La amplificación de los canales de contagio económico del Covid-19 ha tenido un eco especial, dentro del espacio europeo, en Italia y en España. Ya desde el principio de la pandemia sanitaria. Desde que la severidad de los descensos bursátiles, de la última semana de febrero; pero, sobre todo, de las primeras jornadas de marzo, se trasladó ya a las economías familiares y a la actividad de las empresas, reconoce el World Economic Outlook (WEO).

“Las presiones crediticias que se apreciaron en los mercados entonces afectaron especialmente a los países con necesidades de acceso a financiación externa”, como España e Italia, que siguen colocando emisiones de deuda, afirma el FMI. Acuciados por la “fuga hacia activos seguros” de los inversores para obtener flujos de liquidez. Al tiempo que el aumento de los expedientes de regulación de empleo, aunque sean temporales, en su mayoría, como en España, ha elevado los riesgos de quiebras y suspensiones de pagos entre sus tejidos empresariales.

El resultado ha sido un “súbito parón” de la actividad y de la demanda global, que ha interrumpido la economía. Antes, incluso, de la hibernación de los sectores no esenciales. Y el tercer y el cuarto mercado de la zona del euro son los dos botones de muestra más visibles de este fenómeno colateral del Covid-19. Marzo certificó la recesión.

El WEO asegura que este círculo vicioso se ha propagado por todo el mundo. Como lo demuestra el impacto visible en China, donde los descensos de la producción industrial, del comercio al por menor y de las inversiones en activos fijos fueron dramáticos en febrero, pero también en enero, cuando el régimen de Pekín decidió extender las vacaciones el nuevo año lunar y la apertura de forma gradual de sus segmentos productivos no estratégicos. Ante la pérdida de la demanda de servicios como resultado del distanciamiento social, lo que adelantó al primer trimestre del año el epicentro de su recesión.

Pero esta espiral se trasladó de inmediato, a la misma velocidad que la epidemia sanitaria, a Italia y España, que han entrado en una recesión “de similares calibres” por la drástica hibernación de sus economías. A EEUU -explica el WEO- le llegó más tarde. Antes, sin embargo, de la cuarta semana de marzo, cuando las solicitudes de desempleo saltaron hasta los 6,6 millones de peticiones, comparadas con las 280.000 de su primera quincena. El FMI incide en situar el inicio de la contracción global en el último mes del primer trimestre porque, además -asegura- los índices de gestores de compras de Europa, EEUU, China -y también el de Japón- un barómetro que anticipa con bastante precisión el vigor de las economías, ya detectaban caídas por debajo de la cota de los 50 puntos, que delimita los periodos de bonanza de los recesivos.

El mercado también comparte el diagnóstico del Fondo. La firma de datos IHS Markit revela que su indicador de compras en la zona del euro cayó hasta al nivel 29,7 en marzo, desde el 51,6 de febrero. Con la práctica totalidad de sus socios en tasas históricamente bajas. En su rúbrica de servicios, que incluye hoteles y restaurantes, el retroceso es todavía más pronunciado, hasta el 26,4 que, en el caso de Italia, se hunde hasta el 17,4, lo que da una señal inequívoca del impacto que el Covid-19 ha tenido en esta área productiva y del negocio del ocio en general.

Gráfico de los PMIs de servicio de Europa y sus principales economías

Debido, esencialmente, al confinamiento de sus sociedades. “Ningún socio está ahora en disposición de poder escapar de una recesión severa”, reconoce Chris Williamson, analista jefe de IHS Markit. “Aunque es especialmente profunda en Italia y su sector servicios, donde las estrictas normas de aislamiento prevalecen desde hace más tiempo sin que se atisbe todavía el momento de su levantamiento oficial”.

El FMI, que criticó durante las semanas previas a la publicación del WEO la ausencia de acuerdo en el Eurogrupo y el Consejo Europeo de un amplio y generoso plan de estímulo a cuenta de las arcas comunitarias para detener la pandemia económica de los socios del euro más vulnerables, -Italia y España, aunque también Francia y, en menor medida, Portugal o Irlanda- ha pasado por alto en el informe toda referencia cruzada y expresa a la decisión de última hora, sobre la bocina, de un plan de estímulo con un volumen de liquidez final de 540.000 millones de euros y que el Eurogrupo ha insistido en definir como una triple red de seguridad para gobiernos, empresas y trabajadores.

El pacto recoge que no habrá condicionalidad macroeconómica para acceder a los préstamos del fondo de rescate europeo (Mede) e incluye el compromiso de explorar la creación de un arsenal de recursos para impulsar la recuperación. El Mede pondrá en liza el salvavidas de 240.000 millones, a disposición de los países que soliciten ayudas para financiar, eso sí, costes sanitarios, directos o indirectos, derivados del Covid-19, por exigencia holandesa.

Pero, además de esta inyección de recursos, el Banco Europeo de Inversiones (BEI) movilizará otros 200.000 millones de euros para empresas, con especial atención hacia las pymes, y la Comisión Europea emitirá bonos para financiar iniciativa que, como los ERTE’s, eviten despidos masivos definitivos, para los que liberará hasta 100.000 millones de euros. Aunque el reto será mayúsculo para Italia y España, cuyas tasas de desempleo saltarán hasta el 12,7% y el 20,8% de su población activa, respectivamente, según el WEO. Cálculos de destrucción de empleo que también saltan por los aires en países como Grecia -del 22,3% con una contracción del PIB del 10%- Portugal (13,9%), Irlanda (12,1%) -los tres países con rescates europeos y supervisión de la troika durante la crisis de la deuda- y que devuelven el indicador del paro en la zona del euro a los dobles dígitos.

Tabla de PIB de páises europeos y previsiones para 2020 y 2021

El WEO, en cualquier caso, enfatiza la conveniencia de emplear la manguera fiscal en los espacios de rentas altas, como la zona del euro, para diluir los “efectos adversos de confianza que pueden minimizar el peso de los recursos económicos” destinados a impulsar el despegue. Sin embargo, entra a valorar con precisión los planes de estímulo monetario. El Fondo respalda las acciones concertadas de los bancos centrales y, en concreto, los 750.000 millones puestos en liza por el BCE, así como la supervisión de todos ellos para controlar el baile de divisas que, de nuevo, se ha instalado en el mercado.

Con revalorizaciones del 8,5% del dólar, del 5% del yen y del 3% del euro desde el pasado 3 de abril. Y que buscan impedir otra oleada masiva de encarecimiento de las monedas más poderosas, en detrimento de las de mercados emergentes y en desarrollo que podrían desembocar en devaluaciones masivas y declaraciones de quiebras soberanas. Todo el arsenal financiero de las principales autoridades monetarias globales “han mejorado el acceso a la liquidez internacional” y han dotado al sistema de “costes de financiación adecuados” para combatir la crisis sanitaria del coronavirus. “Más allá de las convencionales políticas de recortes de los tipos de interés, varios bancos centrales han activado programas de compra de activos, como el del BCE, a través de su plan de emergencia de pandemia, con el que ya está adquiriendo deuda y activos públicos y privados”.

De manera expresa, el FMI valora algunos puntos de las medidas económicas implantadas por España. Como en Alemania, el aplazamiento en los pagos de impuestos y la exención de figuras tributarias, la suspensión de obligaciones de deuda en contratos o las transferencias directas a autónomos y pymes. También la ampliación de los subsidios de desempleo y la liberación de las contribuciones a la Seguridad Social a las firman que preserven el trabajo de sus plantillas. Así como las garantías prestamistas a las empresas.

Desde el mercado, no obstante, se hace hincapié en la gravedad de la contracción europea y española. Gilles Moëc, economista jefe en Axa Investment Managers, subraya que “el impacto de los confinamientos en la actividad es profundo y probablemente durará más de lo esperado inicialmente”. Aunque desde el servicio de estudios de la aseguradora se aprecia una recesión en la zona del euro menor que la que estipula el WEO, del 4,6%.

Eso sí, con un efecto dañino en el terreno presupuestario. “Sin contar con los planes de estímulos fiscales de los gobiernos, el desequilibrio del conjunto de la zona monetaria se situará en el 2,6%, por efecto de la merma de ingresos, frente a la proyección inicial de la Comisión Europea, antes de la hibernación de las economías, del 0,9%”. A juicio de Moëc, la recuperación “va a ser gradual, sector por sector, con una división nítida del ejercicio en dos mitades; la primera, bajo una profunda recesión que daría paso, en el tercer y cuarto trimestre, a un rebote”. El economista jefe de Axa cree que “lo que ocurre en la actualidad es que el mercado se está centrando en la recuperación del segundo semestre y se muestra menos sensible a la profundidad de la contracción del primer semestre”.

Pero -explica Moëc- “a medida que los inversores se preparan para una algunas cifras realmente horribles, se ve impulsado, al mismo tiempo, por el arsenal de políticas monetarias”, la facilidad crediticia de la Fed, el acuerdo entre la OPEP, Rusia y EEUU para asegurar el suministro de crudo, pese al drástico recorte y, en general, “a una creciente confianza a un desmantelamiento gradual de las cuarentenas”. Aunque este proceso -aclara- “dependa de la capacidad de cada país para realizar pruebas que permitan un regreso generalizado al trabajo sin dejar de controlar el efecto sanitario de la pandemia”. Moëc no descarta, “en absoluto”, que la tasa de paro en EEUU salte por encima del 20% en 2020, frente a la predicción del WEO, que la sitúa en el 10,4%, si bien se decanta por que “no degenere en una pérdida permanente de ingresos”.

En este sentido, confía en que “la combinación de recursos fiscales y monetarios -y los tipos de interés acomodaticios- sea suficientemente poderosa” para evitar un retroceso prolongado de las rentas personales. En su opinión, las ayudas del Eurogrupo le dejan “circunspecto”. Ante la “vaga definición” en sus despliegues de recursos. “No nos atrevemos a tener demasiadas esperanzas. Hay que esperar a cómo perfilan finalmente el acuerdo los jefes de Estado y de Gobierno el próximo 23 de abril”.

Una visión que comparte Nicola Mai, analista de crédito soberano de PIMCO, que critica el plan de la eurozona, al que cataloga de “insuficiente”, por “dejar la carga de la gestión de la crisis en manos del BCE y los Gobiernos nacionales”. PIMCO anticipa una caída del PIB del 10% al conjunto de socios del euro -dos puntos y medio más que el pronóstico del WEO- con déficit públicos en dobles dígitos y una recuperación de los niveles productivos del área monetaria que “podría no certificarse hasta 2022”. El programa europeo “no es lo suficientemente bueno”, enfatiza Mai.

Philippe Waecther, jefe de investigación económica de Ostrum AM (firma gestora de Natixis IM), pasa revista a la coyuntura española. Con especial atención al impacto que la crisis del Covid-19 tendrá en el sector turístico español en los próximos meses, que “se alargará hasta el verano” porque el final del bloqueo de la economía no tendrá lugar hasta que no termine el contagio y porque “las fronteras a los turistas extranjeros deben abrirse de forma coordinada con el resto de países europeos”.

España -dice- “va a sufrir porque el turismo, que representa el 11% de su PIB, va a ser una fuente de debilidad económica en los meses estivales", advierte Waechter. En su opinión, la recuperación del sector servicios español “llevará mucho tiempo” por sus vínculos directos con las preferencias de consumo rotas por el coronavirus. Ha sido una de las industrias “más perjudicadas por el bloqueo” y por “el distanciamiento social” que limitará sus opciones de despegue. “El turismo será el último segmento en salir del estado de hibernación”, predice.