En este contexto, es razonable que entender las estimaciones del consenso que indican que durante el segundo trimestre se alcanzará el mayor nivel de adversidad para la economía mundial. También es justo concluir que los niveles de variaciones en las calificaciones crediticias de las empresas aumentarán, igual que lo harán las tasas de impago. Aunque estas dos variables suelen retrasarse con respecto a la caída de la actividad económica y, por lo tanto, es posible que no alcancen su punto álgido hasta el tercer trimestre o quizá más tarde.
Naturalmente, al ser los bancos el centro del mecanismo de transmisión, se les suele considerar como un barómetro del sentimiento del mercado. Por lo tanto, es importante, sobre todo a medida que nos acercamos al período en que es probable que los datos macroeconómicos ocupen los titulares por todas las razones equivocadas, que los inversores vigilen la evolución de los beneficios empresariales del sector así como la fortaleza relativa del balance de las instituciones.
Por el momento, hemos seguido con atención la publicación de los reportes de los bancos principales, y se puede decir que casi sin excepción han sido prudentes a la hora de realizar provisiones. Obviamente, la prudencia en las provisiones ayuda a aliviar la conmoción por cualquier pérdida futura generada por la inversión crediticia, pero también afecta a la actual cifra de ingresos netos. Sin embargo, para nosotros el factor clave es el capital, y el nivel del colchón que un banco tiene para absorber las pérdidas mientras se mantiene por encima del umbral de pago de los cupones AT1. Hasta ahora nuestro análisis parece alentador. Los años de estricto control por parte de los reguladores, diseñado para asegurar que los bancos acumularan capital de reserva en el balance, se llevaron a cabo teniendo en mente periodos como éste.
En general, los bancos empezaron el segundo trimestre con un nivel fuerte de capital, lo podemos ver en los números. Esperamos que los coeficientes de capital enfrenten obstáculos en el futuro, no sólo por las pérdidas crediticias sino también por el aumento de los activos ponderados por riesgo (RWAs). Sin embargo, lo que compensa esto es el hecho de que, en gran medida, los bancos están reteniendo todas sus ganancias, no pagan dividendos y dejan de comprar acciones.
En muchos casos, esta falta de retribuciones ha significado que, a pesar de las grandes provisiones para pérdidas de préstamos y el aumento de las RWAs, los niveles de capital de hecho aumentaron en el primer trimestre, añadiendo al "cofre de guerra" de capital de amortiguación que los bancos tienen para protegerse de una recesión económica prolongada. Además, los reguladores han contribuido a reducir los requisitos de capital mediante la reducción o la abolición de las reservas anti-cíclicas.
Así pues, aunque sin duda este va a ser un año difícil para el sector bancario, en el que lo más probable es que no se paguen dividendos y durante el que será difícil prever el nivel de ganancias, nuestras perspectivas en materia de cupones son muy diferentes y ponen de relieve por qué los mercados de renta fija y de crédito tienden a liderar una recuperación del mercado en la recesión.
Esta situación puede ilustrarse con el ejemplo reciente del Royal Bank of Scotland tras la publicación de las cifras del primer trimestre. El beneficio de explotación antes de impuestos de la entidad fue de 519 millones de libras, un 49% menos que en el primer trimestre de 2019, debido a un considerable aumento de las provisiones de alrededor de 800 millones de libras. No se pagó ningún dividendo y no se dio ninguna previsión al respecto debido a las imprevisibles circunstancias. Sin embargo, para nosotros la clave fue el ratio de capital ordinario de Nivel 1 (CET1) del banco, del 16,6%, con un aumento de 40 puntos básicos desde finales de 2019, lo que equivale a una importante capacidad de 760 pb por encima del Monto Máximo Distribuible (el umbral por debajo del cual los cupones AT1 podrían verse perjudicados).