice tecnológico, rozó su máximo histórico de 10.000 puntos -se quedó a 250-, el indicador S&P 500 protagonizó su mayor rally al alza y el Dow Jones recuperó el 50% de sus pérdidas. Esta súbita montaña rusa de inversiones, los problemas de cash-flow y circulante en las empresas o las estrategias de liquidez y solvencia en un circuito financiero propicio para el crédito por los bazoocas monetarios utilizados por los principales bancos centrales, ha puesto en el candelero el dilema sobre la conveniencia o no de que las empresas apliquen sus políticas de dividendos. Una cuestión de la que se ha ocupado el desayuno informativo organizado por Estrategias de Inversión con estos tres especialistas en mercados de capitales 

Domingo Barroso, director de Ventas de Fidelity, admite que “el mercado viene de unos meses con unos picos de volatilidad impresionantes, pero los inversores han mantenido la calma”. Una prudencia beneficiosa, porque “hemos visto fuertes salidas al principio en algunos activos si bien  no en la dimensión esperada”. En junio, “estamos viendo cómo los clientes han presenciado un rebote de los mercados, igual de excepcional que la debacle de finales de febrero”, debido en gran medida a la intervención de los bancos centrales y de los gobiernos. En la parte final de este tránsito -explica Barroso- “los inversores han puesto el foco en la calidad de los negocios”. Es decir, expresan su interés por saber “qué hay detrás de las compañías, cuál es el motivo que subyace detrás de una reorientación o mantenimiento de carteras de capital en determinadas empresas y en por qué se elige uno y otro sector defensivo”. En definitiva, una demanda de explicaciones sobre la razón de que la Gran Pandemia, en el orden bursátil, se haya dirigido hacia las industrias cíclicas, sobre la liquidez, que se ha convertido en el mantra dentro del mercado”, con objeto de conocer las vicisitudes de las empresas durante la hibernación económica, la dura recesión global y la persistente ausencia de consumo, salvo la alternativa online. Aunque ahora, esta incertidumbre inversora ha dado paso a un cuestionamiento sobre la solvencia financiera de las compañías, matiza. 

Javier Garrido, subdirector del Servicio de Estudios de Bolsas y Mercados Españoles (BME) coincide con esta. “Este shock ha pillado desprevenido a todo el mundo, lo que explica el estado de calma inversora, que se traduce en un compás de espera, porque también las decisiones de capital siguen sometidas a esta embestida”. En su opinión, “atravesamos una fase en la que se ha apostado por tácticas básicas, esenciales, de wait and see, una estratégica acertada desde el punto de vista empresarial e inversor” porque “nos hemos adentrado en un contexto de amplios programas de estímulos monetarios, con la experiencia adquirida en el credit crunch de 2008, que, como entonces, han dotado de estabilidad a los mercados por la salida en tromba de los bancos centrales para aportar liquidez al sistema” y que ha favorecido “el tránsito desde una visión a corto plazo a una perspectiva de largo recorrido” la instalación en las carteras de capital de la solvencia empresarial como premisa inversora y la disyuntiva sobre reparto de dividendos. “Es un asunto que requiere de una mirada al frente, de larga distancia, porque en el corto plazo, muchas cartas ya vienen marcadas por la virulencia de la recesión y por el parón productivo, así como por la tensión para superar esta fase de indeterminación sin capacidad de recabar ingresos o facturación, lo que obliga a arreglar el cash-flow y el problema del circulante, afirma Garrido.

Para José Santiago Lizán, analista y gestor de Magnum Sicav en Solventis, “esta crisis, en cierta medida, nos la han perdonado los clientes a los gestores, por su impredecibilidad. “Pensar que iba a haber un cierre de fronteras estaba fuera del impacto inicial que circulaba por el mercado; ni los más agoreros presagiaron una parálisis de tal envergadura”. Porque tras la ralentización económica de finales de 2018 y mediados de 2019, la Gran Pandemia “ha aterrizado en plena reanimación de la actividad, según los indicadores adelantados, que anticipaban ligeros auges” en el ciclo de negocios. Pero, de repente, “un cisne negro nos descoloca a todos y nos deja una recesión que ni en velocidad ni en tiempo guarda parangón alguno con las precedentes”. Como tampoco sus picos de volatilidad o su impacto sobre resultados, asegura Izán. Siempre ha habido en anteriores crisis países abiertos, sectores que funcionaban y empresas con fundamentales positivos. Sin embargo, “en esta, todas las industrias y compañías, en mayor o menor medida, han salido dañadas”. En marzo y abril el asunto candente era la liquidez, cómo pagar las nóminas para que el tsunami no me lleve por delante. Dentro de una actitud de prudencia, “donde hemos visto compañías con un negocio intacto o una merma ínfima”, que se han dotado de líneas de crédito, han recortado dividendos por si acaso, debido a una situación tan incierta, nunca vista, y de índole global. Evidentemente, “las más cíclicas, con mayor agresividad en la búsqueda de líneas de financiación, emisiones de deuda a tipos más altos y de híbridos convertibles”. En busca de la mayor liquidez posible para perfilar balances sólidos ante la incertidumbre en torno a la duración y la gravedad de la recesión. “Incluso las que están bien están abrazando la prudencia en la confección de colchones de liquidez de suficientes garantías”, enfatiza.

Un repaso al parqué español

Sobre el mercado español, Lizán explica que, en Solventis, “usamos una herramienta cuantitativa para identificar los valores que son fuentes de rentabilidad en nuestras inversiones”, pero, “para nosotros, el dividend yield -rentabilidad por dividendo- no es un factor que aporte demasiado en la gestión”. No se diferencia del benchmark -comparativa de rendimiento- ni creemos que sea una herramienta de rentabilidad o de Alfa -habilidad de gestor- el invertir en dividendos per se. “No la concebimos como fuente de rentabilidad adicional”. Entre otras razones, porque hay compañías que pagan dividendos y lo hacen bien y otras que pagan mucha retribución y lo hacen muy mal”. “No es una condición esencial a la hora de componer nuestras carteras”. En la bolsa española, “para bien o para mal, el peso del sector turístico no está muy representado, pero sus empresas se ven afectadas por ser el epicentro de la pandemia”. Como Amedeus, IAG, Aena y las cadenas hoteleras. Al igual que la influencia de la industria en la economía. Un caso similar al que sucede con la banca. Por la idiosincrasia del mercado de capitales español “los bancos merman mucho porque es uno de los sectores más damnificados en materia de dividendos”. En el sector farmacéutico “se pagan dividendos y sus múltiplos no son bajos” -defiende el binomio de dividendos con valoración del múltiplo de la compañía como inexorable- aunque tampoco son grandes pagadores de dividendos. Salvo FAES. A su juicio, las utilities “van a ser los grandes aportadores”; por recurrencia y el menor impacto de la crisis en su cuenta de resultados. “Son las únicas firmas que los mantienen sin rebajas y va a seguir siendo así”. Sin olvidar a las socimis, que tendrán un impacto en rentas, pero no nos olvidemos que tienen que pagar una alta porción de sus beneficios en dividendos”. El resto de valores son de compañías muy de nicho que exigen entrar en valoraciones específicas. Infraestructuras también pese a que son grandes holding y por tanto tienen problemas de circulante. “Los sectores estrella, son los de utilities y socimis”.

Garrido, por su parte, recuerda que hacer previsiones “no entra en nuestros diagnósticos”. Pero “ya se sabe por comunicaciones oficiales que el sector turístico y de transportes serán los más afectados”. Con evoluciones cargadas de incertidumbre. “Su periodo de reinvención empresarial puede llevar seis meses o más de dos años”. Y también el financiero, “por la presión propia de la recesión económica, al que se une la regulatoria y las propias de su negocio, con reducción de rentas de trabajadores y de ingresos empresariales”. A pesar de su amplia reestructuración de los últimos años que les han reportado un ensanchamiento de márgenes. Otra presión añadida. “Veo una buena evolución como valores defensivos en energía, especialmente eléctricas, y en los sectores vinculados a la innovación”. Fundamentalmente -dice- porque los estímulos fiscales y monetarios ha contribuido al reflotamiento de las empresas en sus reconversiones digitales. “Siendo selectivos, se pueden encontrar compañías que tengan trayectoria financiera adecuada y madurez de negocio que doten de retribuciones a los accionistas”. Además de empresas con nuevos proyectos que van a surgir, augura. Garrido dice ser “razonablemente optimista de que la bolsa española englobe empresas con altas dosis de diversificación entre valores defensivos y de crecimiento”. En especial las que apuesten por la sostenibilidad y por una adecuada política de comunicación, “tendencia que ha venido para quedarse”. En su opinión, “hay potencias en renovables de multinacionales y medianas españolas”. Transmitir que es una estrategia a largo plazo, de calidad, en busca de un valor perdurable es un intangible idóneo, incluso supeditando estas acciones de inversión a las retribuciones al accionista, recalca: “Hay dinero para invertir en proyectos fundados de neutralidad energética”.

Domingo Barroso aclara varios conceptos básicos que manejan los fondos internacionales de su firma: “Mirando la cartera de nuestra estrategia global en equities y dividendo hay tres sectores sobreponderados, el financiero, el consumo básico y el de Salud”. Las carteras de Fidelity se fijan en la valoración de las compañías porque queremos fondos que tengan retornos totales; es decir que investigamos la apreciación de capital más dividendos. Y en ellas, “no aparecen los valores bancarios; cero europeos”. El peso financiero se lo llevan las aseguradoras, aunque falta alguna española, con total seguridad. En Sanidad, “el mercado español tiene poca compañía y en este aspecto valoramos un income estable de dividendos. “Pero tenemos tres españolas dentro de la estrategia global de dividendos: Endesa, Iberdrola y Ferrovial. La parte de infraestructuras y energía española está en una cartera global de una cuarentena de compañías. “Hay muy buenas compañías en el mercado español”, resalta Barroso.