El consenso apunta que 2019 no será el año de la próxima recesión, de hecho las previsiones apuntan que el crecimiento mundial llegará al 3,5% y se mantendrá en la misma cifra en 2020, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). El Fondo Monetario Internacional (FMI), por su parte, revisó en octubre dos décimas sus perspectivas para el próximo año hasta el 3,7% como consecuencia de las tensiones comerciales entre EEUU y China, el deterioro económico de Europa que se enfrenta al Brexit, así como para las economías emergentes, en particular por América Latina y Turquía.

“Se avecinan tormentas”, advirtió el economista jefe del FMI, el estadounidense Maurice Obstfeld, durante la presentación de la última edición del informe 'Perspectiva Económica Mundial', añadiendo que el crecimiento ha demostrado ser menos equilibrado de lo esperado este año, cuando el FMI había pronosticado una expansión del PIB mundial del 3,9% en 2018 y 2019. “En lugar de aumentar, el crecimiento se ha estancado en el 3,7%", señaló.

Obstfeld lanzó un dardo al presidente Donald Trump en la presentación del informe al afirmar que en varias economías clave el crecimiento "está siendo apoyado por políticas que parecen insostenibles a largo plazo". La famosa combinación de aumento del gasto público y rebaja de impuestos del 35% al 21% para las compañías en EEUU ha encendido todas las alarmas, ya que muchos analistas sólo ven el camino hacia el sobrecalentamiento de la economía estadounidense.

 

 

De momento, la Reserva Federal está frenando las ‘llamas’ a través de la normalización de su política monetaria. El año terminará con los tipos de interés en la horquilla entre el 2,25% y el 2,5%, lo que supone la cuarta subida del coste del dinero en 2018 y la novena desde que arrancó el ciclo hace casi ya tres años de manos de Janet Yellen. La Fed anticipó en octubre que en 2019 elevará los tipos de interés tres veces más.

Desde la gestora danesa Nordea Asset Management señalan en sus perspectivas de otoño que la solidez estadounidense y la debilidad china implican que las condiciones monetarias, derivadas de un deterioro del equilibrio entre crecimiento e inflación en Estados Unidos, se están tornando demasiado restrictivas para el resto del mundo. “Cuando las dos economías más importantes avanzan de forma desincronizada, el mundo tiene un problema”, añaden los analistas.

El aumento de la divergencia trae consigo “unas políticas monetarias restrictivas en exceso en forma de tres movimientos: subida de tipos de interés en EEUU, apreciación del dólar y reducción del balance de la Reserva Federal. Actualmente, la institución está retirando liquidez a un ritmo de 50.000 millones de dólares al mes, lo que equivale aproximadamente a la misma cantidad de inyecciones de liquidez que se realizaron durante el período de máximo apogeo del Quantitative Easing (QE)”.

Nordera comparte el diagnóstico de la OCDE al señalar en su último informe sobre las perspectivas globales de crecimiento que las tensiones comerciales y la espiral proteccionista en el mundo han aumentado la incertidumbre para los negocios, una combinación que lastra a las economías desarrolladas.

El organismo admite en sus previsiones que aunque las condiciones del mercado laboral siguen mejorando, “con la tasa de desempleo de la OCDE ahora en su nivel más bajo desde 1980”, el crecimiento de la inversión y del comercio ha sido más suave de lo esperado, además la confianza no acaba de despegar. Al ‘cóctel’ se le debe sumar también riesgos inflacionarios por la presión de los precios del petróleo, que protagoniza un alza del 7% en los últimos doce meses pese a la corrección de este otoño

Los fondos de inversión, un riesgo para BCE y OCDE

La institución con sede en París también constata que pese a las reformas regulatorias en el sistema financiero estadounidense y europeo existen riesgos en las instituciones financieras no bancarias. Los fondos de pensiones, según pone como ejemplo, se han vuelto más vulnerables a los aumentos de las tasas de interés.

A principios de noviembre, el Banco Central Europeo (BCE) alertó ya del tamaño y el patrimonio alcanzado por los fondos de inversión, que junto a a sus conexiones con la banca comercial y los emisores de deuda podrían ser una amenaza para la estabilidad del sistema bancario de la Eurozona.

El vicepresidente del banco central, Luis de Guindos, apuntó que el dinero invertido a través de fondos suma ya 12 billones de euros, al multiplicarse por tres desde la crisis de 2008. Esto representa un 42% de los activos de los que disponen los bancos europeos.  “La liquidez del sistema podría verse comprometida rápidamente si muchos inversores particulares deciden retirar el dinero de sus fondos a la vez”, apuntó en una conferencia en Fráncfort.

Guindos avisó, además, que los fondos cotizados (ETF, por sus siglas en inglés) han evolucionado hacia la renta fija, un hecho que preocupa a la entidad debido a que estos productos todavía no han convivido en un entorno de grandes tensiones en los mercados. “Cada vez están entrando más en la renta fija, y no hay experiencia de la capacidad de liquidez que pueden ofrecer en situaciones de estrés”, indicó.

Sirva como ejemplo, que la industria de la gestión de activos comercializa en Europa 4.458 fondos de renta variable europea, lo que supone 550 fondos más respecto al total de compañías cotizadas en los parqués del Viejo Continente. Chris Willcox, consejero delegado de JP Morgan AM, afirmó en un reciente encuentro en Londres que “existe una sobrecapacidad importante en la industria. Cuando esto ocurre surge una gran proliferación de productos, lo que lleva a la aparición de productos mediocres”.

 

 

España crece pero los vientos de cola se acaban

La ralentización mundial también llegará a los países del euro. La OCDE prevé que el crecimiento se sitúe en el 1,8% para el año que viene, mientras que en 2020 llegará al 1,6%. Pese a la política de tipos de interés al 0% del BCE y el crecimiento del empleo “sólido” en la Eurozona, el organismo atisba “vientos de frente por una demanda externa más débil y una mayor incertidumbre política”.

La receta que propone la economista jefe de la OCDE, Laurence Boone, para Europa es completar el proceso de unión monetaria, que llegue de la mano de la unión bancaria y de una política fiscal común, además de un Brexit suave en el que se mantenga “la relación más estrecha posible entre la Unión Europea y Reino Unido”.

En el caso de España, tanto la OCDE como el FMI han reducido sus previsiones para 2019.  La OCDE rebajó a la baja en dos décimas el crecimiento para este año a finales de noviembre, del 2,8% a 2,6%, respecto a sus estimaciones del pasado mayo. Además, también ha reducido en dos décimas, del 2,4% al 2,2%, las estimaciones para 2019 y 2020. El déficit será del 2,7% para 2018 y del 1,8% para el siguiente. El informe recomienda a España mejorar la productividad, reducir la precariedad laboral, la construcción de más escuelas infantiles y la especialización de las universidades.

Pese al ‘castigo’ a la economía española, la OCDE estima que España crecerá el próximo ejercicio más que el 1,6% de Alemania, el 1,6% de Francia y el 0,9% de Italia; sólo superado en la UE por Holanda, Irlanda, Luxemburgo y los países del este como República Checa y Polonia.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) moderó en dos décimas, hasta el 2,5%, la previsión de crecimiento para España en 2018 y mantiene las expectativas para el próximo ejercicio en el 2,2%. El FMI le pide al Gobierno de Sánchez mejorar la recaudación del IVA, subir tasas medioambientales y profundizar en la reforma de las pensiones.

Los vientos de cola del crecimiento español en los últimos años, como han sido los tipos bajos, el petróleo barato, el turismo en cifras históricas o la recuperación de la demanda interna se empiezan a frenar y la economía española presenta desequilibrios importantes. España tiene una tasa de desempleo del 14,55%, cerró con el déficit más alto de toda la Unión Europea en 2017 con un 3,1% del PIB, la deuda pública se sitúa en el 98,8%, la ‘hucha’ de las pensiones cerrará el año con 5.000 millones y el Gobierno de Pedro Sánchez todavía no ha aprobado los presupuestos de 2019.

Este reportaje se publicó íntegro en la revista de diciembre