En psicología se conoce como el efecto Pigmalión y a su contraparte el efecto Golem, como aquellas situaciones donde ya sea altas o bajas expectativas (respectivamente) sobre una determinada situación, llevan a los involucrados a actuar en un sentido que provoca que se cumpla el escenario esperado
. Se conocen como efectos de profecías autocumplidas.

En finanzas y economía este fenómeno es siempre presente. Un caso típico ocurre cuando por una serie de rumores, se genera la expectativa de que una institución financiera esté en problemas; ello provoca que los clientes acudan a retirar sus recursos, lo que genera que en efecto la institución entre en situación de insolvencia.

Los mercados financieros, particularmente en momento de incertidumbre, operan con una notoria hipersensibilidad a lo que identifican como señales del entorno. Pero en muchas ocasiones la interpretación de esas señales los lleva a actuar de una manera que generan los escenarios que temen.

En la última década, este proceso se ha acentuado. Y de acuerdo con una reciente investigación realizada por economistas de la Universidad de Macedonia, a ello contribuye la explosión de redes sociales. En el estudio, titulado “Tweets, tendencias de Google y el spread en bonos soberanos de GIIPS (Grecia Italia Irlanda Portugal y España), los investigadores Degiades, Milas y Panagiotidis analizaron el efecto que la frecuencia y calidad de la información vertida en medios sociales como Twitter, Facebook y los blogs de Google tuvieron sobre los mercados financieros de las economías de estos países durante la crisis de deuda europea.

La conclusión es que, específicamente en los casos de Irlanda y Grecia, el flujo de información en medios sociales si tuvo influencia relevante sobre los diferenciales de prima de riesgo de los fondos soberanos. Esto es, en el sobre precio de tasa de interés a que se emite la deuda de un determinado país que se percibe en situación de riesgo (Grecia) contra otro que se percibe como seguro (Alemania).

En estos dos casos, la amplificación acelerada de las noticias relacionadas con las condiciones de la deuda de esos países, difundida y discutida en extenso en redes sociales y blogs, muestra una correlación relevante con la tendencia que fue mostrando el crecimiento de la prima de riesgo de los bonos de ambos países.

Desde hace casi una década se ha encontrado que las opiniones y posturas de analistas, algunas basadas más en percepciones que en hechos puntuales, tienen influencia de relevancia en las decisiones concretas de los agentes económicos, contribuyendo con ello al surgimiento o a acentuar tendencias en los mercados financieros y cambiarios. Ello no implica por supuesto que los problemas de base no existan, sino que pueden ser percibidos como más graves o generar una más rápida sobrerreacción del mercado financiero.

Las redes sociales y medio electrónicas actuales provocan que percepciones de corto plazo se diseminen rápidamente incidiendo en la percepción (y conducta) de grandes de tomadores de decisión y agentes económicos.
Otra conclusión de la investigación, también corroborada en estudios previos, es que son los elementos y noticias negativas las que son objeto de una más rápida difusión en medios sociales. Las personas tendemos a difundir más rápidamente y hacer más caso a noticias negativas por nuestra sensibilidad al riesgo.

La redes sociales y los mecanismos de búsqueda lo que provocan es que estos elementos de percepción negativa que compartan con mayor velocidad generan efectos más rápidos en otros ocasiones probablemente no se concretarían.

Lo relevante de esta investigación es recodar que en las decisiones económicas y financieras que tomemos las personas, al igual que deberían hacerlo los grandes agentes económicos, debemos tener una adecuada evaluación del información de que disponemos y que, con toda la dificultad que esto implica, es necesario que hagamos un análisis puntual para decidir en qué medida estamos enfrentando una situación de riesgo potencial real o un exacerbamiento de la sensibilidad de los mercados por temor al riesgo. De ello puede depender que tomemos decisiones que a la larga comprometan la generación de valor de nuestros recursos.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM y Director General de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

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