Ron no ha reconocido ningún error en su gestión y eso que desde 2002 ha sido consejero delegado de la entidad  y presidente desde 2004 tras asumir el relevo Luis Valls Taberner.  De él dice, asumió el legado de una institución que debía permanecer independiente. Y a fe que hasta día de hoy lo ha hecho, lo que no ha querido reconocer como un error es a qué precio. Sin embargo, la firma ha cambiado –y mucho- en estos casi trece años. En aquel momento el Banco Popular era un ejemplo de mesura, de contención de gastos, de prudencia y de seriedad. Era el líder de la eficiencia entre la banca Europea.


El casi ex presidente se ha justificado diciendo que “me ha correspondido gestionar el banco en los últimos diez años y medio y diez años han sido de crisis”. En esta década, la firma se deja más de un 95% en bolsa.


Hoy sus títulos han retrocedido más de un 7%  tras conocerse la profundidad de las pérdidas de 2016.  En estos abultados número rojos se incluyen unas provisiones y saneamientos de su actividad inmobiliaria más abultados de los que se preveían, unos 5.254 millones de euros solo en el pasado ejercicio. Unas provisiones más elevadas de las previstas y de las que el que será nueve presidente estaba de acuerdo. Para muchos en el sector, Popular se está acicalando para seducir a algún novio.

Sector inmobiliario
Precisamente ha sido la apuesta de Banco Popular por el sector inmobiliario en los últimos años de la burbuja lo que ha lastrado las cuentas de la firma, así como su evolución en bolsa.  En estos momentos, cotiza por debajo de los 90 céntimos por acción.

Lejos de hacer examen de conciencia y admitir errores en la decisión de crecer tal y como lo hizo el banco en ese negocio, Ron ha dicho que “con el beneficio de la restrospección es fácil decir cuál fue el efecto de la crisis  inmobiliaria. Sin embargo antes nadie quería quedarse atrás o había riesgo de desaparecer”, ha esgrimido como razón el presidente. En su descargo ha alegado que desde 2005 no había tomado ninguna decisión sobre la entrada en ese negocio de tal fatal desenlace. Parece olvidar, no obstante, que desde esa fecha era el principal responsable de la entidad, su presidente. 

Hoy el objetivo del Popular es seguir disminuyendo su exposición a este negocio y para eso está el proyecto Sunrise, una especie de “banco malo” a lo Popular en el que la firma prevé depositar gran parte de sus activos financieros y sacarlos del balance del banco. Al parecer, según han dicho tanto Ron como el consejero delegado, Pedro Larena, existe mucho interés por parte de algunos inversores por entrar en este proyecto aunque todavía no ha logrado el visto bueno de la competencia y probablemente eso será algo con lo que tendrá que brear el nuevo equipo directivo que dirigirá el banco -con Emilio Saracho a la cabeza a partir del 20 de este mes-.

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En su despedida Ángel Ron se ha enorgullecido de que el banco se ha mantenido como uno de los pocos que no ha recibido ayudas desde que se inició la crisis y ha insistido en que es mejor así, pero que el mercado no ha sido capaz de apreciar los esfuerzos que ha hecho la entidad y el valor intrínseco que tiene su negocio financiero, tan centrado en el negocio de las pequeñas empresas.

Sin embargo, la sensación que se podía palpar en el aire de la sala en la que se ha celebrado el evento con la prensa es que este esfuerzo de saneamientos que ha hecho el banco no es más que un ejercicio de acicalamiento para preparar a la entidad para ser vendida. En ningún momento Ángel Ron ha reconocido que el contexto en el que se mueve el sector no hay sitio para tantos jugadores pero, en su opinión, los últimos ajustes del Popular le podrían permitir seguir viviendo en solitario y ha dejado esa opción abierta para el nuevo equipo directivo. “El banco queda en buenas manos –ha apuntado- y tomará las decisiones más positivas-. Eso sí, ha reconocido que en los últimos años ha recibido varios acercamientos por parte de otras entidades financieras. Como es obvio, el resultado nunca fue positivo – si por positivo entendemos una operación corporativa-.

La acción y los accionistas
El futuro ex presidente del Banco Popular se ha esforzado en explicar que el mercado no ha entendido ninguna de las decisiones adoptadas en los últimos años. Ha asegurado que “el precio de la acción no es consecuente con las decisiones tomadas por el banco, que son las que reclamaba el mercado”. Y ha apuntado que “precio y valor no van de la mano”.


El directivo ha explicado que es significativo que existan posiciones bajistas, ya que no se corresponde con la capacidad de generar valor y ha afirmado que “es importante que dejen de distorsionar las decisiones que ha tomado el banco”.

Hay que tener en cuenta, que las pérdidas que la mayor parte de los saneamientos que ha hecho hoy la entidad se han cubierto con los 2.500 millones de euros de la última ampliación y con parte de capital, lo que ha reducido los ratios del banco.

Con todo, el antiguo presidente afirma que en estas circunstancias el banco no tiene la necesidad de poner en marcha otra –sería la cuarta- ampliación de capital, sino que tiene la capacidad de generarlo de forma orgánica y, además, que siempre le quedará la posibilidad de hacerlo mediante la venta de activos no estratégicos de negocios fuera de España, ¿podrían ser  Portugal, México o Estados Unidos?. Su venta podría añadir 100 puntos adicionales al capital. Ron, de nuevo, ha dicho que la decisión le tocará al nuevo equipo que monte el presidente Saracho, cuando llegue. El banco, ha dicho “será más pequeño pero más rentable”.

Dividendos
Con la rueda de prensa los accionistas no parecen tener muchas certidumbres en cuanto al futuro de su inversión. Como no podía ser de otra manera, las pérdidas del 2016 no les van a permitir cobrar dividendos. Pero tampoco está claro que puedan hacerlo en los próximos ejercicios, eso también quedará en manos del nuevo equipo. Pedro Larena ha apuntado que “en principio en 2017 vamos a estar en posición de poder pagarlo, aunque eso lo decidirá el consejo”. %%%Indíquenos si quiere recibir alertas sobre Banco Popular|POP%%%

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