Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en España, las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la primera causa de muerte. En concreto, en 2022 murieron 120.572 personas a causa de patologías del sistema circulatorio. Además del tabaquismo, la obesidad o la diabetes, entre los factores que las provocan está el llamado colesterol malo, responsable del 25 % de las muertes cardiovasculares.
Tal y como señala el doctor José María Mostaza, director de la Unidad de Riesgo Vascular de Olympia Quirónsalud, perteneciente al servicio de Angiología y Cirugía Vascular, en la actualidad se está investigando numerosas medicinas capaces de reducir o eliminar el colesterol. “Por primera vez, han llegado al mundo del riesgo cardiovascular muchos fármacos novedosos e innovadores por su forma de actuación. Hasta ahora, únicamente se habían utilizado en el manejo del cáncer, por ejemplo”.
El especialista explica que, en estos momentos, esas medicinas van dirigidas a eliminar de la sangre una proteína llamada PCSK9, descubierta hace más de 15 años. “Esta proteína se encarga de autodestruir a los receptores de LDL, la “puerta” por la cual el colesterol es eliminado del organismo. La proteína PCSK9 se une al receptor y lo destruye, de manera que no se puede eliminar adecuadamente el colesterol de nuestro organismo al no haber puertas suficientes”, explica.
En ese sentido, el Dr. Mostaza destaca que, hasta ahora, se conseguía bloquearla inyectando fármacos, cada 15 días o cada mes. Se trata de medicinas que únicamente pueden recetarse por personal especializado y sólo se pueden prescribir en hospitales. “A partir de ahora se dispondrá de otras medicinas que también se dirigen contra PSCK9, pero, en lugar de ser anticuerpos y de destruir esa proteína en la sangre, van al hígado e impiden que PSCK9 se sintetice, es decir, se fabrique. Por tanto, de alguna manera, actúan sobre nuestro sistema genético, bloqueando temporalmente la fabricación de PSCK9 en el hígado”.
Según el doctor José María Mostaza, el inclisirán es una medicina que va hasta el hígado y, cuando se fabrica el RNA, es decir, el material genético a partir del cual luego se fabrican las proteínas, lo destruye en el interior del citoplasma de las células. “Al destruirlo, no se puede fabricar PSCK9 y, por tanto, se evita que se destruyan las “puertas” por las que se elimina el colesterol de nuestro organismo. Una vez inyectadas, estas medicinas entran en las células del hígado y se quedan ahí durante unos seis meses, destruyendo continuamente el RNA cada vez que se quiera fabricar la proteína PSCK9”.
“En teoría, el inclisirán es apto para cualquier paciente que tenga que bajar más aún su colesterol. No es una medicina que sustituya a las orales, es decir, a las estatinas, fármacos extraordinariamente eficaces para reducir el colesterol. De hecho, las estatinas potentes reducen el colesterol lo mismo que estas inyecciones, o incluso un poquito más, y cuestan mucho menos”, señala.
Por tanto, este tipo de fármacos se dan en aquellas personas que o bien no pueden tolerar las estatinas porque tienen efectos adversos con ellas o bien en pacientes que, aun recibiendo tratamiento con estatinas, tienen que seguir bajando notablemente su colesterol. Así lo explica el especialista de Olympia: “Esto ocurre únicamente en dos circunstancias. Por un lado, en pacientes con hipercolesterolemia familiar -una enfermedad genética grave que hace que, quienes la padecen, no tengan suficientes puertecitas en el hígado para eliminar el colesterol- que parten de niveles de colesterol tan altos, es decir, que pueden tener 400 o 500, que, aunque las estatinas se lo bajen, no es suficiente para los objetivos terapéuticos que desearíamos alcanzar”.
Por otro lado, en personas que ya tienen enfermedad cardiovascular establecida, “donde los objetivos del tratamiento del colesterol son tan bajos que, aunque partan de cifras razonablemente normales, tienes que intentar bajarles tanto su colesterol malo, porque es beneficioso para ellos, que al final tienes que hacer combinaciones entre medicinas y fármacos aplicados de manera subcutánea, por ejemplo”, indica.
En España, el Gobierno sólo financia el uso de estas medicinas en pacientes con hipercolesterolemia familiar que, a pesar de un tratamiento óptimo con estatinas, mantienen un colesterol LDL, es decir, malo, por encima de 100 mg/dL, o en pacientes con enfermedad vascular ya establecida, es decir, que han sufrido un ictus, un infarto, que tienen angina de pecho o falta de riego a las piernas.
El responsable de la Unidad de Riesgo Vascular de Olympia reconoce que deberían estar financiadas para aquellas personas que, por ejemplo, tienen enfermedad cardiovascular y el objetivo es que su colesterol malo se sitúe por debajo de 55: “Si sólo permiten su uso para casos de colesterol LDL por encima de 100, ¿qué ocurre con quienes no han conseguido objetivos y están con un colesterol malo entre 55 y 100? Hoy en día no hay tratamientos disponibles para ellos”.
Además, el experto asegura que llevar una dieta mediterránea adecuada, es decir, baja en grasas de origen animal; mantener un peso cercano al ideal y hacer ejercicio físico son hábitos que “tienen un impacto llamativamente pequeño sobre los niveles de colesterol en sí mismo. Sin embargo, el impacto que tienen estas recomendaciones sobre la salud en general, y en particular sobre la cardiovascular, es muy notable. Sin embargo, curiosamente, no es exclusivamente a través de un descenso del colesterol”. En ese sentido, afirma que la mayoría del beneficio que se obtiene en estos pacientes se debe a mecanismos que no se sabe interpretar muy bien, “es decir, hoy en día no sabemos cómo la dieta actúa favorablemente sobre nuestra salud cardiovascular.
El futuro que viene
Como apunta el Dr. José María Mostaza, el futuro va a seguir dirigido a destruir, de alguna forma, PSCK9, “pero quizá con la verdadera vacuna, que consistirá en inyectar a una persona PSCK9 modificada, de manera que nuestro organismo fabrique anticuerpos frente a esa proteína. Al haber sido modificada, se vuelve antigénica, es decir, favorece que nuestro sistema inmunitario produzca anticuerpos para destruir la proteína PSCK9 propia”. De esta manera, señala que será una vacuna inyectada como la de la gripe, quizás una vez al año.
Por otro lado, el especialista apunta a la terapia génica, que ya se ha empezado a aplicar y que, tal y como explica, consiste en inyectar unas partículas que van hasta el núcleo de los hepatocitos y, directamente, destruyen el gen encargado de fabricar PSCK9. Por tanto, “con una única inyección, te quedas sin esa proteína de por vida, es decir, te quedas con el colesterol bajo, porque el gen que estaba dentro de las células del hígado es destruido”.
El doctor Mostaza asegura que ya hay estudios publicados en animales, en concreto, en primates, que demuestran que una única inyección te mantiene, al menos durante un año, con los niveles bajos de PSCK9, consiguiendo reducciones del colesterol para toda la vida de, aproximadamente, el 60 %. “Los estudios también se están empezando a hacer en humanos. Existe uno en Nueva Zelanda y otro, en Reino Unido, inyectando en personas que tienen hipercolesterolemia familiar”.