Así, su nivel de endeudamiento es menor, los países han acumulado cuantiosas reservas durante el período de altos precios de materias primas, las cuentas fiscales y externas presentan un saldo positivo en la mayoría de los países y los sistemas financieros tiene una mejor supervisión, están más dotados de capital y no tienen desajustes de plazos o monedas.

Añadió que las reformas económicas realizadas en los 90 han provocado el vuelco hacia economías más abiertas, con un rol más activo de la inversión privada y del mercado, al tiempo que han contribuido a una mayor disciplina macroeconómica.

González aseguró que para el BBVA, Iberoamérica sigue siendo "una fuente de crecimiento mundial en el largo plazo" por la juventud de su población, la mejora de su educación y la disponibilidad de materias primas.

Por contra, dijo, la región presenta ciertos riesgos como que las exportaciones están muy concentras en unas pocas materias primas o que todavía existen "grandes espacios de informalidad" que limitan el acceso de las personas y las pequeñas empresas a los servicios financieros.

Añadió que los gobiernos de algunos países siguen interfiriendo excesivamente en la acción de los mercados y cambian frecuentemente las reglas del juego, "creando un clima poco propicio al desarrollo de inversiones de largo plazo".

Explicó que BBVA ha invertido más de 14.000 millones de dólares en Iberoamérica, donde cuenta con 26 millones de clientes bancarios y 5 millones de partícipes de planes de pensiones y emplea a más de 66.000 personas, casi el 60 por ciento de la plantilla. Aseguró que la entidad quiere seguir creciendo en Iberoamérica y afirmó que la fortaleza del Grupo BBVA es "un activo de especial valor para la región".

"BBVA se está mostrando como uno de los bancos más fuertes del mundo y ha demostrado su capacidad de generar beneficios en cualquier entorno", dijo González.