
El organismo ha advertido que estos actores deben aumentar las reservas para cubrir pérdidas ligadas a créditos deteriorados que llevan más de seis años en sus balances.
La decisión responde a un objetivo claro: evitar que los problemas latentes en instituciones de menor tamaño acaben transformándose en riesgos sistémicos. Con esta nueva orientación, se busca alinear a todo el sector en un estándar común de provisiones y cobertura frente a los llamados préstamos dudosos.
Préstamos deteriorados en foco
Hasta ahora, las entidades de menor tamaño habían contado con cierta flexibilidad regulatoria que les permitía mantener menores provisiones que los grandes bancos. Esa diferencia se tradujo en una ratio de cobertura inferior, es decir, una menor capacidad de absorber pérdidas en caso de impago.
Según datos del propio BCE, los préstamos dudosos en los bancos pequeños aumentaron del 1,7% al 2,3% en los últimos meses, lo que encendió las alarmas en Fráncfort. Sharon Donnery, miembro del Consejo de Supervisión, advirtió que “algunos bancos más pequeños continúan enfrentando desafíos derivados de las persistentes existencias de préstamos dudosos de larga duración”. La presión del BCE exige a la banca pequeña reforzar provisiones por préstamos antiguos precisamente para corregir este desequilibrio.
Nuevas pautas regulatorias
El nuevo marco se aplicará de forma progresiva hasta finales de 2028 e incluye a los créditos concedidos antes del 26 de abril de 2019. Se trata de una ventana amplia que permitirá a las entidades ajustar sus balances gradualmente, evitando un impacto brusco en su liquidez. Sin embargo, el mensaje es claro: incluso las instituciones catalogadas como menos significativas deben demostrar disciplina en la gestión de riesgos.
La medida, además, contempla excepciones para aquellos bancos que presenten volúmenes insignificantes de préstamos incobrables. En estos casos, el regulador entiende que el riesgo es marginal y no justifica un refuerzo adicional de capital.
Aun así, el BCE ha abierto un proceso de consulta con la industria que se extenderá hasta el 27 de octubre, con el objetivo de ajustar los detalles antes de su implementación definitiva.
Repercusiones para las entidades menores
El principal desafío para la banca de menor tamaño será absorber el incremento del coste operativo derivado de estas exigencias. A diferencia de los grandes grupos financieros, que cuentan con amplias fuentes de ingresos, los bancos locales y regionales dependen en gran medida de la rentabilidad de su cartera de crédito tradicional.
Por ello, aumentar las reservas puede reducir sus márgenes y obligarlos a replantear su modelo de negocio.
En este contexto, la presión del BCE exige a la banca pequeña reforzar provisiones por préstamos antiguos no solo como una obligación regulatoria, sino como un incentivo para mejorar sus prácticas de gestión y control de riesgos.
La alternativa sería exponer a estas instituciones a un deterioro aún mayor en caso de recesión o incremento de impagos.
Un movimiento en línea con la estabilidad financiera
La estrategia del BCE no es aislada. En los últimos años, tanto el Fondo Monetario Internacional como la Autoridad Bancaria Europea han subrayado la necesidad de abordar los préstamos dudosos heredados de la última crisis. La experiencia demostró que una acumulación de créditos incobrables puede paralizar la capacidad de los bancos para prestar, afectando al crecimiento económico.
Con esta nueva directriz, la presión del BCE exige a la banca pequeña reforzar provisiones por préstamos antiguos como parte de un enfoque integral de estabilidad. El objetivo es que incluso las entidades más modestas contribuyan a un sistema financiero sólido, preparado para enfrentar choques externos y volatilidad en los mercados.
Impacto esperado en el mercado
Aunque la transición se extenderá por varios años, los analistas anticipan que las entidades afectadas podrían acelerar ventas de carteras de préstamos deteriorados a fondos especializados, una práctica que ya adoptaron los grandes bancos europeos en la última década.
Esta medida les permitiría liberar capital y cumplir con las exigencias regulatorias sin comprometer en exceso su capacidad de prestar.
Además, la presión del BCE exige a la banca pequeña reforzar provisiones por préstamos antiguos en un momento en que los márgenes de interés comienzan a estrecharse, lo que obligará a buscar nuevas fuentes de rentabilidad.

