
La Reserva Federal, por su parte, ha señalado en su informe económico más reciente una reducción generalizada del gasto canadiense en suelo estadounidense.
Pero si hay un lugar donde el impacto es especialmente grave, es en las ciudades fronterizas del estado de Washington.
En estos municipios, la economía depende casi por completo del tráfico y el consumo provenientes de Canadá. A menos de 32 kilómetros al sur de Vancouver, la localidad de Point Roberts está geográficamente separada del resto de EEUU, accesible solo a través de territorio canadiense.
Su situación aislada ha convertido a su población y su actividad comercial en un espejo de la relación bilateral entre ambos países.
La caída del turismo canadiense asfixia a las ciudades fronterizas
Los efectos del boicot ya son evidentes. Muchos negocios locales, cuya clientela principal reside en Canadá, están viendo disminuir sus ingresos de forma alarmante. Según informa Bloomberg, las ventas han caído un 30% respecto al mismo periodo del año anterior. En respuesta, los comercios han tenido que reducir pedidos de productos y ofrecer tipos de cambio más favorables para atraer de nuevo a los visitantes. En Point Roberts, aproximadamente el 80% de la actividad económica veraniega depende del turismo canadiense.
Los comercios más afectados incluyen tiendas de comestibles, restaurantes y servicios de recogida de paquetes, utilizados habitualmente por canadienses para recibir compras realizadas en EEUU.
Uno de estos negocios cerró en marzo tras registrar una caída del 75% en su actividad, comparado con el mismo mes de 2024. La razón principal es el rechazo creciente en Canadá hacia las políticas impulsadas por Donald Trump, incluyendo sus comentarios sobre la posible anexión de Canadá y el uso de "fuerza económica".
Un panorama más incierto que durante la pandemia
Según testimonios, los residentes consideran que la situación actual es incluso peor que durante el cierre fronterizo por la COVID-19. Entonces al menos existían ayudas estatales y federales para amortiguar el impacto. Hoy, con la frontera abierta pero sin incentivos, los canadienses simplemente eligen no cruzar. Esta realidad amenaza con el cierre de más comercios y la pérdida de empleos locales.
La situación también ha afectado a otras atracciones. El Museo del Patito de Goma, por ejemplo, se ha visto obligado a trasladarse a la localidad canadiense de Tsawwassen, no solo por la falta de turistas, sino también debido a los aranceles estadounidenses a productos chinos, como los que vendía su tienda.
Blaine también siente el golpe del boicot
A 22 kilómetros al este de Point Roberts, en la ciudad de Blaine, el panorama es igualmente preocupante. El tráfico desde Canadá cayó un 52% en las dos primeras semanas de abril en comparación con el año anterior. Esta disminución en la movilidad se traduce en una pérdida significativa de ingresos por impuestos sobre las ventas, que sostienen el presupuesto local. La alcaldesa ya ha advertido que podrían producirse recortes de personal municipal si la situación no mejora.
El origen de este boicot reside en buena medida en la reacción de la opinión pública canadiense ante las políticas de la administración Trump. Sus declaraciones han generado indignación, y muchos ciudadanos, apoyados por sus autoridades, han optado por cancelar viajes a EEUU y priorizar el consumo nacional. El gobierno de la Columbia Británica incluso ha propuesto una ley para cobrar tasas a los camiones estadounidenses que atraviesen Canadá con destino a Alaska.
Otros factores que agravan la situación
La eliminación de un impuesto al carbono por parte del gobierno canadiense, tras un aumento equivalente en el estado de Washington, ha reducido el atractivo de cruzar la frontera para comprar gasolina barata.
Además, algunos de los pocos canadienses que siguen cruzando para adquirir productos específicos, como lácteos, se encuentran con aranceles de represalia. Algunos han llegado a pagar hasta 50 dólares canadienses en tasas al regresar a su país, lo que ha llevado a intentos de devolver la mercancía.
También hay un componente de miedo. Algunos medios han informado de casos en los que funcionarios fronterizos estadounidenses han registrado dispositivos personales o detenido a viajeros por motivos menores. Estas historias han disuadido a muchos potenciales visitantes.
El clima de tensión ha llegado a lo cotidiano. Según Bloomberg, algunos residentes de Blaine con matrículas de Washington han sido increpados al cruzar a Canadá. Otros relatan que la división afecta incluso a relaciones personales y familiares. En este ambiente, algunos vecinos de Point Roberts han impulsado iniciativas simbólicas, como distribuir pegatinas con el mensaje: “¡Point Roberts apoya a Canadá!”
Muchos habitantes de estas ciudades fronterizas afirman sentirse abandonados por las administraciones estatal y del condado.

