El dólar se ha desplomado en el último mes al calor de numerosas razones. La má significativa de todas, la caída anualizada de la economía estadounidense a un ritmo del 32,9% en el segundo trimestre (descenso del PIB del 9,5% en términos comparables a los europeos). En un entorno de estímulos monetarios y fiscales tanto de la FED como de la Administración Trump y con la epidemia que sigue sin controlarse en EEUU. Por si esto fuera poco en año de elecciones presidenciales, Donald Trump puso sobre la mesa lo inesperado: la posibilidad de retrasar desde noviembre unos comicios que ahora mismo las encuestas le dan por perdidas.

Aderezado todo ello con los mínimos de los bonos del tesoro, en niveles de rangos históricos. Sin contar con los problemas con China o los datos de paro semanales que no mejoran, mientras en el Congreso siguen estudiando estímulos adicionales para la población y viendo como solventa que muchos trabajadores no se queden sin el subsidio semanal de 600$. Un cóctel perfecto que ha llevado al dólar a registrar su peor mes, el de julio en nada menos que una década como vemos en la gráfica de Bloomberg.  

Índice Dólar que no recupera posiciones, la media del billete verde con una cesta de monedas que ha bajado casi un 4,5% en el último mes, aunque por ejemplo respecto al euro el recorte ha sido superior, del 5%, con niveles que no se veían desde mayo de 2018, tras el Fondo de Recuperación comunitario que ha respaldado hasta las 1,19 unidades a la divisa común.

Pero también frente a la libra, ante la que ha perdido más posiciones. En concreto un 5,8%, el de mayor calado en 11 años, desde 2009. El yen también ha ganado terreno, en menor medida, un 2%, mientras los expertos consideran que su atractivo como divisa refugio es proporcional a la caída del dólar. El índice dólar que vemos abajo muestra su peor nivel desde mayo de 2018 con niveles por debajo de los 93 puntos, en su cruce con las principales divisas, con niveles incluso inferiores ante lo peor de la pandemia en marzo. 

Fuente: WSJ 

Los analistas señalan que esos niveles no cambiarán hasta que el panorama económico mejore. De momento los inversores buscan otros refugios en esta época de pandemia: desde la liquidez ante la incertidumbre hasta la vuelta a la renta fija con rendimientos negativos sin olvidar el oro, el más tradicional de todos. También hay que tener en cuenta que en tiempos difíciles para las compañías tradicionales norteamericanas, un dólar débil ayuda y mucho a las empresas exportadoras a colocar sus productos en la esfera internacional a mejor precio. 

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