Fiat controlará el 20% de la nueva empresa, aunque podría aumentar su participación hasta el 35% si cumple ciertos objetivos, como iniciar la producción de nuevos motores en Estados Unidos y la introducción de un coche que pueda recorrer unos 65 kilómetros con algo menos de 4 litros de gasolina. Con el tiempo, Fiat tendría la opción de aumentar su participación hasta el 51% siempre que Chrysler devuelva los miles de millones de dólares en créditos que tiene del Departamento del Tesoro.


El fondo fiduciario obtendría una participación del 55% y los gobiernos estadounidense y canadiense se harían con un 8% y un 2%, respectivamente. Ambos gobiernos han prestado a Chrysler 4.900 millones de dólares en el mes escaso que el grupo ha estado en quiebra.


Por su parte, Cerberus Capital Management LP, el fondo de capital riesgo que se hizo con Chrysler por más de 7.400 millones de dólares en 2007, saldrá completamente de la compañía.

La empresa resultante de la reestructuración tendrá un nuevo consejo encabezado por C. Robert Kidder, que será su presidente y que fue elegido para el puesto por el Departamento del Tesoro estadounidense.

Se espera que el consejero delegado de Fiat, Sergio Marchionne, sea designado consejero delegado de Chrysler. Será uno de los tres ejecutivos elegidos por Fiat para el nuevo consejo de nueve miembros de Chrysler.