No está el país para Bankias, y sin embargo la posibilidad de que los activos bancarios no reflejen fielmente la generación de pérdidas en un contexto de morosidad al alza plantea nuevamente la amenaza de que el rescate bancario se quedó corto. Posibilidad real en tanto que las auditorías de Rolando Berger y Oliver Wyman sobre las que se diseñó el alcance del rescate no aclaraban suficientemente lo razonable del cálculo de la morosidad y la suficiencia de las provisiones de esa misma morosidad. Sobre la morosidad, previsiblemente seguirá subiendo durante los próximos meses hasta alcanzar un máximo (descontada aquella que se transfirió al Sareb) de aproximadamente el 14%; respecto de las provisiones, también insuficientes, si tenemos en cuenta que la tasa de morosidad empleada en los cálculos no incorporaba una serie de activos problemáticos como los activos inmobiliarios adquiridos en dación en pago o adjudicados, los créditos declarados subestándar por el Banco de España o las refinanciaciones y carencias que se llevan a cabo para evitar entradas en mora. A modo de dato para ilustrar la situación que provocaría la reclasificación de todo ese crédito a situación de mora, simplemente indicar que la cobertura que la banca mantiene para hacer frente a los créditos subestándar es prácticamente la mitad de la que tiene para los préstamos en mora del préstamo hipotecario. En fin, el cuento de nunca acabar.
El consuelo es que estamos mejor que hace un año, especialmente a nivel global: a pesar de lo frágil e irregular del ciclo económico durante los últimos meses el crecimiento mundial se mantiene alrededor del 3%, las políticas monetarias de los bancos centrales han aportado protección contra la volatilidad a corto plazo y el riesgo sistémico en Europa ha desaparecido. Sí: el riesgo sistémico ha desaparecido en Europa, aunque es cierto que su economía se ha estancado y mientras que en los países del sur no hay crédito, en los países del norte lo que falta son ganas de avanzar en la unión bancaria.
En contraste, en Estados Unidos las señales de recuperación son claras, mejora la creación de empleo, se recupera el mercado inmobiliario, e incluso el déficit público se está cayendo sin aplicar radicales planes de austeridad. Los beneficios a corto plazo de la actual política monetaria por parte de la Fed son claros, aunque el resultado final es imposible de predecir, en tanto que no hay una experiencia histórica que nos pueda servir como guía para el escenario futuro de normalización de las políticas monetarias.
Al menos en Estados Unidos existe un plan, acertado o no...