En una Mesa de Debate entre los principales actores del sector, una de las conclusiones fue esa precisamente: se están poniendo las bases para lo que en un futuro será positivo, y necesario, para la economía en general.  Hablamos de plataformas de crowdfunding o crowdlending, inmobiliario o no, en las que un inversor ofrece su dinero para financiar empresas o proyectos a cambio de recibir un rendimiento por ello. Una financiación que es importante “para balancear el sistema porque, aunque todavía no vemos que  el regulador tenga claras las cosas, al final hay sociedades como las Latinoamericanas en las que el 48% de la población no está bancarizada  y necesitan de fuentes alternativas para llegar a fondos y seguir creando tejido empresarial. Sí, puede que haya fraudes, pero el grado de default en ocasiones es más bajo que el que tiene la banca y favorece el emprendimiento empresarial”, explica Laura Sacristán, directora comercial en Openfinance de BME.

 

 

De izda dcha: Jorge Antón (MytripleA), Miguel Ángel Cicuéndez (ASEAFI), Guillermo Santos (iCapital), Laura Sacristán (Openfinance), Duarte Libano Monteiro (Ebury), Silvia Morcillo (Ei), Juan Ángel Hernández (Ei) y Álvaro Luna (Housers)

Y un punto más, para un Estado depender solo de una fuente de financiación – como la bancaria – es un mal endémico de las economías poco desarrolladas. De hecho, las que lo están “como la inglesa o la americana lo tienen clarísimo y hace años tomaron medidas para que esas otras fuentes de financiación puedan nutrir de dinero a la economía”, en palabras de Jorge Antón, socio fundador de MytripleA. Desde un punto de inversor, este tipo de plataformas pone a disposición de cualquier persona la que antes era exclusivo de la banca. “Es una de las genialidades de este modelo”, reconoce Antón.

Las principales dudas surgen, tal y como expone Guillermo Santos, socio de iCapital, en la regulación que todavía existe sobre el sector. “Son las alternativas de inversión más desconocidas y las que tienen más riesgo de error. No porque sean buenas ni malas si no porque las lagunas regulatorias dejan demasiado espacio para la interpretación, cuando el inversor no tiene que interpretar nada”.  Algo en lo que no coincide el socio fundador de Housers, Álvaro Luna, quien reconoce que la ley está en fase inicial pero la CNMV se está mostrando bastante proactiva, creando incluso la Asociación Fintech con algunos de los agentes de este mercado y colaborando para que esa ley sea diferente. Si el regulador quiere, es una ayuda más”.  

“El Banco de España califica las inversiones garantizadas como inversiones sin riesgo apreciable y lo sitúa al mismo nivel de riesgo de la deuda de los Estados”.

El experto de iCapital insiste en que a la hora de plantearse este sistema como una alternativa de inversión conviene ser consciente de las reglas con las que juega. “Como asesor de inversiones me vendría bien conocer previamente la normativa, las obligaciones que tiene la plataforma a la hora de hacer un deal y pedir dinero a los inversores para ver si las cumple, transparencia de a qué se dedicará el dinero y determinar si la rentabilidad que ofrecen es buena o no”. Desde MytripleA confirma que a día de hoy el Crowdlending ha llegado a ese nivel. “tienes una ley que especifica hasta lo que tienes que informar cuando recibes el dinero de un inversor. Todas las plataformas hacemos un rating del riesgo de prestarle a esa empresa y tenemos una estructura de seguridad - inversiones garantizadas -  que lleva utilizando 30 años la banca y el propio Banco de España califica de inversiones sin riesgo apreciable situándola en el mismo nivel de la deuda soberana de los Estados.  De hecho, el sector espera que, tras una fase en la que ya se ha hecho el esfuerzo de crear la Ley, ahora hay que cumplirla, es muy rigurosa en ciertos aspectos, le queda mucho por desarrollar y lo que esperamos es que los reguladores empiecen a tomar medidas para fomentar un sector que es bueno para la economía”.

 

 

Y un ejemplo está en Reino Unido. Duarte Libano Monteiro, director general de Ebury para España y Portugal habla de la obligación que tiene la banca en la región británica de ofrecer una alternativa – fintech – si no quiere dar un crédito a un cliente. No está obligado a dar el crédito pero sí a ofrecer una alternativa al consumidor final”.  Un sistema como este es positivo para todos, incluso para la propia banca pues si al inversor le ofrece una alternativa de una empresa que sólo ofrece préstamos, el cliente saldrá de la oficina con un préstamo y con todos los servicios habituales de la banca.

“Si la banca hubiera destinado a reformar su core business la mitad del dinero que ido a ampliaciones de capital, ahora mismo estarían migrando el negocio”

Y aquí llega otra de las dudas: ¿estas plataformas son competidores o no de la banca tradicional?  Los participantes están de acuerdo: no deberían serlo. De hecho, “los propios bancos están dentro del equity de estas empresas”, reconoce Luna.  El experto de Ebury cree que la banca sigue teniendo la confianza del cliente, a pesar de lo que ha sucedido durante estos años, son muchos años de relación. “Creo que la banca debería ser un supermercado de productos financieros suyos de partners como Ebury, MytripeA, Housers, que tenga su comisión y den un servicio al cliente”.  Al final, si consigues que el banco interprete este mensaje y das una visibilidad de cara al inversor como se hace en los fondos “esto creará industria y hará que este tipo de inversiones se vean como una alternativa real”, según Santos.

Y ¿por qué no iba la banca a crear sus propias Fintech? Es un tema de ADN. Este tipo de plataformas salen adelante con un modelo disruptivo porque son los socios- promotores los que tiran del carro y se juegan su dinero y su prestigio. Los procesos se adaptan desde el principio al modelo de negocio y no al revés, que es cómo piensan los bancos. “Si la banca hubiera puesto la mitad de lo que han destinado a ampliaciones de capital en hacer un core business nuevo, ahora mismo estarían migrando el negocio. Pero con la estructura que tienen, es imposible hacerlo”, explica Líbano. Miguel Ángel Cicuéndez, EAFI y vicepresidente de ASEAFI reconoce trabajar con los bancos que “son más pequeños y tecnológicamente más fuertes y que han sabido adaptarse a nosotros. Si las EAFIS no tenemos cierta inversión relevante en el mundo de la tecnología, estamos fuera”.

Una eclosión, la digital, que ha ido de la mano de la mano de las nuevas generaciones. De hecho, el IEB espera que para 2050 haya una penetración de tecnología similar a la de Dinamarca, que es el 85%.  ¿Está el mercado preparado para ello? Juan Ángel Hernández, editor de Estrategias de inversión reconoce que “ese porcentaje es muy elocuente y en España lo veo complicado porque muchas veces el inversor es ahorrador, piensa en banca y quitar esa cultura para destinar su dinero a otras alternativas que ofrecen más rentabilidad y seguridad, es complicado. Creo que el profesional es más fácil que lo vea que el particular”.

Los expertos del sector creen que es cuestión de tiempo por dos temas: es cierto que nuestra cultura financiera es inferior a la de nuestros países pero tenemos una cultura ‘vaga y simplista’ de forma que en el momento en que rompemos la primera barrera de desconfianza, el inversor español es muy fiel. En el momento en que todas estas plataformas hagan los deberes, es cuestión de tiempo ganarse al cliente y en ese momento será difícil perderle.  Es importante, según el experto de iCapital, transmitir confianza al cliente pues si no se hace, la gente seguirá retraída hacia este tipo de inversiones.

El objetivo de estas plataformas es que dentro de unos años, cualquier persona que necesite financiación le venga a la cabeza una plataforma y cuando quiera invertir su dinero le venga la posibilidad de prestarlo a empresas, dice el experto de MytripleA, eso pasa porque consigamos hacer un negocio rentable, seguro y transparente.  Desde Housers tienen el objetivo de posicionarse como una plataforma basada en el ahorro mientras que Ebury busca financiar a las pymes y ayudarles a expandirse a otros mercados en los que no puedan migrar el tipo de cambio. Por último, el reto que se plantean desde BME es, con toda la experiencia y expertise que tenemos, darle las herramientas a EAFIs y grandes bancos para que en el futuro  se pueda facilitar la eficiencia.

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