Tras el rebote experimentado por las bolsas desde los mínimos de finales de octubre, los inversores han vuelto a preocuparse por la desaceleración del crecimiento económico global. En torno a esa circunstancia se encuentran las causas que justifican la caída de las bolsas y el inicio de un gran fase correctiva:
-El FED: reducción del balance y aumento de los tipos de interés. El LIBOR a tres meses se encuentra el nivel más alto desde 2008, lo que encarecerá el coste de la renovación de los créditos de las empresas y de la deuda pública.
-Ralentización del crecimiento económico de China y de los países emergentes, lo que además ralentiza el crecimiento económica alemán y, por lo tanto, el de Europa, y sus bolsas de valores. Este hecho no era esperado por los bancos centrales.
-Y finalmente una desaceleración del ritmo de crecimiento de los beneficios empresariales para los próximos trimestres por el aumento de los gastos financieros, de los costes laborales y del coste de los productos importados por el incremento de los aranceles
Goldman considera que el ritmo de crecimiento de los beneficios por acción de las empresas del S&P 500 retrocederá significativamente en los próximos dos años.
Concretamente, espera que el beneficio medio por acción de las empresas del S&P 500 se desacelere del 23% de 2018 al 6% en 2019 y 4% en 2020.
Por otro lado, nos encontramos con que la probabilidad de que EEUU apruebe un nuevo recorte fiscal se ha reducido significativamente, por esa vía no podemos contar con un nuevo impulso de la actividad económica.
La fuerte caída del petróleo puede estar sugiriendo que el crecimiento económico en los próximos meses probablemente será sustancialmente más débil que el esperado.
De cara al futuro, el resultado de las elecciones presidenciales supondrá un enfrentamiento entre demócratas y republicanos hasta las elecciones presidenciales de 2020. Este enfrentamiento se centrará en las negociaciones del techo de deuda y en la de los presupuestos generales del Estado, lo que dificultará la aprobación de presupuestos expansivos. El techo de la deuda está suspendido hasta el 1 de marzo de 2019, por lo que hasta ese momento no será un motivo de preocupación.
Apoyándose en el elevadísimo grado de "sobreventa" existente tras las caídas de finales de octubre, el S&P 500 ha rebotado y desplegado un tramo al alza que lo ha llevado desde el 2.600 hasta el 2.820. Esta subida se ha producido en dos tramos al alza (o en dos ondas), lo que le otorga una estructura correctiva, no impulsiva. El S&P 500 ha subido con un volumen muy bajo, probablemente porque se ha debido fundamentalmente a la cancelación de posiciones cortas, con lo que falta energía para superar la resistencia de los 2.820.
La zona de los 2.820 se corresponde con un retroceso del 0,618 del tramo a la baja desplegado desde los máximos de la zona 2.950 hasta los mínimos de finales de octubre, 2.600, hecho que le otorga una mayor relevancia.
Mientras el S&P 500 se mantenga por debajo de 2.820, mantendremos una predisposición bajista.
El S&P 500 inició entre el jueves y el viernes una fase correctiva de la subida previa, la que fue desde 2.600 hasta 2.820. Si durante este retroceso es capaz de respetar el soporte de los 2.740, consideraremos que es probable que intente de nuevo superar el 2.820. Ahora bien, un intento fallido de superación de los 2.820 sería una clara señal bajista, porque confirmaría el agotamiento del rebote y con el la conclusión de la pauta correctiva desplegada.
En este sentido es preciso tener en cuenta que, a pesar de la violenta caída de finales de octubre, sin embargo, no se ha producido un incremento en el ratio "open interest - pull/call ratio". Es más, continúa en niveles bajisimos. Este hecho hace improbable que el S&P 500 supere la importante resistencia de la zona 2.820.