Los cambios de rumbo en la política -o compromisos- que se originan como consecuencia de unas elecciones pueden decepcionar a algunos votantes, pero consideramos que a menudo benefician a los mercados al reducir la probabilidad de que se aprueben cambios drásticos en la legislación. Tampoco creemos que la victoria de un determinado partido suponga un riesgo político. Una mirada retrospectiva a los ciclos electorales y a los rendimientos del mercado evidencia que estadísticamente no existe una relación significativa entre cuál es el partido del Gobierno y la rentabilidad del mercado en EE.UU. o en otras grandes democracias1. Una de las razones principales de esta falta de conexión, a nuestro juicio, es la siguiente: lo que importa son las políticas, no los políticos; e incluso las políticas son, en general, solo un ingrediente más del enorme y complejo cóctel de información que los mercados de valores procesan a diario.
Frecuentemente leemos titulares que lamentan la falta de un Gobierno en algunos países. Cuando ningún partido consigue la mayoría y la formación de una coalición se demora o se torna imposible –lo que puede conducir a unas elecciones anticipadas–, no se puede esperar otra cosa que un Gobierno provisional ocupado en supervisar que se cumplen sus obligaciones básicas, como el presupuesto. En nuestra opinión, esto puede ser una buenísima noticia, ya que puede moderar el riesgo político durante un tiempo –hablaremos de ello más adelante. Por ejemplo, Bélgica estuvo 589 días sin Gobierno entre 2010 y 2011, todo un récord mundial. La crisis de deuda y el mercado bajista que la acompañó –una prolongada caída del mercado de valores del 20% o más– sacudieron la eurozona durante este periodo2. Para nosotros estas fuerzas contribuyeron a que las acciones belgas bajaran un 9,4%3. Durante el mismo intervalo, sin embargo, las acciones de la eurozona cayeron un 13,7%4. El mejor rendimiento de Bélgica da a entender que la falta de Gobierno no fue un factor negativo decisivo para el valor de las acciones. Del mismo modo, cuando los Países Bajos estuvieron 225 días sin Ejecutivo en 2017, la renta variable de este país subió un 9,2%5, muy por encima del índice MSCI World –un indicador mundial ponderado por capitalización bursátil que mide el rendimiento de una selección de acciones en 23 países desarrollados6. Este hecho reforzaría nuestra opinión respecto a que a los mercados no les importa estar sin Gobierno durante una temporada.
Nuestro análisis cotidiano de la prensa revela que, aunque los escándalos personales de los líderes políticos de un país que copan titulares puedan ser percibidos también como pesadillas, en realidad parece que tienen poca incidencia en el mercado. Por ejemplo, cuando en Corea del Sur se desató un escándalo político entre finales de 2016 y principios de 2017 que desembocó en la salida de la presidenta, las acciones de dicho país bajaron inicialmente, pero subieron a continuación con altibajos mientras se tramitaba el proceso de destitución y el nuevo proceso electoral iniciado como consecuencia7. De manera similar, durante el impeachment y juicio del presidente estadounidense Bill Clinton entre 1998 y 1999, el S&P 500 –un amplio índice ponderado por capitalización bursátil que mide el rendimiento de 500 acciones de grandes empresas de EE.UU.– experimentó una corrección bursátil –caída de las acciones de entre el 10% y el 20% corta, pronunciada e impulsada por el estado de ánimo– relacionada con las crisis monetarias asiáticas, pero en el cómputo global subió8.
En general, pensamos que el sesgo partidista puede cegarnos y llevar a algunos inversores a tomar decisiones marcadas por la ideología que amenazarían sus objetivos a largo plazo, como descartar la renta variable durante un mercado alcista porque los candidatos o partidos que no apoyan alcanzan el poder. Retomando el tema central del artículo, nos gustaría animar a los inversores a que valoren cuáles son los factores que influyen en el riesgo de que las fuerzas políticas pongan en peligro el crecimiento económico y provoquen agitación en los mercados, especialmente respecto a las medidas que ponen en marcha. A continuación presentamos tres ejemplos.
Un Gobierno unido
En nuestra opinión, es más probable que un Gobierno que goce de una fuerte mayoría para legislar y de unidad interna apruebe reformas de gran calado. A los mercados de valores no les suelen gustar: las grandes iniciativas políticas a menudo generan vencedores y vencidos, respecto a lo cual los estudios sobre comportamiento humano sugieren que aquellos que salen perdiendo se sienten maltratados9. Pensamos que los cambios importantes en las leyes pueden ser motivo de preocupación, ya que las empresas podrían preguntarse quién será la víctima cuando se modifique la legislación sobre derecho de propiedad. Este temor, a nuestro parecer, podría desalentar la asunción de riesgos porque los empresarios e inversores esperen más sorpresas. Sin embargo, aunque esta incertidumbre puede jugar a la contra, creemos que es posible contrarrestarla con aspectos positivos de mayor peso.
Un bipartidismo sólido
Para algunos, esto puede sonar beneficioso para las acciones: las dos partes llegando a acuerdos y cediendo en sus pretensiones podría producir reformas más laxas, ¿verdad? En cambio, para nosotros esto no siempre es cierto en la práctica; hemos visto grandes proyectos de ley impulsados por el bipartidismo. En Estados Unidos, la Ley Sarbanes Oxley de 2002, respaldada por los dos partidos mayoritarios, impuso a las empresas cotizadas en bolsa una enorme carga de normas y obligaciones. En nuestra opinión, esto probablemente agravó el mercado bajista del periodo 2000-2002. Más recientemente, los partidos laborista y conservador del Reino Unido –rivales históricos– acordaron y aprobaron un proyecto de ley para poner un tope a los precios del combustible del hogar para aproximadamente la mitad de las familias del país. Aunque el impacto económico global puede ser mínimo, es un ejemplo de cómo una legislación bien intencionada aprobada por el acuerdo entre partidos puede afectar a la rentabilidad empresarial.
El riesgo político en las economías emergentes y fronterizas
Los países clasificados por Morgan Stanley Capital International (MSCI) como mercados emergentes y fronterizos –en niveles de desarrollo económico inferiores a los de potencias como Estados Unidos, el Reino Unido, Japón, Australia y Europa Occidental– acostumbran a contar con unas instituciones, como los sistemas judicial y legislativo o los procesos electorales, más vulnerables. En estos países, el riesgo político puede adoptar una forma ligeramente diferente. El Ejecutivo puede sucumbir a la tentación de entrometerse en las decisiones judiciales o legislativas, socavando así la división de poderes o tal vez amenazar la independencia del banco central. Esto parece estar ocurriendo hoy en Turquía, un mercado emergente. Los líderes de la UE también han advertido a los Gobiernos de mercados fronterizos y emergentes de la región –entre ellos Rumanía, Hungría o Polonia– sobre las injerencias en la justicia. En nuestra opinión, se trata de un riesgo político relevante que deben tener en cuenta quienes inviertan en países en desarrollo. En los países desarrollados, este riesgo no es tan común, pero podrían surgir prácticas controvertidas. Por ejemplo, entre 1970 y 1972, el presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, presionó al entonces jefe de la Reserva Federal, Arthur Burns, para que estimulara la economía a través de una política monetaria flexible, lo que finalmente provocó un rápido aumento de la inflación10. No obstante, la posibilidad de que hoy en día ocurra algo similar en los EE.UU. o en los países desarrollados de Europa es muy remota.
Un último apunte sobre la cuestión: nuestro punto de vista es que los inversores siempre deben tomar en consideración los factores políticos junto con los económicos y el estado de ánimo del mercado, así como la forma en la que estos varían e interactúan entre sí. Hoy la mayoría de los indicadores orientados hacia el futuro nos sugieren que la economía mundial va a seguir creciendo, mientras que la confianza de los inversores parece ser ampliamente optimista pero no excesiva. Si a esto le sumamos el estancamiento que predomina en la mayoría de los Gobiernos del mundo desarrollado, nuestro pronóstico es que este mercado alcista continuará durante los próximos meses.
Exclusión de responsabilidad: Nuestros comentarios sobre política no son deliberadamente partidistas. En nuestra opinión, el sesgo político supone cometer peligrosos errores de inversión. No tenemos preferencia por ningún partido, líder político ni ideología concretos. Valoramos los acontecimientos políticos únicamente por su posible impacto en el mercado.
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